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Opinión

Evo Morales y su cosecha de tempestades

'En la historia del populismo latinoamericano, las elecciones son buenas cuando favorecen al líder populista y dejan de serlo cuando el pueblo les da la espalda y apuestan a un cambio.'

Ciudad de México
Evo Morales, al final de una conferencia, 9 de noviembre de 2019.
Evo Morales, al final de una conferencia, 9 de noviembre de 2019. AP

Quien siembra vientos cosecha tempestades, reza el refrán bastante conocido en España y América Latina. Hoy Bolivia vive las tempestades que sembró quien fue su presidente hasta este domingo 10 de noviembre. Evo Morales tenía el cuestionable mérito de ser el jefe de Estado latinoamericano con más años en el poder, 13 en total.

Si hacemos un ejercicio retrospectivo, la cosecha de tempestades tuvo un punto de inflexión hace casi cuatro años. Exactamente el 21 de febrero de 2016. Ese día de forma mayoritaria, el 51% de los bolivianos consultados en un referendo le dijeron no a una nueva reelección del Morales.

Morales no fue un buen perdedor, no escuchó la voz popular, y haciendo gala del control que efectivamente mantenía sobre las instituciones logró que en diciembre de 2018 se produjera una decisión insólita. Por encima de los resultados del voto popular, que ya se había manifestado en contra de otra reelección, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) dictaminó que Evo tenía el derecho humano a volver a ser candidato.

Una transición constitucional aprobada en 2009 estableció la posibilidad de la reelección presidencial para dos mandatos continuos de cinco años cada uno. Gracias a esta transformación, Evo buscó la relección en 2010 y luego nuevamente en 2014.

Y su plan era permanecer hasta 2025.

Tras los comicios del pasado 20 de octubre, Evo mostró su empecinada negativa a aceptar una segunda vuelta. Ahora su mensaje de renuncia, con su tácita admisión de fraude electoral, deja al desnudo una actitud reñida con la de "escuchar la voz del pueblo", que tanto pregonó cuando estaba en su pico de popularidad.

Como ha sucedido ya en la historia del populismo latinoamericano, las elecciones son buenas cuando favorecen al líder populista y dejan de serlo cuando el pueblo les da la espalda y apuestan a un cambio.

La transición boliviana es incierta, sin duda alguna. Y no solamente por los factores institucionales y el rol que deberán cumplir, sino por un tránsito que se ha iniciado bajo el signo de la violencia. Esta es otra tempestad que sembró Evo, lamentablemente, al no abrir el juego político institucional y allanar la realización de una segunda vuelta en las elecciones presidenciales, tal como había sido la voluntad popular.

Acerca de lo que él pudo haber hecho y no hizo, sencillamente no hay vuelta atrás. Acerca de lo que vendrá en Bolivia y la carga de tensión, revancha, conflictividad que vivirá este país —en todas esas tempestades— ya recordaremos a quién las sembró, por más que cierto discurso intente hoy convertirlo en una víctima.

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1 comentario

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Profile picture for user Ana J. Faya

Muy buen ángulo el de este análisis. Existe la tendencia a hacer borrón y cuenta nueva cuando un parteaguas tiene lugar, como el de Bolivia ahora. Pero el caos de hoy en Bolivia tiene sus causas en la pretendida requete elección de Evo, y la sociedad boliviana dijo "no". Es la tendencia de la llamada izquierda regional a convertir a sus líderes en dictadores, la que fue defenestrada junto con Evo, aunque haya titulares que digan otra cosa y la prensa oficial de Cuba lo convierta en mártir.