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México

López Obrador descarta el 'dedazo' de los tiempos del PRI, pero modela a pulso su sucesión

El actual mandatario mexicano ha definido las reglas del juego que permiten la competencia por la sucesión.

Caracas
Andrés Manuel Lopez Obrador en reunión con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comunidad Europea.
Andrés Manuel Lopez Obrador en reunión con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comunidad Europea. Twitter/@lopezobrador_

En el México largamente gobernado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se hizo común que el presidente en funciones designara directamente a su sucesor. Dado el control que tuvo ese partido sobre las instituciones mexicanas, se daba por descontado que el bendecido por el "dedazo" presidencial asumiría la jefatura de Estado en el siguiente sexenio. El actual presidente Andrés Manuel López Obrador se ha empeñado en asegurar, cuando falta un año para las elecciones presidenciales, que no tendrá ninguna preferencia ni inclinará su poder a favor de los aspirantes a sucederle.

La ausencia de referentes opositores de peso, en la actualidad, hace prever que Andrés Manuel López Obrador terminará poniendo la banda presidencial a alguno de sus delfines políticos. Y, esta expectativa de que el candidato o candidata de Morena llegará al poder, tiene de forma subyacente una lucha intestina en los actuales momentos.

Por iniciativa de López Obrador, la definición de la candidatura presidencial se hará el 6 de septiembre próximo, basándose en un conjunto de encuestas en las que habrá varias preguntas. El sondeo no estará centrado en una exclusiva pregunta sobre quién cree debería ser el candidato o candidata presidencial, sino que por recomendación del presidente se deben medir también una serie de valores asociados a los distintos liderazgos.

La encuesta está inspirada en los modelos que ya viene aplicando Morena para definir sus candidaturas a los gobiernos de los estados (provincias). A la población en general se le preguntará sobre la honestidad, la cercanía, el compromiso y el conocimiento del país de los aspirantes. Los resultados irán a una reunión de la directiva nacional. Tal complejidad, según analistas, abre la posibilidad de interpretaciones que terminen por favorecer los designios de López Obrador, quien tiene interés en que se le dé continuidad a su legado presidencial.

En su papel rector del proceso, él obligó a que todos los aspirantes a sucederle renunciaran a sus puestos públicos, dentro del actual Gobierno, y ha construido una suerte de juramento en el cual quienes terminen en segundo y tercer lugar tendrán posiciones estratégicas en la campaña. Algunos analistas ven en todo esto un símil con el padre que intenta repartir la herencia de forma equitativa.

López Obrador, de 70 años, llega a la recta final de su Gobierno teniendo niveles muy altos de popularidad. La Constitución mexicana prohíbe la reelección después de un periodo presidencial de seis años. El presidente, quien ha apostado por hacer cambios institucionales de diverso tipo, mantuvo su palabra de que no buscaría reformas legales para buscar la relección.

De acuerdo con la encuestadora Mitofsky, que mide mensualmente el índice de aprobación presidencial en México, López Obrador tenía una valoración positiva por parte del 58,4% de los encuestados en el mes de mayo. El punto más alto a favor del presidente ocurrió en diciembre de 2021 cuando un 66% de encuestados aprobaba su gestión.

Para el periodista y analista Jorge Zepeda Patterson, la exjefa de Gobierno en la capital mexicana, Claudia Sheinbaum, es la favorita del actual presidente, pero este está maquinando para que su designación ocurra sin el dedazo que él mismo cuestionó en el pasado del PRI.

"El presidente está operando con el deseo de obtener lo mejor de dos mundos: instalar un proceso sucesorio nuevo y, al mismo tiempo, darse el gusto de entregar la banda presidencial a la opción con la que se siente más cómodo", sostuvo Zepeda Patterson en una columna para la edición mexicana de El País.

El otro candidato que tiene más peso en las encuestas previas, es el también el ahora excanciller Marcelo Ebrard. Sin embargo, este tiene un peso político no tan dependiente de López Obrador y podría tener un gobierno en el cual López Obrador no sea una sombra, esto según la lectura de un analista de una fundación política europea, a quien consultó DIARIO DE CUBA.

Aunque no hay un dedazo presidencial, como en el pasado, Zepeda Patterson no duda en señalar que es López Obrador quien ha definido las reglas del juego que permiten la competencia por la sucesión. El mandatario está modelando el proceso.

Este 21 de junio, por ejemplo, el presidente regañó a los gobernadores estadales de Morena y les pidió que se mantengan al margen del proceso interno con el que se definirá la candidatura presidencial del partido para las elecciones de 2024. Asimismo, prohibió que los gobernadores vayan a dar financiamiento directo a los distintos aspirantes. El partido Morena correrá con los gastos de manera equitativa, ha sido otro de las normas que ha impuesto el mandatario.

La campaña interna, en tanto, ha adquirido ribetes de demostración de fuerza nacional y no solo partidaria. El excanciller Marcelo Ebrard, por ejemplo, anunció que recorrerá al país, visitando cinco ciudades de México en diez semanas, en lo que proyecta como una suerte de entrenamiento para cuando sea el abanderado oficial de Morena.

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