Recurrentemente, se analizan la inversión extranjera en Cuba y la lamentable política gubernamental al respecto. Incluso, se proponen soluciones ensayadas con éxito en otros países que han financiado su desarrollo con capital foráneo —entre ellos aquellos ideológicamente afines, como China o Vietnam— que podrían imitarse en la Isla.
La noción de que la inversión extranjera es en elemento importante, incluso imprescindible, se suele dar por sabida, quedando implícita en cada análisis, pero rara vez se explicita, con lo que se pierde comprensión de la situación actual del país y, sobre todo, de lo errado —o malintencionado— de su conducción económica.
Es imprescindible comprender la necesidad que tiene Cuba de inversión extranjera para poder calibrar cuán equivocadamente, o con cuánta supina maldad, el Gobierno trata el tema.
Lo primero es tener claro que el único camino conocido hacia el desarrollo —sin que existan alternativas o atajos— transita por la acumulación creciente de inversión fija: maquinaria, infraestructura, tecnología y coordinación del saber socialmente disperso.
La diferencia entre una nación rica y una pobre está en la productividad de su fuerza laboral, lo que depende exclusivamente del nivel acumulado de inversión fija. Suiza es más rica que Tanzania porque sus trabajadores usan mejores herramientas, no porque sean más laboriosos o más rubios.
Pero la inversión fija no es un maná que llega sin costo, para acumular infraestructuras y tecnologías hay que crearlas o comprarlas. En ambos casos se requiere acumulación previa de capital, es decir, ahorro, algo que solo surge cuando se consume menos de lo que se produce.
Obviamente, Cuba no tiene ahorros, lo muy poco que consume supera lo casi nada que produce; esto se refleja parcialmente en su endeudamiento externo —que no es mayor porque a estas alturas pocos le fían y mucho le han condonado—, pero principalmente se observa en el deterioro físico generalizado que a ojos vistas sufre el país.
Ciudades ruinosas, pueblos lodosos, fábricas chernovilescas, tecnologías tan obsoletas como la ideología del PCC, dinosáuricos medios de transporte, calles y carreteras más agujereadas que las de Kabul y obesos burócratas con dos queridas haciéndose pasar por empresarios y gobernadores.
Desde su propia génesis, el sistema castrista ha estado devorando la nación; solo las componendas con los dictadores soviéticos y venezolanos han impedido que la situación de hoy no sea todo lo catastrófica a la que este antieconómico sistema podía haber llevado a un país en el cual todavía a principios de los años 60 Sergio Corrieri podía ordenar un Martini Seco en el Mandarín, mientras seducía a Daysi Granados en Memorias del subdesarrollo.
Como en tanto haya castrismo las instituciones internacionales —FMI, BM, BIRD— no abrirán para Cuba sus rebosantes maletines, y ya quedó establecido que Cuba no tiene ahorros propios, es de simple lógica entender que la única opción disponible para financiar el necesario capital fijo que requiere la nación, como condición imprescindible para aumentar la productividad de sus trabajadores, es usar el ahorro que han hecho otras sociedades.
El mecanismo más sano —preferible al endeudamiento estatal— para que esos ahorros foráneos aterricen en Cuba es mediante la inversión extranjera directa, esa misma que está bloqueada, no por los yanquis, sino por el castrismo.
Efectivamente, la depauperación en que está sumida hoy Cuba la condena a que su única posibilidad de desarrollo esté ineludiblemente ligada a la inversión extranjera. Una coyuntura muy similar se padeció en las primeras décadas del siglo XX, tras 30 años de guerras, teas y reconcentraciones, situación que se iba superando gracias a las fuertes inversiones norteamericanas que ya venían acumulando capital fijo en la Isla desde la mitad del XIX, y que estaban siendo desplazadas, en un proceso evolutivo natural, por el auge del ahorro y el empresariado nacional… cuando llegó el comandante y mandó a parar.
Desde el punto de vista económico son incomprensibles las innumerables barreras que aun obstruyen la inversión extranjera directa en Cuba, pues nada, absolutamente nada hará que aumente la productividad de los trabajadores cubanos si no es dotarlos de mejor tecnología, infraestructura y conocimiento.
Sin embargo, en vez de comenzar por ahí las reformas, el Gobierno se enfrasca en la Tarea Ordenamiento dilapidando tiempo valioso y recursos escasos, intentando fortalecer esa antigualla conocida como Empresa Estatal Socialista porque en su ruindad, el castrismo no quiere competencia. ¿Quién trabajaría para el Estado si empresarios extranjeros, comenzando por los cubanos emigrados, pudiesen abrir en Cuba industrias y servicios modernos?
El Gobierno opta por el ajiaco que es la Tarea Ordenamiento, que no es más que revolver de otra manera los mismos ingredientes con que llevan cocinando 60 años, cuando Cuba lo que necesita es un Red Bull.
(continuación 3 y final) desmantelar la independencia de las instituciones democráticas y
ponerlas al servicio de una oligarquía de sustrato militar sin
intenciones de abandonar nunca el poder que se supedite y mantenga a
sus mentores en la isla a cambio del know-how para permanecer al mando,
y a partir de ahí, intentar repetir la misma fórmula con Ecuador,
Brasil Chile, o cualquier otra nación donde hayan logrado avances
estratégicos suficientes. En mi opinión, ese es el verdadero meollo y
objetivo de supervivencia del régimen cubano, y todas sus empecinadas
apuestas y vueltas en el mismo ruinoso sitio están dirigidas a ocultar a
la opinión pública nacional tanto como a la internacional esta
maquinación como prioridad a futuro, por lo que en consecuencia, y esta
es mi más encarecida recomendación, no debemos perdernos entre las
ramas, olvidando a los lobos del amenazador bosque.
A.S.
Costa Rica, donde hace varios años llevan socavando las instituciones
democráticas.
Le señalo que esta aventura no es un engendro descabellado, sin
precedente alguno. Varias veces ocurrieron intentonas fallidas de pura
fuerza en el pasado continental y extra continental, como lo fueron
Granada, Nicaragua, Chile, Angola, etc., hasta que dando tumbos en años
dieron con la vía hitleriana de las elecciones. En Colombia ya las
agrupaciones de izquierda cuentan con la importantísima alcaldía de la
capital, Bogotá, e influencia en el senado para ir desbrozando el camino
( Álvaro Uribe anulado como líder preponderante de la fuerza opositora a
la izquierda en esa cámara legislativa; exigencia en el senado de la
retirada de la base militar norteamericana que más coadyuvó al
descalabro de las FARC, obligándolas a aceptar la propuesta de la
inteligencia cubana para alcanzar el poder mediante la vía electoral, y
una vez logrado ese objetivo, al igual que su vecina Venezuela,
(continua 3)
(continuación 1) Y para lograrlo apuestan hacia el
exterior su principal objetivo de lograr sostén, dirigido al continente
latinoamericano con las mismas intenciones parasitarias y destructivas
que emplearon en arruinar a Venezuela. En el presente parecen tener su
mejor baza en Colombia y las próximas elecciones en ese país. Estoy
convencido de que esta es la clave para entender el demencial
aferramiento al inmovilismo en Cuba y no emprender cambios elementales
de liberación económica en la isla que disminuirían la presión social y
la anomia económica. Apuestan por un futuro de vampirización continua y
expansión continental de su desastroso sistema. En Colombia cuentan con
el albur de lograr controlar el poder. A todas luces, les dan acicate
sus fronteras con la pupila Venezuela chavista y su vínculo criminal con
las FARC, aunque también continúen jugando a la ruleta rusa con otros
países del área en los que vislumbran posibilidades, como por ejemplo
Costa Rica (continúa 2)
Estimada Rafaela Cruz, el análisis en su trabajo de la imprescindible
inversión extranjera debería dejarse en claro que de ser posible fuera
preferiblemente dirigida por y hacia privados, soslayando a lo que se
denomina Estado cubano (más bien racket de crimen organizado con cúpula
militar camuflada tras vestiduras-instrumentos de Partido único y
burocracia legislativa), por causa de ser un notorio despilfarrador. Y
eso para no meternos a ahondar en lo de ladrón de recursos. Creo que en
el análisis de su supervivencia debe tener en cuenta como obstáculo
insalvable ( pese a las mentirosas promesas veladas que en estos tiempos
de apuros económicos se dejan caer a sotto voce desde el poder para
consumo tranquilizante de los aun crédulos), el para nada abandonado
proyecto imperialista castrista de permanecer en control absoluto de
cuanto puedan dentro de la nación. (continúa)
Poner a trabajar a los cubanos, qué utopía ¡¡¡¡¡
"¿Quién trabajaría para el Estado?" La respuesta es muy fácil: las industrias y servicios modernos que hipotéticos empresarios extranjeros puedan abrir en Cuba no darán trabajo para todos!
El régimen lleva 62 años dándole vuelta a la noria para no reonocer que el socialismo es un fracaso y lo único que salvará a Cuba es la economía de mercados. No es una casualidad que China o Vietnam con más visión que Machado Ventura o el Murillo, se dieron cuenta de que no podían alimentar a una nación con una economía centralizada.
El resto es historia. Ambas naciones disfrutan de prosperidad y abundancia, e incluso Vietnam exporta motocicletas a Cuba. ¿Derechos humanos; libertad de expresión? Esa es otra discusión pero por el momento ni vietnamitas ni chinos hacen colas.