A diferencia del ostracismo que padeció hace cuatro años, cuando unos 60 países de Europa y el continente americano, principalmente, dejaron de reconocerle como presidente legítimo de Venezuela y retiraron embajadores o de plano cerraron delegaciones diplomáticas, Nicolás Maduro celebra ahora su plena reinserción en Sudamérica, al reestablecer lazos con Paraguay.
Como herencia de la política de presión máxima de los tiempos de Donald Trump en la Casa Blanca, aún no hay relaciones diplomáticas con Washington ni se reabrieron las embajadas. Sin embargo, en general el régimen de Maduro disfruta en la actualidad de un reconocimiento de facto que se traduce en acciones diplomáticas de diverso tipo. El mandatario conservador de Paraguay, Santiago Peña, confirmó este 15 de noviembre el restablecimiento pleno de relaciones.
Al tener relaciones con Paraguay, Sudamérica se ha convertido en una zona completamente apta para la interacción diplomática del chavismo con los países de la subregión, teniendo además el apalancamiento del Gobierno de Brasil, con el propio Luiz Inácio Lula da Silva pidiendo a sus pares sudamericanos que se pusiera fin al aislamiento diplomático que rodeaba a Maduro.
El único punto disonante para Caracas, en este momento, lo constituye la reactivación del conflicto diplomático con Guyana por el llamado territorio esequibo, que Venezuela reclama como propio desde el siglo XIX. La cercanía de un eventual fallo de la Corte Internacional de Justicia y la decisión del chavismo de organizar un referendo sobre el tema, ha reactivado las diferencias entre Caracas y Georgetown.
Aunque Guyana forma parte de Sudamérica, en términos culturales y de integración en verdad el peso de su acción diplomática transcurre en el seno de la Comunidad del Caribe (CARICOM), cuya sede precisamente se encuentra en la capital guyanesa. Hace escasos días, un comunicado de CARICOM reafirmó el rechazo de las naciones caribeñas al referendo que organiza el chavismo y recalcó el respaldo a la posición de Guyana.
Entretanto, el presidente paraguayo en su primera rueda de prensa como presidente electo se dijo dispuesto a restablecer las relaciones con Venezuela, pero aclaró que ello no supondrá acallar la defensa de los derechos humanos y de la necesidad de "elecciones limpias, transparentes y participativas" en Venezuela. Peña y Maduro dialogaron por teléfono apenas se confirmó el triunfo en las urnas del nuevo presidente paraguayo.
El expresidente paraguayo Mario Abdo Benítez (2018-2023) rompió relaciones diplomáticas con Venezuela en enero de 2019 y anunció el cierre de su embajada en Caracas, después de que Maduro asumiera su segundo periodo de Gobierno tras un proceso electoral que Asunción tachó de "ilegítimo", una posición tomada por decenas de países.
En su última participación como gobernante en la cumbre semestral del jefes de Estado del Mercosur (mecanismo conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) celebrada en la ciudad argentina de Puerto Iguazú, Abdo Benítez denunció en julio pasado, las "restricciones políticas" que suceden en Venezuela.
En particular, Abdo Benítez mencionó en julio la inhabilitación electoral de la opositora María Corina Machado, quien posteriormente resultó electa como candidata unitaria de oposición pero a la que el chavismo le niega la posibilidad de participar en los comicios presidenciales de 2024. Unos comicios en los que Maduro espera alcanzar un tercer periodo consecutivo de seis años, para gobernar hasta 2030.
Salvo visitas a Cuba, y una polémica recepción en México, desde 2018 Maduro había estado aislado en la región desde su relección hace cinco años. Este aislamiento se profundizó a partir de enero de 2019, cuando el joven opositor Juan Guaidó, entonces presidente de la Asamblea Nacional, fue reconocido por más de 60 países como "presidente interino" de Venezuela.
Además del paulatino retiro de embajadores de Caracas como señal diplomática de la disconformidad con lo que ocurría en Venezuela, el Gobierno de Maduro hizo frente a la "política de presión máxima", tal como la definió la Casa Blanca durante el mandato de Donald Trump, que sancionó a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), así como al Banco Central de Venezuela y a la principal minera del Estado venezolano.
"El chavismo vivió con sanciones. Sobrevivió a las sanciones gracias a que tuvo el respaldo de Turquía, Irán, India, Rusia y China. Ahora, en este 2023, se amplían los respaldos políticos, se reestablecen lazos en la región, cosa a la que el Gobierno de Maduro da mucha importancia", comenta a DIARIO DE CUBA el profesor y analista Félix Arellano, quien fue director de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela.
El 1 de enero de este año, una vez que asumió la Presidencia Luiz Inácio Lula da Silva, una de las primeras decisiones que tomó el nuevo canciller de Brasil, Mauro Vieira, fue el restablecimiento de relaciones con Venezuela. Similar decisión tomó Gustavo Petro en Colombia apenas pisó el Palacio de Nariño como presidente en agosto de 2022.
El pasado 25 de mayo, entretanto, el presidente de Chile, Gabriel Boric, designó a un nuevo embajador en Venezuela. Jaime Gazmuri Mujica, exembajador chileno en Brasil, pasó a ocupar el cargo que estuvo vacante desde 2018 en Caracas. Dos días antes, Eber Da Rosa fue designado oficialmente como embajador de Uruguay en Venezuela, luego de siete años de ausencia del más alto cargo en la delegación diplomática.
El Gobierno uruguayo, de corte conservador, descartó que el restablecimiento de relaciones fuese a significar un cambio en las posiciones públicas, de crítica al autoritarismo de Maduro. En esa misma dirección se inscribe ahora Peña. Relaciones diplomáticas plenas, sin complicidad para denunciar las violaciones a los derechos humanos.
Para varios países de la región, según un veterano diplomático sudamericano consultado por DIARIO DE CUBA, resultaba un contrasentido no tener comunicación directa con el chavismo, mientras que la Casa Blanca ha venido sosteniendo reuniones y diálogos de alto nivel con Caracas. El Gobierno de Joe Biden apostó por cambiar la postura que había heredado de Trump y hace escasas semanas se allanó a flexibilizar las sanciones a cambio de condiciones electorales para 2024.
La politica en America Latina DA ASCO. En tanto, los países asiaticos en general con su pragnatismo y alergia a las musarañas ideológicas, se desarrollan a gran ritmo y sus pueblos viven mejor que los latinoamericanos, y cada día más.