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Opinión

¿Cómo mueren las dictaduras?

No existe consenso respecto a lo efectivo que puedan ser las presiones y sanciones internacionales como factor externo.

Montreal
Raúl Castro con las cenizas de Fidel Castro, Santiago de Cuba.
Raúl Castro con las cenizas de Fidel Castro, Santiago de Cuba. AP

Que las dictaduras parezcan invencibles a quienes viven bajo su yugo no es ni nuevo ni fortuito. Los dictadores utilizan todos los medios disponibles para proyectar una imagen de poder absoluto, sin importar las consideraciones éticas que suelen enmarcar la acción política en las sociedades democráticas. Sin embargo, la historia demuestra que muchos gobernantes y sistemas autoritarios que parecían eternos e invencibles han caído, a veces de manera inesperada. Ejemplos incluyen el colapso de las dictaduras comunistas en la Unión Soviética y Europa del Este, así como el de numerosas dictaduras militares en África, Asia y América Latina.

No existe una fórmula infalible que pueda aplicarse indistintamente a cualquier contexto para derrocar un sistema político autoritario, ni siquiera para expulsar del Gobierno a quienes tienen un rol determinante en el mantenimiento de estos sistemas. Sin embargo, es posible identificar al menos dos tipos de factores que con frecuencia obligan a los dictadores a abandonar el poder.

Por una parte, se encuentran las salidas del poder propiciadas internamente. Estas incluyen los golpes generados por actores que mantienen vínculos estrechos con la cúpula gobernante. En general, las dictaduras dependen del apoyo de ciertos grupos clave, como las Fuerzas Armadas y la Policía. Cuando pierden tal apoyo, suelen colapsar. De hecho, una gran parte de las destituciones de líderes autoritarios ocurren internamente. Esto explica el temor de estos últimos a las elites más cercanas y por qué los regímenes autoritarios dependen de mantenerlas satisfechas y leales a través de recompensas y privilegios de los cuales el pueblo no dispone. Si las elites ven pocos motivos para desafiar al sistema, es poco probable que retraigan su apoyo.

El segundo tipo de factor relevante es de naturaleza externa, pues en este caso son agentes que se encuentran fuera de los círculos de poder quienes tienen un papel crucial en la caída de los líderes autoritarios. Un ejemplo de ello son las insurrecciones, como lo muestra el derrocamiento de Samuel Doe en Liberia en 1990. Otro ejemplo concierne los levantamientos populares como los de la Primavera Árabe de 2011, que condujeron a la deposición de dictadores en Túnez, Egipto y Libia.

Las presiones y sanciones internacionales constituyen otro factor externo no negligible, aunque no existe un consenso a este respecto. Mientras que algunos argumentan que la mejor manera de promover un cambio hacia un régimen democrático es a través de la cooperación internacional, intercambios culturales y otras formas de relación que permitan a los ciudadanos aprender sobre las ventajas de la vida en democracia, otros defienden enérgicamente las sanciones. Esto se debe a que los dictadores a menudo obtienen grandes ventajas de la colaboración económica, política y cultural, mientras restringen brutalmente los derechos de los ciudadanos.

Y claro, también es posible que los dictadores mueran mientras ostentan el poder, ya sea por asesinato, como en el caso de Rafael Trujillo en la República Dominicana en 1961, o por causas naturales, como en el caso de Kim Jong-Il en Corea del Norte en 2011. Sin embargo, es importante destacar que ni la muerte de un dictador, ni el fin de un régimen autoritario, conducen necesariamente a una transición democrática. Los cubanos sabemos muy bien estas dos cosas.

Del mismo modo, es posible que al ejercicio del poder de un dictador le siga un retiro apacible, como el de Nikita Jruschov quien fue removido del poder por las élites soviéticas y se retiró a vivir tranquilamente de su pensión en una casa regalada por el Gobierno. El dictador cubano Fidel Castro, quien contribuyó a derrocar una dictadura solo para instaurar otra peor, también vivió una vida apacible y murió tranquilamente, dejando el poder a su hermano, cuyo destino se perfila similar.

Los tipos de factores mencionados no son excluyentes y pueden combinarse de diversas maneras. De hecho, con frecuencia es la combinación de diferentes estrategias lo que contribuye a derrocar a un tirano y eventualmente a instaurar un sistema democrático. De vital importancia suele ser la unificación de diferentes perspectivas bajo una oposición amplia, mediante alianzas entre diferentes actores, como partidos políticos, grupos de la sociedad civil y organizaciones.

La división en el seno de la oposición suele ser fatal para los movimientos prodemocráticos, que enfrentan una dictadura que dispone del monopolio de la fuerza y carece de escrúpulos para utilizarlo. La resistencia no violenta también puede ser una parte importante de tal combinación. Una resistencia no violenta bien organizada puede ser difícil de reprimir y, al mismo tiempo, atraer apoyo internacional que, a pesar de los desacuerdos, suele ser de gran importancia para debilitar una dictadura. Todo esto puede a su vez tener un impacto considerable en los círculos de poder y suscitar divisiones entre las elites.

Derrocar una dictadura puede ser un proceso difícil, largo y complejo. El éxito depende, entre otras cosas, del contexto específico de la dictadura, de los recursos y apoyos disponibles, del riesgo que el pueblo esté dispuesto a asumir y del grado de unidad que se logre alcanzar más allá de las diferencias ideológicas. En cualquier caso, si algo debe quedar claro, es que las dictaduras suelen parecer invencibles, pero no lo son.

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9 comentarios

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Pero este hombre para que mete esta muela? Derrocar una dictadura es relativamente fácil y rápido, los cubanos tenemos experiencia en eso, en los años 50 del siglo pasado unos tipos para derrocar una dictadura asesina atacaron un cuartel, les salio mal y terminaron muertos o presos, después se fueron a México compraron un yatecito se montaron 82 tipos, desembarcaron en Cuba y 2 años después derrocaron esa dictadura, ahora llevamos 64 años intentando derrocar otra dictadura, la única conclusión que puedo tomar de eso es que a nosotros nos ha faltado lo que ha estos tipos le sobraba, no se que será, le dejo esa investigación al brillante señor que escribió este articulo a ver si me lo aclara.

Y el falso "general" no se dará cuenta de la ridiculez de su gorrita? Luce todavía peor al lado del guardia.

Profile picture for user Hermite

¿Cómo mueren las dictaduras?...en un charco de sangre...

Profile picture for user padre Ignacio

Esta demostrado que la única posibilidad que tienen los mulatos de sacar del poder al régimen vitalicio de la familia Castro y a la banda terrorista del MININT es uniéndose al movimiento SEBORUCO. Que cada cubano todas las noche lace un seborucazo contra cualquier dependencia estatal o vivienda de cualquier chivaton. No hace falta fondos de la USAID.

Profile picture for user Amadeus

Mi estimado Reverendo, mientras exista Miami ningún capirro descamisado se tomará el trabajo. Mire usted Irán, allí no hay para dónde coger, pues la gente se tira para ls calle.

Profile picture for user cubano libre

¿Se sabrá algún día dónde está enterrado el Cagandante?
Lo de las cenizas no me lo creo, en el Seboruco estarán las cenizas de sus tabacos; con lo ególatra que era yo creo que está congelado, esperando que lo revivan, su cuerpo seguro debe estar sumergido en un tanque de nitrógeno líquido, cómo Walt Disney ó Muhammad Ali.

Por supuesto que lo que pusieron en ese "monumento" no son las cenizas del monstruo. Si lo cremaron, las verdaderas cenizas muy posiblemente no estén ni en Cuba.

Profile picture for user Weston

“Derrocar una dictadura puede ser un proceso difícil, largo y complejo.” Jajajaja. La partió el articulista.

Profile picture for user Pedro Benitez

Tuvo una “vida apacible y murió tranquilamente, dejando el poder a su hermano” porque el hermano inició un traspaso de la cadena de mando sin obstáculos. Sin embargo, cuando otros cercanos al poder perciban que Raul está tomando siestas continúas, entonces la cadena de mando puede fragmentarse. Porque Alejandro Castro tiene ahora poca tracción con la institución militar.