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Política

El Salvador, cambio en el tablero continental

El nuevo mandatario tendrá que lidiar con un país gangrenado por la violencia y la corrupción.

Madrid

"Se ordena a las Fuerzas Armadas retirar de inmediato el nombre del coronel Domingo Monterrosa del Cuartel de Tercera Brigada de Infantería, en San Miguel." Este tuit fue la primera medida de Nayib Bukele tras su toma de posesión, este sábado, como presidente de El Salvador.

Monterrosa es considerado el responsable de la masacre en la aldea de El Mozote, que en diciembre de 1981 dejó más de 1.000 víctimas civiles, de las cuales más de la mitad eran niños. Fue el hecho más sangriento de la guerra civil que asoló al país centroamericano entre 1980 y 1992 y se saldó con cerca de 75.000 muertos.

La decisión del flamante mandatario rompe con la condescendencia hacia el Ejército que caracterizó a los gobiernos anteriores por temor a entrar en conflicto con el alto mando militar, puesto que en El Salvador la Fuerza Armada suele rendir homenaje a oficiales acusados de graves violaciones de derechos humanos en su lucha contra la guerrilla durante la década de los 80 del siglo pasado.

Pero la orden de Bukele es a la vez un desafío a los partidos políticos que han dominado la política salvadoreña en los últimos 30 años, la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el antiguo movimiento guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Ambas formaciones se han aliado para promover en el Congreso una ley de reconciliación, que es en realidad una actualización de la amnistía general promulgada en 1993 y declarada inconstitucional en 2016. Entre otras medidas, dicha ley transmutaría las penas de cárcel de quienes han sido condenados por crímenes cometidos durante la guerra civil en trabajos comunitarios de hasta diez años.

El anuncio por tuit se aviene con la estrategia adoptada por Bukele, quien durante la campaña presidencial, rompiendo con la política tradicional, hizo de las redes sociales su espacio de movilización y comunicación, reduciendo al mínimo la celebración de mítines, actos públicos y conferencias de prensa.

Hasta ahora la estrategia se ha revelado exitosa. Bukele no solo se impuso en la primera vuelta de los comicios presidenciales de febrero, con más del 50% de los votos, sino que las encuestas le atribuyen actualmente el beneplácito del 76% de la población.

Grandes desafíos

Ahora bien, en lo adelante se verá con qué otros recursos cuenta el joven mandatario (37 años) para enfrentar una agenda particularmente acuciante, ya que el país vive lastrado por problemas socioeconómicos de gran magnitud.

Los elevados índices de subempleo (57%), de inseguridad alimentaria (23%) y de pobreza (37,8%) se traducen en una de las tasas de homicidios más altas del mundo (más de 50 asesinatos por cada 100.000 habitantes, cuando el promedio mundial es diez veces menor).

Este fenómeno de la violencia está sobre todo relacionado con la existencia de las temibles pandillas, popularmente conocidas como maras, que llegan a dominar barrios enteros en las ciudades. Se estima que hay entre 60.000 y 70.000 pandilleros. Una cifra elevadísima para una población de aproximadamente 6,5 millones de habitantes.

Otro problema urgente es la corrupción. De hecho, tres de los últimos cuatro expresidentes se han visto involucrados en sonados escándalos de corrupción: Francisco Flores (ARENA, 1999-2004), Antonio Saca (ARENA, 2004-2009) y Mauricio Funes (FMLN, 2009-2014). Tan solo en estos casos, la malversación de fondos habría superado los 600 millones de dólares. Algo sintomático de la corrupción estructural que afecta a las instituciones. 

También queda pendiente la espinosa cuestión de la condición de la mujer en la sociedad salvadoreña. 

La tasa de feminicidios del país es una de las más altas del mundo. En 2017, por ejemplo, sobre 100.000 mujeres 13 eran asesinadas, mientras que en Europa Occidental el índice promedio es de 0,4 por 100.000. Además, El Salvador cuenta con una de las legislaciones del aborto más restrictivas del hemisferio occidental, pues está penalizado en toda circunstancia, incluso en caso de violación o de peligro de vida de la madre.

Programa por definir

Durante la campaña presidencial Bukele anunció varios planes para combatir en estos distintos frentes. Así, para luchar contra las pandillas, hizo énfasis en la prevención (brindar otras oportunidades a los jóvenes en riesgo de ingresar en las maras) y la reinserción en la sociedad de los exmiembros de estos grupos.

Respecto a la corrupción se pronunció a favor de la creación de una Comisión Internacional contra la Impunidad, con colaboración de la ONU y de la OEA, similar a la que existe en Guatemala.

En cuanto a la pobreza, su programa sostiene ante todo una reactivación de la economía, basada en la modernización del sector agrícola de la franja norte del país y, en la zona sur cercana a la costa del Pacífico, en la construcción de un aeropuerto para activar el turismo y en la mejora de infraestructuras mediante la rehabilitación de un sistema ferroviario.

En lo que concierne el aborto, si bien Bukele se declara “provida”, dijo que estaba de acuerdo con el aborto en caso de que la vida de la madre corra riesgo. También insistió en que desde su Gobierno no asumirían la presunción de culpabilidad de mujeres pobres que tuvieran abortos espontáneos. Una situación que constituye el grueso de las mujeres perseguidas judicialmente en el país por abortar.  

Y, para afianzar su compromiso con la lucha por los derechos de las mujeres, el mandatario ha prometido un gabinete paritario. Por ahora, las carteras nombradas se dividen en ocho hombres y ocho mujeres.

Sin embargo, el nuevo presidente no ha precisado durante el periodo de transición ni tampoco en el discurso de investidura cómo piensa financiar los distintos programas esbozados en campaña.

La recaudación fiscal de la que dispone el Estado y el bajo nivel de inversión extranjera han hecho que en los últimos 15 años la deuda pública salvadoreña se haya triplicado, pasando de 6.800 millones de dólares en 2003 a cerca de 19.000 millones en la actualidad.

Bukele tampoco ha anunciado qué pasos concretos dará en la lucha contra la corrupción o en una posible flexibilización de la ley de aborto. 

Esta vaguedad se deba probablemente a la minoría con que cuenta el oficialismo en un parlamento dominado por la oposición encabezada por ARENA. 

Hasta ahora el nuevo mandatario no ha hecho ninguna invitación al diálogo a otras fuerzas políticas. Queda pues por ver si los próximos meses darán lugar a un proceso de negociaciones o una guerra de desgaste.

Por lo pronto, la llegada de Bukele al poder supone un cambio en el tablero continental. El flamante presidente ha dejado claro su distanciamiento con los regímenes de Daniel Ortega y Nicolás Maduro, privándolos de uno de sus últimos aliados en la región, pero también ha criticado duramente las derivas autoritarias de Jimmy Morales en Guatemala y de Juan Orlando Hernández en Honduras, lo cual podría acarrear duros roces con sus vecinos centroamericanos.

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