Aunque ha superado en menos de cinco meses varias pruebas de fuego, incluyendo una votación que no prosperó para que el Congreso de Perú le removiera del cargo, el presidente Pedro Castillo tiene ante sí un serio desafío. Lima, que no solo es la capital, sino que concentra a los poderes económicos y políticos del país, desaprueba ampliamente la gestión presidencial del otrora maestro y dirigente sindical.
En varios sentidos, Pedro Castillo de 52 años, es un outsider. Pocas semanas antes de la primera vuelta electoral celebrada en abril de este año era prácticamente una figura desconocida o secundaria para la mayoría de peruanos; proviene de la provincia y no tuvo una carrera política previa. La presidencia de Perú es el primer cargo público que ocupa.
Su meteórico ascenso electoral, entre otros factores, se explica por una sociedad hastiada con los políticos tradicionales, así como un voto rural y provinciano de protesta que encontró expresión en el educador y dirigente sindical del magisterio.
Pero no todo es color de rosa. A menos de cinco meses de que asumiera el poder, la desaprobación ciudadana con la gestión de Castillo ha venido en ascenso, según revelan sondeos, y tal vez lo más llamativo es observar que este rechazo al presidente se concentra, de forma significativa, en Lima.
Ante una pregunta formulada por DIARIO DE CUBA, el profesor y experto en comunicación política James Dettleff sostiene que las elites políticas, empresariales y mediáticas del Perú rechazan de plano al presidente, dado que este no proviene de esas elites.
De acuerdo con la encuesta de Ipsos realizada este mes de diciembre para El Comercio, tres de cada cuatro consultados en Lima desaprueba la gestión del presidente. Este índice es superior a la medida nacional. En todo Perú la desaprobación se ubica en 58%, 13 puntos por encima del 45% de rechazo que tenía Pedro Castillo en agosto de este año, a escasos días de que asumiera el poder.
Mes a mes desde agosto, según los datos de Ipsos, se incrementa la desaprobación de Castillo entre los peruanos.
La clase alta y la clase media-alta tienen rechazo de 91 y 73 %, respectivamente. La encuesta demuestra que la aprobación de Castillo está, principalmente, fuera de la capital, en la zona sur del país y en sectores rurales.
Para Dettleff resulta preocupante, como demócrata, que no se quiera reconocer por parte de grupos empresariales y políticos conservadores —con base en Lima— que Castillo triunfó, aun por poco margen, pero se impuso en las urnas en la segunda vuelta ante la conservadora Keiko Fujimori, quien enfrenta un proceso judicial por blanqueo de capitales y es la hija del ex presidente Alberto Fujimori, condenado por abuso de poder durante su presidencia (1990-2000).
"Es un presidente incapaz, pero es el presidente elegido", sostiene el profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
El analista repasa las diferentes acciones que en breve tiempo han buscado minar la legitimidad de Pedro Castillo, desde la empecinada posición de Fujimori de no aceptar la derrota, las dudas que se esparcieron sobre las autoridades electorales, e incluso apelar al sistema judicial para tratar de evitar la proclamación de Castillo como presidente electo.
Pese a que las votaciones de la segunda vuelta tuvieron lugar el 6 de junio, no fue sino a pocos días del 28 de julio (fecha para la juramentación) que finalmente se aceptó el triunfo de Castillo.
Aunque Castillo ha cometido "muchísimos errores, innumerables", según Dettleff, este considera que el Congreso se extralimitó al intentar declarar una vacancia la semana pasada. A su juicio, al ser un Gobierno naciente, no existen razones fundamentadas para intentar desalojar del poder el presidente utilizando este recurso, por incompetencia moral, una atribución que tiene el Legislativo peruano.
En opinión de este profesor y analista, las fuerzas conservadoras desde el Parlamento intentarán nuevamente apelar a la vacancia. "La vacancia se ha convertido en un arma terrible, se saca a un presidente básicamente cuando se tienen los votos para hacerlo", explica.
Un dato que igualmente revela la encuesta de Ipsos es el alto rechazo entre los peruanos tanto al Congreso, como entidad pública, como a la actual presidenta del Legislativo, María del Carmen Alva. Esta tiene un 52% de desaprobación y el Parlamento reúne un 70% de rechazo, según el sondeo encargado por El Comercio.
La desaprobación bastante elevada que tiene el Congreso, según el experto en comunicación política, está también relacionada con la política de bombardeo que ha tenido el Parlamento en contra del jefe de Estado.
"Desde el primer día se han dedicado a torpedear a Castillo. Hay una mirada pésima de la ciudadanía sobre el Congreso. Bombardean de tal manera a Castillo que en algunos sectores de la sociedad lo ven con simpatía (al presidente) por tantos ataques", sintetiza Dettleff.
Además de la conflictividad con actores externos a su gobierno, Castillo también ha debido hacer frente, en el breve tiempo que lleva en la presidencia, a un par de crisis internas en su gabinete.
El mes pasado, en la peor de las crisis a lo interno, Castillo rompió con Vladimir Cerrón, un médico que reivindica al marxismo y que fue formado profesional e ideológicamente en Cuba. Cerrón encabeza el partido Perú Libre y esta organización inscribió a Castillo como candidato presidencial a inicios de este 2021, cuando era una figura prácticamente desconocida en la política peruana.
Perú Libre alcanzó 37 escaños de un total de 130 que conforman el Congreso unicameral de Perú. Castillo es el primer presidente en la historia democrática de este país que no cuenta con un partido político propio.