Dos de las víctimas de un reciente episodio de violencia transfóbica ocurrido el pasado martes en Cárdenas, Matanzas, exigieron justicia durante una entrevista con DIARIO DE CUBA.
El ataque ocurrió el 20 de junio sobre las 11:00PM, en las calles Tenería y Ruíz, sitio de encuentro de muchachas trans, cuando seis de ellas conversaban y pasó un coche de caballos con varios jóvenes que comenzaron a ofenderlas y tirarles botellas sin motivo alguno, como en ocasiones anteriores ya había sucedido, de acuerdo con los testimonios.
"Nosotras les gritamos y ellos se fueron y pensamos que todo había quedado así, como otras veces, pero entonces regresaron supuestamente a recoger una chancleta o algo que se les había caído. Viraron armados con una jaba de piedras y botellas que comenzaron a lanzarnos con fuerza para herirnos", relata Roxana Montejo Suárez, de 22 años.
Yeni Marlen González Díaz, de 38 años, otra de las víctimas, dice que fueron ofendidas por su identidad de género. "Nos tiraron con fuerza las piedras y botellas, nos defendimos como pudimos, pero al final nos dieron a tres de nosotras. Las que peor salimos fuimos Roxana y yo. A Roxana le dieron en la cadera y en el pie que se le inflamó mucho. A mí me dieron por la barriga, donde se me hizo un hematoma grande, y por un dedo de la mano, al punto que perdí bastante sangre. Me fracturaron el dedo, que lleva férula"
Montejo Suárez explica que, después que se fueron los muchachos, ellas acudieron a la Policía para hacer denuncia.
"Según los policías, no procedía denuncia porque no había lesiones y tuvimos que irnos para la casa, pero decididas a regresar todas al día siguiente para la unidad de la Policía en Línea y Velásquez", añade.
Según González Díaz, la noche del ataque las "llevaron de la Policía al médico, pero allí no había nada, ninguna medicina" y las "mandaron a ponernos fomentos de agua fría".
"En la Policía nos hicieron el caso del perro, se negaron totalmente a levantar denuncia y dijeron que hablarían con los jóvenes para que eso no pasara más", agrega
"A la mañana siguiente tampoco nos hicieron ningún caso en la Policía", denuncia Roxana Montejo Suárez.
"Nos dirigimos todas a la Fiscalía Municipal de Cárdenas, donde nos atendió una muchacha de forma amable, que llamó a la Policía y nos indicó que volviéramos a la unidad policial, que seríamos atendidas. En la policía nos maltrataron mucho. Primero no nos hacían caso y luego nos mandaban de una oficina a otra a repetir la historia de lo sucedido una y otra vez, como payasos, a los oficiales que nos daban respuestas evasivas", señala.
"Nosotras estábamos con dolores, sin comer nada todo el día. Por la tarde nos mandaron de nuevo al médico porque decían que los certificados anteriores no servían, luego mandaron una patrulla a buscar a su casa a uno de los atacantes y finalmente a las 9:00 de la noche fue que nos tomaron la denuncia, creo que por las lesiones", cuenta.
Para Yeni Marlen González Díaz, "fue muy desagradable la discusión" que tuvieron con el jefe de la patrulla que tenía que buscar a uno de los agresores.
"El patrullero decía que nosotras teníamos que conocer la dirección. Nosotras respondimos que ese era su trabajo, y allí empezamos a discutir hasta que finalmente vino una persona que conocía (al agresor) y lo fueron a buscar", añade.
"Luego la cosa se puso peor, porque la madre del detenido entró a la Policía y nos gritó que éramos unos maricones descarados, y cuando le contestamos los policías nos increparon a nosotras. Así estuvimos todo el día hasta las 9:00 de la noche, hora en que se levantó la denuncia porque un jefe llamó desde La Habana, según comentó un policía. Pudimos marcharnos casi a las 11:00 de la noche, estando desde temprano allí. Sentimos que todos los policías estaban en contra nuestra", dice Montejo.
"Siempre nos trataron como hombres, se negaron a tratarnos como mujeres, como exigimos. También nos dijeron que no publicáramos más fotos en internet que al final los que estaban resolviéndonos el problema eran ellos. Otra cosa es que el caso lo tiene una nueva instructora o investigadora, no sé cómo se dice, que alega que es nueva con el caso y que no tiene ninguna información", cuenta.
Las víctimas del ataque transfóbico dicen que no saben el delito que se le imputará a sus agresores, ni tampoco conocen si finalmente están detenidos.
"No sabemos nada y la Policía se niega a brindar la más elemental información a la que tenemos derecho como ciudadanas", lamentan.
La Constitución cubana establece en su artículo 42 que todas las personas son iguales ante la ley, reciben la misma protección y trato de las autoridades y gozan de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin ninguna discriminación por razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel, creencia religiosa, discapacidad, origen nacional o territorial, o cualquier otra condición o circunstancia personal que implique distinción lesiva a la dignidad humana. Esto es denominado principio de igualdad ante la ley.
"Nosotras exigimos que se haga justicia. Basta ya de impunidad. Hay un nuevo Código de las Familias que es por gusto, no ha llegado a Cárdenas todavía. Yo vivo a casi cinco kilómetros de la unidad de la Policía. Ahora no puedo caminar y cada vez que voy allá tengo que alquilar un coche de caballos en 200 y pico de pesos", añade.
Ni Roxana Montejo, ni Yeni Marlen González tienen empleos en estos momentos.
"Yo no trabajo, no porque no quiera, porque estudié técnico medio en recursos humanos, pero cada vez que voy a buscar trabajo me lo niegan con cualquier pretexto. Por ejemplo, me dicen que ya se cubrió la plaza y después se la dan a otra persona. Yo sé que no me dan trabajo por mi identidad de género y eso está mal. A Cárdenas no llegan las leyes de este país", concluye Montejo.
En Cuba la justicia está en falta. Pero además, qué justicia puede haber para este grupo humano cuando muchos de los que reclaman justicia para sí no reconocen a este grupo como merecedores de ella.
En Cuba sabemos que nadie tiene derechos pero en todo caso en un futuro merecen exactamente el mismo respeto que el resto. No menos, no más.
Tremendo feo se manda el compañero Roxano.