En cuestión de medio año, el presidente Pedro Castillo ha nombrado a tres jefes de Gabinete, un hecho inédito en la historia democrática de Perú. El maestro que hoy es jefe de Estado luce extraviado, se inició con figuras identificadas con el castrismo de Cuba como principales colaboradores, luego referentes de la izquierda moderada, para desembocar finalmente en figuras conservadoras. Todo eso en un lapso de apenas seis meses.
Castillo, un maestro que tuvo roles al frente del magisterio pero que no gozaba de experiencia política, ejerce su primer cargo público al frente de un país que, hastiado de los escándalos de corrupción de la clase política, terminó inclinándose por el outsider. Las instituciones electorales y judiciales determinaron que la ajustada victoria que logró el educador no fue resultado de un fraude, como había denunciado la candidata derrotada Keiko Fujimori, pero aun así está lejos de contar con gobernabilidad.
El problema central para Pedro Castillo, si se siguen los escándalos que han rodeado a sus sucesivos gabinetes, tiene que ver con su incapacidad para formar equipo y lograr, dentro de su propio Gobierno, trazar una línea de consenso que se traduzca en acciones y políticas cónsonas con lo que fue su oferta electoral. Aliarse ahora con el conservador Héctor Valer Pinto, una figura igualmente controvertida y cuestionada, no parece ser la ruta a la estabilidad.
El primer jefe de Gabinete de Castillo fue Guido Bellido, una figura impresentable como lo definió en privado una diplomática europea cuando DIARIO DE CUBA le pidió su opinión. Con un discurso que apuntaba a justificar la violencia terrorista del grupo maoísta Sendero Luminoso, Bellido fue sacrificado por el presidente en una decisión que aplaudieron las elites de Lima.
Este primer jefe de Gabinete lucía como una imposición de quien en verdad gozaba de poder, pero no podía ejercer cargos públicos, debido a causas judiciales. Bellido era una figura de segunda línea de Perú Libre, el partido fundado y controlado por el médico Vladimir Cerrón, formado profesional y políticamente en Cuba.
Perú Libre avaló ante las autoridades electorales a un Castillo que aspiraba a la presidencia pero que no tenía un partido, un requisito según las leyes del país andino. Cerrón intentó ser el poder detrás de la Presidencia y tras varios meses de tensión, el maestro rompió con esa izquierda castrista.
La segunda jefa de Gabinete fue Mirtha Vásquez, una figura ligada a la defensa de los derechos humanos, feminista e identificada con la izquierda moderada peruana. Se esperaba que, teniendo un Gabinete variopinto, pero en el cual algunos ministerios claves estaban en manos de referentes democráticos de izquierda, el Gobierno de Castillo finalmente se encarrilaría. Esto era lo que se esperaba en octubre cuando Vásquez fue designada al frente del Gobierno.
En Perú existe la figura del premier, primer ministro o jefe de Gabinete, una figura cuyo rol es articular la política entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, así como coordinar y armonizar con el presidente y el resto de ministros. Es de libre nombramiento y remoción por parte del jefe de Estado, pero necesita ser ratificado por el Parlamento.
Este 31 de enero, a seis meses y tres días de la toma de posesión de Pedro Castillo, se conoció la decisión de Vásquez de renunciar como premier. Le siguieron varios ministros claves, casi todos vinculados a posiciones de izquierda democrática. Ministerios claves como Interior, Exteriores, Economía, Defensa y Minería quedaron descabezados.
Según Vásquez, su renuncia se debió a la imposibilidad de construir consensos con el presidente. La salida de la izquierda moderada del Gabinete, junto a la ruptura previa con los sectores radicales que simpatizan con el castrismo, ha dejado al desnudo la fragilidad de Castillo, quien terminó apelando a la figura conservadora como Valer Pinto para que asuma como jefe de Gabinete.
Este congresista ha sido una suerte de veleta, pasando por varios partidos en los últimos años. Tras su designación como jefe de Gabinete la prensa peruana recordó un escándalo que le rodeó hace cuatro años. Fue acusado de violencia doméstica por su esposa e hija.
"Como candidato y luego congresista, Valer Pinto ha realizado comentarios contra el enfoque de género y expresiones machistas", recordó el portal de investigación periodística Ojo Público.
Entretanto, las organizaciones de defensa de los derechos de la mujer Flora Tristán y Manuela Ramos han condenado, no solo el nombramiento de Valer, sino también el de Katy Ugarte, como ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Se trata de una maestra de escuela que rechaza los derechos de la población LGTBI y cuestiona la igualdad de género en la educación escolar.
Los cambios y recambios, en tan corto tiempo, han estado acompañados de una caída en la popularidad y credibilidad de Pedro Castillo. Se combina el rechazo, entre los limeños, por el temor a una política izquierdista y estatista; junto a una nueva y creciente demanda de las regiones fuera de la capital, dado que el presidente no ha cumplido con los que fueron sus grandes promesas electorales.
El tipo es un penoso payaso que claramente no sirve para tal puesto, y la cosa siempre estuvo clara. Supongo que lo eligieron gente como él, pero sigue siendo una broma de mal gusto. Por eso los "latinos" o no salen del hueco o si salen vuelven al mismo. Sencillamente no aprenden.
Un sombrerito y no tejano para hacerse el distinto . Es decir ,como todos estos trasnochados de café con leche como lo fue castro con su verdeolivo y otros mequetrefes . Sin embargo , este Castillo solo hay que escucharle algunas frases balbuceantes para darse cuenta que Perú se "embarcó" con semejante ignorante!