La música cubana se esparce por la planta -2 del intercambiador de Príncipe Pío, en Madrid. Miles de personas escuchan cada día a Benny Moré o Los Van Van antes de montar o bajar de sus ómnibus, pero las notas no salen de los altavoces de la terminal ni de la bocina de algún viajero. La música viene de una tienda de zapatos administrada por una mujer nacida en Manzanillo y criada en Santa Amalia, Arroyo Naranjo.
Eliana González Jorge tiene 43 años y lleva 20 viviendo en España. Nunca pensó que se convertiría en una empresaria, pero hace poco abrió su segunda tienda en Madrid y tiene sed de más: quiere llevar su negocio a la Isla. Para ella no es lo mismo bailar con un español que con un cubano. Lo dice porque a sus clientes les suele vender y atender con música, y le encanta "tirar un pasillo" cuando le caen bien.
A la gente que sale o entra de Madrid suele llamarle la atención "El rincón de Eli", como le llaman los trabajadores y vigilantes de la terminal. El outlet de zapatos que tomó González en julio de 2020 se ha convertido en el termómetro de la terminal: si no se escucha música es porque hay bajo movimiento de pasajeros.
Pero no siempre fue así, González recuerda un comienzo muy duro: "Yo decidí dar este paso porque, aunque suene muy ególatra, siempre supe que era muy buena vendedora y no ganaba lo suficiente en El Corte Inglés. Sentía que era demasiado lo que vendía contra lo que me reportaban a mí. Yo tenía unas perspectivas y dije: 'Me voy de aquí que voy a montar mi propio negocio'. Viene el coronavirus, y me viene una oportunidad, un traspaso, para yo emprender mis sueños. En plena pandemia, era un negocio que estaba totalmente arruinado y esta persona, la dueña, me dijo: 'Yo creo que tú vales para levantar este negocio'. Así me metí en el mundo del calzado".
Esta cubana, que solo estudió un Técnico Medio en Bibliotecología, no se arrepiente de haber emprendido, a pesar de los tropiezos. "De todo pasé. En pleno coronavirus, la gente con mascarilla, sin dinero, saliendo al mundo por primera vez después de meses encerrados. Aquello parecía que estábamos viviendo el fin del mundo. Imagínate qué momento para iniciar un negocio, para empezar a tener tus sueños sin tener nada. Cuando yo comencé no tenía nada, estaba ganando 250 euros en el paro, ya al final", dijo González a DIARIO DE CUBA desde la nueva tienda que abrió hace poco en el Paseo de la Florida.
La afición de González al mundo de la moda viene desde su hogar. Sus padres la criaron con el dinero que les dejaba la compra y venta de ropa en una Cuba sin muchas opciones para elegir qué vestir. "Recuerdo que mi madre me llevaba a la tienda Yumurí y me encantaba ver esos maniquíes vestidos con elegancia. Yo siempre he tenido eso, porque yo en Cuba vendía ropa. Estudiaba Bibliotecología, pero en mi casa toda la vida hubo un negocio de vender ropa, eso yo lo mamé desde la cuna", detalló.
González forma parte de la comunidad de cubanos asentada en España, la segunda más grande en el extranjero (solo superada por EEUU). Según el padrón de los residentes de Madrid, 29.674 personas nacidas en la Isla vivían en la capital española en 2022. La mayoría de ellos residía en el centro de la ciudad por factores nada despreciables, como la oferta de empleo. Varios restaurantes de cocina cubana, por ejemplo, suelen emplear a coterráneos. González también ha recurrido a compatriotas para desarrollar su negocio, y dos cubanas trabajan para ella a tiempo completo.
"Es muy difícil encontrar un buen equipo de trabajo", explicó la emprendedora. "He pasado por venezolanas y españolas, pero al final me di cuenta de que con cubanas tenemos mayor feeling, somos muy buenas personas, luchadoras. Los cubanos sabemos vender muy bien el producto. También de esa forma ayudo a mis compatriotas, nos sentimos en familia, nos entendemos. Es muy difícil el mundo laboral aquí en España y quizás conmigo pueden integrarse mejor."
Dayana Fernández Alés, de 39 años, lleva menos de un año en Madrid y no duró mucho en los otros sitios donde trabajó. Desde que González le dio trabajo dice que puede llegar "sin susto" a fin de mes y mantener a sus dos hijos pequeños: "Para mí representa mucho este empleo porque desde que yo me gradué en Cuba a los 18 años trabajo en el comercio. Al llegar aquí a España ha sido una fortuna poder trabajar con cubanos viniendo de donde mismo yo soy. Al final somos todas latinas y nos entendemos bien. Para mí es una gran fortuna ganarme la vida aquí".
Fernández, quien trabajó en muchas tiendas en Cuba, comparte la visión de González de utilizar la música como una forma de llegar al público: "La música es muy importante en cualquier sentido para todos los comercios. Aquí me he dado cuenta de que la música cubana atrae al cliente y mientras sea agradable al oído ayuda mucho. Aquí yo me se siento libre porque la tienda está en un intercambiador y pasan muchísimas personas de diferentes nacionalidades. Como una tiene carisma porque es cubana, va conociendo a la gente y haciendo relaciones que en otro sitio ni pensarlo".
"Utilizamos la música cubana con ricura", añadió González. "Eso es muy importante, porque es increíble cómo hay clientes que se acercan y se ponen a bailar. Y me dicen '¡Guao!, esta canción nos encanta'. Cosas así hacen que el cliente pague bailando. Si pones una música triste te pones a llorar, pero cuando pones esa onda alegre la gente paga el dinero con felicidad. Tú puedes vender cualquier producto y esa persona desaparecer de tu vida, pero solemos enganchar al cliente por la forma que tenemos de ser, por la gracia, por el desparpajo, eso se vende también."
Hasta ahora González ha demostrado que su baile tiene éxito, y está subiendo la apuesta: "Acabo de abrir este nuevo local y le he puesto 'Clara Queen' por mi abuela, que siempre adoró la costura y me zurcía mi ropita. También estamos terminando la tienda online con la que pensamos vender hasta en Cuba. Cualquiera podrá comprar a sus familiares en la Isla para hacerles llegar el producto a ellos. Lo mismo que a lo mejor comprabas en Cuba a un precio desorbitado, lo pueden hallar quizás más barato".
Para González lo principal es la unidad de su equipo y "tener bien pisada la tierra". A todos los migrantes cubanos que están llegando a España, aconseja abrir la mente y aprender mucho de cualquier trabajo: "En este tiempo he aprendido que tengo que luchar por mis sueños, que mis compatriotas son lo máximo, lo mejor. Llevo muchos años aquí y sé que las personas cuando llegan tienen otros pensamientos, otra forma de ser y tienen que educar eso un poco. Pero lo entiendes y creo que los cubanos tenemos buenos sentimientos, nos involucramos, hacemos equipo y nos adaptamos. Somos especiales".
En cuanto a planes futuros, esta habanera de Santa Amalia no deja de soñar: "Mi objetivo es que mi producto pueda llegar directamente al cubano con muy poco pago para que sea llevado a Cuba. Yo quiero hacer que las entregas tengan un coste mínimo, muy barato. Sé bien que podría demorarse y no llegará en una semana, pero sí en 15 días. De esta forma pudiéramos vender moda de verano todo el año aunque sea online. Lo que era la tienda Yumurí en La Habana, yo quiero tenerla aquí en España llevándola a Cuba".
Como dice la Sra. Ana yo también me alegro de su éxito, pero ¡por favor! que no se crea que por ser cubana se es mejor que otra persona de otra nacionalidad, en todas partes hay gente buena, trabajadora y también malas personas. Los cubanos NO somos el ombligo del mundo.
En cuanto a lo vender para Cuba, hay algunas personas que no pueden olvidar el barracón de donde salieron.
Pimpam___El barracón “jala”, sobretodo cuando uno no se ha liberado del provincianismo. Me alegro por su éxito y que les siga yendo bien, pero no lo ha logrado porque sea cubana y se pase el día bailando en la tienda, sino por coyunturas, gestión y la suerte necesaria que acompañan a los negocios. No creo que porque se ponga como Juana Bacallao en la puerta de la tienda vaya a vender mucho. Eso sí, la cola de gente para hacerse la foto va a hacer larga.
Esa idea de que el cubano es "especial", "único", alimentada en Cuba por sesenta y no sé cuántos años de los Castro es un disparate tan grande como que el helado de la heladería Copelia era el mejor del mundo, o que no hay otro cielo azul como el de Cuba. Lo triste es que ha florecido en las generaciones educadas en eso. Según la entrevistada, se tiene carisma porque se es cubano, y ni españolas o venezolanas tienen feeling o son buenas personas. A esta cubana parece que le ha ido bien, y la felicito. Pero debiera mirar más allá de su nariz, al mundo en España que le permitió abrirse paso, como no podía hacerlo en Cuba. Y ¿volver adónde nunca le abrieron puertas? ¿O es que el negocio de la venta de ropa de la familia es ahora una MIPYME?
¿Y para qué esta señora quiere llevar su negocio a la „Isla“? Lleva 20 años en España y fuera de Cuba y todavía „insiste“. 😂