La gestión de Ariel Henry como primer ministro interino en Haití llegó a su fin tras dilatar por más de dos años la convocatoria a unas elecciones, tal como le pedían factores políticos haitianos y la comunidad internacional. Deja al país en medio de un caos mayor del que recibió cuando quedó como figura de poder tras el asesinato de Jovenel Moïse en 2021.
A la crisis humanitaria que ha sido parte intrínseca de la historia moderna de Haití, se le sumó una espiral de violencia desde que el presidente Moïse fue asesinado por un escuadrón de mercenarios, fundamentalmente colombianos, en una operación orquestada en el estado de Florida (EEUU). La sociedad haitiana empezó a padecer, no solo la falta de alimentos, ya crónica, o la ausencia de agua potable recurrente. A todo esto se le ha sumado una violencia extendida bajo el comando de escuadrones criminales.
Desde Puerto Rico, este lunes finalmente el primer ministro renunció. Henry había sido designado como primer ministro por Moïse poco antes de que este fuese asesinado. Dada la ausencia de Parlamento, por una crisis institucional prolongada, no hubo una ratificación parlamentaria como lo establecen las leyes del país caribeño. Así que Henry fue un primer ministro en funciones, sin cumplir con lo que dictan las leyes. La gota que parece haber derramado el vaso es que Henry había anunciado que en febrero de 2024 habría elecciones generales, pero tal cosa no sucedió y en el ínterin también descabezó al órgano electoral.
La renuncia de Henry, que era una condición exigida por varios países para comenzar a planear un proceso de transición, coincidió este lunes 11 de marzo con una reunión de emergencia de la Comunidad del Caribe (CARICOM) junto con EEUU en Jamaica. La presencia de varios primeros ministros caribeños, así como presidentes y del secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, dejó en evidencia la importancia de esta cita.
La madrugada de este martes Henry difundió un vídeo confirmando su renuncia, pero esta ya se daba por hecho el lunes en la reunión de Jamaica. La condición endeble de Henry en el poder quedó en evidencia cuando decidió viajar a Kenia, para formalizar la participación de uniformados de ese país africano encabezando una misión de seguridad aprobada por la Organización de Naciones Unidas. Tratando de regresar a Puerto Príncipe, el ahora ex primer ministro estuvo varado en Puerto Rico, por una semana, mientras su país se hundía aun más en una ola de violencia que incluyó la fuga masiva de presos de las dos principales cárceles de la nación.
De acuerdo con Insight Crime, el asalto a estas dos cárceles fue liderado por Jimmy Chérizier, alias Barbecue, un expolicía que dirige la confederación de pandillas más poderosa del país, el G9. Barbecue expresamente anunció un aumento de la violencia con el objetivo de forzar a Henry a abandonar su cargo. Las bandas criminales han apostado a profundizar la situación caótica y el estado de anomia que asola a Haití.
En su vídeo, entretanto, Henry "acepta la instauración de un consejo presidencial de transición", cuyos miembros serán elegidos entre diversos sectores de la vida nacional. Esta tesis de una transición de amplia base, que incluya a Iglesias, académicos y sociedad civil es la salida que han discutido los delegados del Caricom y EEUU en Jamaica.
Con su principal aeropuerto cerrado, el personal de diversas misiones diplomáticas evacuado (incluido el cuerpo diplomático de EEUU en Puerto Príncipe), las calles tomadas por bandas criminales y la población huyendo hacia las zonas rurales o tratando de cruzar la frontera hacia República Dominicana, la situación haitiana demanda respuestas urgentes en varias direcciones en simultáneo, además de la institucionalización política.
EEUU decidió duplicar su oferta de ayuda a la misión policial de Kenia, elevando a 200 millones su aporte inicial. No hay claridad sobre cuándo llegará este grupo elite de uniformados africanos de unos 1.000 efectivos, que además de reconstruir a una desintegrada Policía Nacional de Haití, tendrán potestad para realizar arrestos y enfrentar a las bandas criminales.
"La situación demanda una acción conjunta que involucre a EEUU y otros países con influencia sobre Haití, junto a naciones caribeñas que, dada la dimensión del caos, están prestos a actuar en un terreno diplomático. La deriva e ingobernabilidad en la que está sumergido Haití tendrá repercusiones más allá de este país y se debe actuar con celeridad", sostiene un exfuncionario de la ONU, con conocimiento del terreno, que fue consultado por DIARIO DE CUBA.
"Lo que sí parece un mal chiste es esta propuesta del presidente Bukele, de El Salvador. Su país no tiene la capacidad policial ni el conocimiento de la situación, para ser la solución a la crisis que vive Haití", comentó este veterano diplomático, con experiencia en el Caribe y Centroamérica.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, aseguró que puede solucionar la grave crisis de violencia que atraviesa a Haití. Para ello, dijo, tendría que contar con el visto bueno de las autoridades locales y de la ONU, y sostuvo que los uniformados de su país esta? en capacidad de "aniquilar" a las bandas criminales haitianas, una victoria que según él ya se logró en El Salvador.
"Haití ha vivido un desastre continuado a lo largo de décadas: dictaduras militares, huracanes, terremotos, líderes mesiánicos, gobiernos fallidos, conspiraciones, asesinatos políticos, cofradías de narcotraficantes, oligarquías sordas y mudas; y hoy, 200 pandillas criminales que luchan por imponerse en los territorios, en guerras entre ellos, y contra el Estado", así, de forma sucinta pero diáfana, recapitula el escritor nicaragüense Sergio Ramírez las capas de crisis sucesivas que parecen coexistir y arrastrar a Haití.
Ante esto, sostienen diversos observadores, lo urgente será atender el tema de seguridad en las calles, pero Haití demanda respuestas ingentes en muchos otros ámbitos, que el país caribeño por sí solo no podrá atender.