La venezolana Pilar es el sostén de su hogar, ya que el salario de su esposo, médico, es de cuatro dólares al mes. Esta irrisoria suma apenas les alcanza para comprar 30 huevos pequeños y dos bolsas de arroz de 500 gramos.
Pilar, nombre cambiado por solicitud de la fuente, vive en la ciudad de San Antonio, en el estado venezolano de Táchira, fronterizo con Colombia. Una vez por semana arriesga su vida y su capital de 100 dólares, cruzando la frontera por las peligrosas trochas que llevan de su ciudad a Cúcuta, Colombia. Su objetivo es comprar harina, aceite y levadura para hacer tortas. También compra medicamentos por encargo o hace fila para conseguir una cita médica para algún venezolano en Colombia.
Esta venezolana contrabandea desde hace tres años, pero desde marzo pasado tiene que cruzar ilegalmente porque los pasos fronterizos fueron cerrados debido a la pandemia de Covid-19.
Para cruzar con un mínimo de seguridad, paga tres dólares a grupos armados ilegales que controlan las trochas bajo la tutela de guardia venezolana y los llamados "colectivos".
"A nosotros los 'mandaderos' nos cobran menos, pero somos miles. A una familia que cruza con sus cachivaches le toca pagar 20 dólares y, a los comerciantes, que vienen a Colombia a surtir sus tiendas, les toca pagar hasta cien dólares".
Su peligroso trabajo le deja a Pilar 100 dólares de utilidad al mes. Eso le permite llevar a la mesa de su caa pollo, carne, queso o leche. "La carne y los lácteos son un lujo para la mayoría de los venezolanos", dice.
El costo de la vida en un país en el que el salario mínimo mensual equivale a menos de un dólar es uno de los motivos que han llevado a los venezolanos a las calles durante semana. Se suman ineficientes servicios públicos y la escasez de alimentos y gasolina.
En un informe publicado el 13 de septiembre de 2020, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) contabilizó 748 protestas sociales ocurridas en agosto, más de 24 por día. En esas manifestaciones, los venezolanos expresaron rechazo al "colapso de servicios básicos" como los de gas, electricidad y agua, reivindicaciones laborales y de acceso a la salud y a la alimentación.
El salario mínimo, unos 400.000 bolívares mensuales (alrededor de 88 centavos de dólar), apenas alcanza para comprar un kilo de harina de maíz. Para poder cubrir la canasta básica mensual, una familia venezolana necesitaría 89,6 millones de bolívares, unso 200 dólares.
En abril de 2020, el salario mínimo vital era 250.000 bolívares, equivalente a 1,45 dólares, pero ante la galopante inflación el Gobierno de Venezuela lo aumentó a 400.000, lo que en ese momento equivalía a 2,33 dólares. Cinco meses después, el poder adquisitivo de una familia venezolana cayó en un 60% debido a la devaluación de la moneda.
El contrabando de gasolina desde Colombia "mueve" a Venezuela
Aunque Venezuela es el país con la mayor reserva de petróleo, la mayoría de las protestas en el mes de agosto fueron por falta de gasolina para el transporte y de gas propano para cocción de alimentos.
Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, "el 40% de las protestas documentadas durante el mes de agosto se vinculan con la exigencia de combustible". La organización "registró 315 protestas por gasolina, con un saldo promedio de 33 detenidos y cuatro heridos".
Mientras en el mundo existe un superávit de gasolina a causa de la pandemia, en Venezuela hay escasez.
El costo oficial de un litro de gasolina representa medio salario mínimo mensual, 50 centavos de dólar. En el mercado negro, un litro puede llegar a valer tres dólares; mientras, en las ciudades colombianas de la frontera cuesta 58 centavos de dólar.
Esta sitiación ha cambiado la dinámica de tráfico de combustible en la frontera. Durante décadas se contrabandeó de Venezuela a Colombia, hoy miles de litros se deslizan de forma ilegal desde Colombia hacia el vecino país.
Según una fuente que se mueve en el mundo del contrabando, las horas más activas para llevar cargas de gasolina son las de la madrugada. Desde Cúcuta salen decenas de camiones que transportan entre 4.000 y 10.000 litros por trochas construidas por los contrabandistas y controladas por grupos armados ilegales.
"A veces hay que esperar horas del lado colombiano hasta que la guardia venezolana autorice el paso. Al grito de '¡ya dieron la bendición!' los camiones salen como hormigas con una camioneta con hombres armados a la cabeza y otra en la retaguardia", dijo la fuente, que pidió mantenerse en el anonimato.
Los sucesivos cortes de energía, gas y agua potable, que pueden durar hasta seis días, la falta de alimentos y medicinas, en contraste con la reactivación económica en Colombia han hecho que la mayoría de los venezolanos que salieron de territorio colombiano por la pandemia de Covid-19 estén volviendo.
Según datos de Migración Colombia, de los 150.000 venezolanos que regresaron a su país durante las etapas duras de la pandemia, 90.000 están de vuelta.