El Gustavo Petro que asumió la presidencia de Colombia, siendo él mismo una figura pública que emergió de un proceso de paz previo, puso todo el peso de su gestión gubernamental en alcanzar lo que denominó "la paz total", que parece atascada después de dos años de su toma de posesión, con muy diversos frentes de negociación abiertos y sin logros palpables de cara a la sociedad.
El símbolo más notable y que pesa de forma especial sobre Petro, tras dos años, es lo ocurrido con el otrora guevarista Ejército de Liberación Nacional (ELN). El presidente, quien fue parte del insurgente M19 y saltó a la arena política democrática tras un proceso de paz, había insistido en que él sí lograría avances con este grupo alzado en armas, que históricamente tuvo el padrinazgo del castrismo cubano y en los últimos años encabeza redes vinculadas al tráfico de drogas.
La semana pasada sendas declaraciones públicas dejaron en evidencia que el proceso de conversaciones con el ELN quedó en un punto muerto. "Hoy la paz con el ELN vive su mayor crisis. Están congeladas las mesas y el mecanismo de monitoreo y verificación", declaró el 14 de agosto el alto comisionado para la Paz, Otty Patiño.
Ese mismo día, el ELN difundió un comunicado sobre "la grave situación de crisis" que atraviesa el proceso. Petro y la comandancia de este grupo, encabezada por Antonio García, se acusan mutuamente de incumplir los acuerdos ya alcanzados.
El deseo de paz entre colombianos es de larga data. La promesa de "la paz total" de Petro llegó a un país con décadas de conflicto interno armado, en las que se han enfrentado a guerrillas, paramilitares, grupos de narcotráfico y las fuerzas de seguridad del país.
El Acuerdo de Paz de 2016, firmado en La Habana, entre el entonces Gobierno de Juan Manuel Santos y la extinta guerrilla de las FARC, la más antigua de la región, trajo una breve pausa y una esperanza, que por la vía de los hechos se fue diluyendo. Colombia sigue inmersa en una espiral de violencia, en medio de crecientes y diversos grupos delictivos, que se han expandido en los dos años de mandato de Petro.
Desde que asumió el poder, en agosto de 2022, Petro ha impulsado diálogos con los distintos actores de violencia, pero sus esfuerzos por la "paz total" han estado plagados de obstáculos. Después de dos años no logra mostrar resultados palpables para la sociedad colombiana.
Y justamente el ELN simboliza esa ausencia de avances. El pasado 5 de agosto, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, confirmó que las Fuerzas Armadas de Colombia reiniciaron sus operaciones contra este grupo, fundado en 1963 con inspiración guevarista, después de que expirara el alto el fuego que habían pactado.
"Dos años después del inicio del mandato del presidente Gustavo Petro, los análisis sugieren que los grupos criminales han aumentado su fuerza, mientras que la paz sigue siendo una perspectiva lejana", destaca un reporte del portal especializado Insight Crime.
No se trata solamente del estancamiento ya público con el ELN, también están otros ámbitos de negociación y diálogos que no avanzan. Entre ellos, el llamado Estado Mayor Central (EMC), una de las disidencias de las FARC, que surgieron entre los frentes armados que se negaron a adherirse al Acuerdo de Paz de 2016, firmado en La Habana en los años de gobierno de Juan Manuel Santos.
Las negociaciones con la principal disidencia de las extintas FARC se fragmentaron, para complejizar más el proceso. Por ejemplo, el pasado 17 de julio, el Gobierno anunció el fin de la tregua con el EMC, mientras que firmó un decreto para extender hasta octubre la tregua con algunas fracciones del mismo grupo armado.
Entretanto, Petro ha ganado el público respaldo de la Segunda Marquetalia, otra disidencia de la otrora guerrilla de las FSARC, encabezada por Iván Márquez. El Gobierno y este grupo iniciaron conversaciones el pasado 24 de julio.
Una muestra de cómo debe moverse en distintos frentes y a distintas velocidades, es que mientras que el 5 de agosto el sector castrense anunciaba el fin de la tregua con el ELN, ese mismo día el Gobierno de Petro dio un audaz paso al establecer un "espacio de diálogo sociojudicial" con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), también conocidas como Clan del Golfo, que por la vía de los hechos constituyen el principal grupo criminal de Colombia y no tienen ninguna reivindicación política o social.
El objetivo, por ahora, es evaluar su disposición a aceptar el Estado de derecho y fijar los términos de su posible entrega a la Justicia, señaló el Gobierno de Petro.
Como sostiene el think tank Crisis Group, a los gaitanistas se les conoce también como el Clan del Golfo, pero rechazan esta denominación. Se trata de una entidad integrada "inicialmente por combatientes alineados con grupos paramilitares y guerrilleros de Colombia, cuentan ahora con unos 9.000 integrantes y son la organización criminal más rica del país".
Crisis Group recuerda que los gaitanistas controlan gran parte de las zonas rurales del norte del país, manejan la mayor parte del narcotráfico y supervisan un extenso tráfico de inmigrantes.
Solo el año pasado, al tener el control del paso al Tapón del Darién desde el lado colombiano, el Clan del Golfo obtuvo unos 57 millones de dólares en ingresos, según estimación que hizo a fines de 2023 la ONG internacional Human Rights Watch (HRW).
Los Gaitanistas, según constató HRW en el terreno, reciben un estimado de 125 dólares por cada persona que cruza de forma irregular la inhóspita selva en la frontera con Panamá para seguir su recorrido con el plan de llegar a EEUU.
Es alarmante la ingenuidad de algunos articulistas, suponiendo que ese sea el caso. Cuando un comunista habla de prosperidad significa miseria. Cuando afirma que abastecera los mercados esta diciendo que los racionara. Cuando asegura que ama a su pueblo en realidad lo odia. Y cuando dice defender la democracia lo que defiende es la tirania.
Asi que cuando un veterano narco terrorista de ese signo ideologico te diga que busca la "paz total" lo que hara es propagar la guerra absoluta, aunque pronto saldra Mires u otro de la misma escuela para aclararnos que Petro no es de izquierda ni de derecha, como tampoco el vecino Maduro.
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Es difícil identificar oportunidades para canalizar ayuda humanitaria a Venezuela circunvalando los obstáculos.
¿Algo simbólico?
Los globos que envía Corea del Sur a Korea del Norte parece que no aguantan el peso de una Bandeja Paisa. ¿💡?
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Son los resultados de la Paz de saliva firmada en la Habana por Juan Manuel Santos, donde les proporcionó a las FARC, una alfombra roja para que los narcos se refocilaran. En fin la paz de los sepulcros.
Lo que está pasando en Colombia es que el borracho Petro se ha sentado hablar de paz con los diferentes grupos delincuenciales atándole las manos al ejército. Y los delincuentes que no son bobos se han desbordado, asaltando y matando impunemente en nombre de la Paz.