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Brasil

Lula da Silva apuesta por un balance ideológico en las primeras designaciones ministeriales

Se prevee una política exterior más moderada y menos ambiciosa de Brasil que la de los mandatos anteriores del presidente.

Brasilia
Lula da Silva, al recibir su diploma de presidente electo.
Lula da Silva, al recibir su diploma de presidente electo. afp

El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumirá la presidencia por cuatro años este 1 de enero, ha optado por una suerte de balance ideológico en sus primeras designaciones de colaboradores al frente de ministerios estratégicos como Política Exterior, Hacienda Pública y Defensa.

El Lula da Silva candidato, para poder traspasar el techo electoral de su histórico Partido de los Trabajadores (PT), tejió diversas alianzas con sectores más conservadores y otros referentes de izquierda que incluso le hicieron oposición en sus dos primeros periodos como presidente (2003-2010). De esa forma logró imponerse, en segunda vuelta y por estrecho margen, al actual mandatario Jair Bolsonaro, quien buscaba la relección.

La elección que hizo Lula da Silva de su compañero de fórmula presidencial, al escoger como vicepresidente a Geraldo Alckmin, una figura conservadora que incluso se le opuso como candidato en las elecciones de 2006, envió tempranamente el mensaje de que un nuevo gobierno del septuagenario referente de la izquierda latinoamericana será diferente de su anterior paso por el poder.

El académico Thiago Rodrigues al resumir las designaciones de Fernando Haddad (Hacienda Pública), José Múcio (Defensa) y Mauro Vieira (Cancillería), cree que el presidente electo hizo un balance combinando una figura cercana y más izquierda como el caso de Haddad, una claramente conservadora para aquietar la tensión con los militares, tras los años de Bolsonaro azuzando un rol político de las Fuerzas Armadas, y una moderadamente progresista para la política exterior.

Rodrigues, profesor y politólogo de la Universidad Federal Fluminense, explicó a DIARIO DE CUBA que la política exterior tendrá un tono profesional, más moderado que los dos gobiernos anteriores de Lula da Silva; mientras que apuesta con Múcio a mantener el estatus quo en el mundo de los militares, al tiempo que su verdadero empuje estará en el manejo de las finanzas públicas con una gran apuesta colocada sobre los hombros de Haddad, un político profesional quien no se ha especializado en temas económicos.

Haddad, de 53 años y quien fue alcalde de São Paulo (2013- 2017), es el delfín político de absoluta confianza de Lula da Silva. Su nombre no apareció vinculado a las diversas tramas de corrupción que envolvieron a las gestiones anteriores del expresidente y de quien fue su sucesora, Dilma Rousseff, quien fue destituida por el Congreso.

Muchos referentes del PT perdieron credibilidad pública y fueron señalados de participar en casos de malos manejos de fondos públicos o asignación preferencial de contratos con el Estado a cambio de favores económicos. Haddad sobrevivió limpio a la ola de acusaciones, destituciones y juicios que envolvió al más grande partido de izquierdas de América Latina.

En 2018 cuando un encarcelado Lula da Silva no pudo ser candidato presidencial para enfrentarse a Bolsonaro, Haddad fue el candidato de un PT en las horas más bajas de ese partido. Sin experiencia directa en manejo de las finanzas públicas, Haddad tendrá el enorme desafío de ser el ministro al frente de la octava economía más grande del mundo. Ambas decisiones evidencian la confianza absoluta que le tiene Lula da Silva.

En el caso de la política exterior, entretanto, el presidente electo optó por nominar como canciller a una figura de carrera, con larga trayectoria en Itamaraty (sede de la Cancillería brasileña), con cercanía al PT pero como lo define Rodrigues de un "progresismo moderado".

Mauro Vieira fue canciller en los años de Rousseff, pero tal vez lo más importante ha sido su experiencia como embajador de Brasil ante dos socios estratégicos, EEUU y Argentina, e igualmente estuvo a la cabeza de la delegación brasileña ante la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Siendo una figura moderada, según Rodrigues, Vieira es una designación "aceptable para los aliados más conservadores y para los más progresistas" del Gobierno de Lula da Silva.

A juicio de este académico, una Cancillería conducida por Vieira apunta a que habrá una política exterior más moderada, menos ambiciosa de lo que fueron los años anteriores del fundador del PT en el poder, aunque habrá temas claves que igualmente regresarán con énfasis como democracia y derechos humanos, agenda climática y multilateralismo.

"Han sido temas muy importantes en la agenda de Lula da Silva. En este nuevo Gobierno se trata de retomar, pero no radicalizar", pronostica el profesor brasileño.

"El regreso de Luiz Inácio Lula Da Silva al poder, el 1 de enero de 2023, tiene como uno de sus grandes temas de agenda la reinserción de Brasil en el escenario global tras el repliegue bolsonarista. Pero el mundo que lo espera es muy diferente al de sus dos gestiones anteriores como presidente", apunta por su parte el académico argentino Juan Gabriel Tokatlian.

Finalmente, no pocos analistas y observadores de la dinámica política de Brasil quedaron sorprendidos con la designación de Múcio como ministro de Defensa. El diario El País apuntó que el nuevo ministro tiene amistad y trato fluido con Bolsonaro, quien durante el último año y medio ha exacerbado la politización en el seno de unas fuerzas armadas institucionales y alineadas con el proyecto democrático, tras la última dictadura (1964-1985).

Sobre la designación de Múcio, Rodrigues explica a DIARIO DE CUBA que se trata de "un hombre alineado con el conservadurismo en Brasil, apareció en la vida política en la época de la dictadura. Se le puede ubicar en centro derecha, y no es experto en temas de defensa".

"No es un civil que tenga conocimiento en temas de defensa, ni es cercano a los mandos militares", precisa el académico y por esa razón coincide en que ha sido la designación más sorpresiva: "no fue ni obvia, ni esperable".

"Mi impresión es que con su designación se quiere enviar una señal de que habrá una posición conservadora, sin cambiar radicalmente las cuestiones de la defensa, para luego abordar una serie de ajustes moderados en torno a la inserción del bolsonarismo en los altos mandos militares", sintetiza.

Para Rodrigues, Múcio, Vieira y Haddad constituyen una suerte de balance político e ideológico. Para otros analistas, en tanto,  estas designaciones dejan en evidencia la necesidad de Lula da Silva de construir consensos entre los distintos factores políticos que le apoyaron durante la campaña y que justamente gracias a ellos podrá regresar al poder a partir de este 1 de enero.

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1 comentario

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Es impresionante la absoluta falta de pudor del Lula. Claro, con tanta gente que lo sigue apoyando, no va ni siquiera a fingir estar apenado o arrepentido. Despreciable.