Ninguna encuesta muestra que Jair Bolsonaro pueda ser reelecto en las elecciones presidenciales que se celebrarán dentro de diez meses, en Brasil. Con este telón de fondo, el mandatario ha cambiado las reglas del juego en el manejo del gasto público para embarcarse en una inédita ampliación de las ayudas sociales, una estrategia que analistas califican de populismo con fines netamente electorales.
En sus primeros tres años de gobierno, Bolsonaro se había acogido a lo que fue la estrategia del techo fiscal, implementada años atrás en reacción a los excesos populistas de los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT). Existía consenso en la clase política en poner límites a la chequera oficial, justamente para evitar que los fondos públicos pudiesen destinarse a beneficiar a quien ocupa el poder.
Bolsonaro tendrá activa en 2022 la iniciativa que ha bautizado Auxilio Brasil, que pasa a sustituir el programa Bolsa Familia, establecido en los tiempos de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y que ha sido catalogado de exitoso por los estudiosos de la política social.
Auxilio Brasil entregará 400 reales (unos 72 dólares) mensuales a 20 millones de familias. El monto prácticamente duplica al que venía otorgando el anterior programa de subsidios sociales, al tiempo que Bolsonaro amplió la base, pasándola de 14 a 20 millones de familias receptoras.
Simbólicamente Bolsonaro busca ahora mostrarse más benefactor que Lula da Silva, con quien disputará la presidencia en octubre de 2022.
Las encuestas coinciden en mostrar al ex presidente de 76 años como ganador seguro en una primera vuelta e imponiéndose en el balotaje. La encuestadora Datafolha ha asomado el escenario de que el fundador del PT podría ganar incluso en la primera vuelta, para lo cual necesitaría 50% de los votos más uno. Con estos pronósticos, Bolsonaro ha optado por jugarse el todo por el todo, rompiendo incluso con lo que había sido su política fiscal de austeridad.
Para conseguir este dinero, el Gobierno ha tenido que aprobar una reforma constitucional que permite flexibilizar temporalmente el techo de gasto, y a su vez prometió apoyos a caciques políticos locales con representación en el Congreso para obtener los votos necesarios.
Brasil, a juicio del analista financiero Stephan Mothe, vive "un riesgo económico enorme". Resalta que aún se desconoce con exactitud el monto de dinero del cual dispondrá la Administración de Bolsonaro (en otro fondo, además de Auxilio Brasil) y tampoco quedaron reglas claras, para evitar que los diputados puedan terminar aprobando que este monto significativo (unos 7.000 millones de dólares) pueda ser usado de manera discrecional por el Ejecutivo.
"Más allá de la real necesidad de aumentar el apoyo a la población vulnerable, esa flexibilización del techo de gastos indica que el Gobierno pone la responsabilidad fiscal en un segundo plano", sostiene Mothe al ser consultado por DIARIO DE CUBA.
Este analista financiero, con base en Río de Janeiro, asoma su preocupación: "Si se comprueba realmente que ese dinero financiará la campaña de reelección de Bolsonaro, podemos esperar una reacción negativa del mercado, mayor inflación y una devaluación aún mayor del real".
Bolsonaro hace frente a un estancamiento económico, relacionado con la pandemia de Covid-19, según analistas, y esto tiene un impacto político. El presidente no solo le restó importancia al virus, sino que prometió un crecimiento económico en Brasil.
Esto no ha sucedido. La economía brasileña se contrajo por segundo trimestre consecutivo entre julio y septiembre. Según datos publicados el 2 de diciembre por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el Producto Interno Bruto (PIB) del país cayó un 0,1% respecto al trimestre anterior.
Otros países de América Latina, tales como Colombia y Chile, registraron subidas en el orden del 5,7% y 4,9% del PIB en similar periodo, según el monitoreo que lleva adelante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Bolsonaro es el mejor presidente que ha tenido Brasil.