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Opinión

MIPYMES en Cuba: un Caballo de Troya entre la libertad y el mercado

Los 'comunistas' cubanos están desmontando su sistema, que saben fracasado. Al fin y al cabo, lo que les interesa realmente es el poder, no el comunismo.

La Habana
Pintada en un quiosco en La Habana.
Pintada en un quiosco en La Habana. Diario de Cuba

Yegor Gaidar, quien dirigió la caótica privatización de bienes estatales soviéticos a principio de los años 90, optó por un proceso fulminante no porque pensara que era lo económicamente adecuado, sino para evitar un retorno al sistema soviético. Para muchos, la terapia de choque de Gaidar fue cruel, para otros, consolidando los derechos de propiedad evitó una catastrófica involución al comunismo.

En Cuba no hay un Gaidar y, para evitar que alguna vez lo haya, los mismos "comunistas" están desmontando su sistema, que saben fracasado, porque al fin y al cabo lo que les interesa realmente, lo que siempre les ha interesado, es el poder, no el comunismo.

Y como mismo la simbiosis entre oligarcas surgidos de las reformas de Gaidar y el corrupto Yeltsin lograron detener al comunista Guennadi Ziugánov en las elecciones de 1996, los "comunistas" cubanos han decidido crear sus propios oligarcas para que administren sectores "privatizados" y le ayuden a detener el surgimiento de poderes económicos independientes al Gobierno, ahora que, con tanta miseria provocada por la economía centralizada, se requieren mayores cuotas de libre mercado para mejorar la vida antes de que el pueblo estalle, una vez más, desesperado.

Pero a diferencia de "liberalizaciones" previas, esta vez las reformas en Cuba van a ser no solo más profundas sino irreversibles: la estrategia castrista para mantener el poder ha cambiado.

Si hasta hace poco la dinámica era liberar las fuerzas productivas cuando la pobreza agudizaba, para luego dar marcha atrás minimizando el sector privado una vez se conseguía el nivel de "miseria políticamente tolerable" en el que está cómodo el castrismo, ahora parecen estar convencidos —probablemente debido al colapso del sistema eléctrico nacional— de que ese tira y afloja ya no es viable, pues nadie vendrá de afuera a subsidiarles la Revolución.

Extenuada toda otra opción, el castrismo sabe que debe avanzar en la liberalización sobrepasando el punto de no retorno, ya no solo por la cantidad de capital privado invertido o los compromisos internacionales que deberá asumir, si no, principalmente, porque el tejido económico pivotará alrededor de redes privado-estatales que, de ser destruidas, retrotraerían el país a una crisis cuya única solución sería política, no económica.

El castrismo, agotado en su intención de mantener ese modelo centralizado que le garantizaba el control económico y político —razón por la cual no imitó las veleidades liberales chinas y vietnamitas— ha llegado a la conclusión de que el libre mercado es ya inevitable, con lo que su mejor opción es intentar controlarlo infiltrándole agentes confiables.

Las MIPYMES son el Caballo de Troya, la vacuna para inocular en la economía privada agentes económicos aparentemente independientes.

Desde su posición de poder, el Gobierno utiliza empresas 100% estatales para, mediante jugosos contratos (mantenimiento, servicio, transporte, asesoría), subvencionar empresas aparentemente privadas, las cuales, además, tienen ventajas administrativas como licencias y permisos para comerciar internacionalmente, así como canales de financiación en divisas —oficiales pero opacos— mucho más baratos que los de otros agentes económicos.

Las MIPYMES "privadas" contaron inicialmente con un año de exención fiscal y un amplísimo objeto social (qué negocios tienen permitido hacer), pero en un movimiento para cortocircuitar la competencia una vez estuvieron constituidas las MIPYMES seleccionadas, el Gobierno eliminó abruptamente el beneficio fiscal y estrechó dramáticamente el objeto social de las nuevas MIPYMES.

Además, ha comenzado la privatización de almacenes, fábricas, equipos, cafeterías, restaurantes y otros locales de manera totalmente arbitraria y silenciosa, sin que medien concursos o licitaciones públicas, todo a golpe de dedo, el dedo del Partido Comunista.

Así, lenta pero inexorablemente, gracias a impedir con estas y otras maniobras la libre competencia en el mercado nacional, serán las empresas conectadas las que crecerán y dominarán el incipiente sector privado.

Ello permitirá que el Gobierno pueda burlar las sanciones del embargo estadounidense mientras vende al pueblo mercancías de primera necesidad a precios de monopolio. Así, algunos se enriquecerán salvando la cara del Estado "socialista", que podrá mantener oficialmente bajos los precios estatales en tiendas totalmente desabastecidas, mientras factura vía "privados".

Además, corrupta o no, la privatización y el ánimo de lucro le darán a la economía un aumento de eficiencia y productividad, mientras se intenta —y probablemente se logre— impedir que la nueva riqueza fomente sectores en la sociedad civil que puedan eventualmente disputarle poder político al castrismo.

Esta vez la liberalización es imparable porque la estrategia ya no es revertirla cuando deje de ser conveniente, la estrategia ahora es controlar la liberalización para que sea siempre conveniente… pero para el Gobierno.

Al fin y al cabo, el castrismo no tiene un dilema intrínseco con el mercado, sino con la libertad; así que lo que estamos atestiguando es la descomposición del binomio "libre mercado", de forma que puedan usar la parte que les interesa, sin tener que ceder en la parte que les aterroriza. El castrismo, para no morir, se vacuna con MIPYMES.

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5 comentarios

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La vacuna del castrismo es cubana. 🤣
Las alianzas económicas por poder en Cuba necesitan de una base muy fuerte para mantener el puente. Porque los recursos que obtienen las MYPIMES no pueden ser canalizados en inversiones que resumen la propiedad privada. La lealtad, al principio. Después lo que viene es como separar los intereses. Felicitaciones a la autora por un análisis que consigue extrapolar las diferentes opciones.

Profile picture for user Pedro Benitez

“los mismos "comunistas" están desmontando su sistema”; los ciudadanos cubanos lo vamos a desmontar primero.

Eso de los MIPYMES tienes un parecido, pero al estilo caribeño, a lo que paso después de la caída de la Unión Soviética, todas las industrias fueron a parar en las manos de los acólitos del sistema.

Al contrario,en la URSS terminaron en manos de mafiosos que querían acabar con el sistema comunista, en Cuba el sistema mismo la está repartiendo entre sus fieles. Gran diferencia.

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Estimada Rafaela—- No veo mucho la diferencia entre lo apuntado por Juan y lo que usted plantea. De entrada Putin fue un miembro de la KGB revanchista que designó desgraciadamente Yelsin en medio de una de esas borracheras permanente en la que vivía. De la economìa centralizada del modelo soviético, se pasó a la economía de oligarquía. En Rusia no se produce nada. La industria es elemental y lo que mantiene el país son la explotación de los recursos naturales, principalmente el gas y el petróleo que son los que pagan las cuentas de Rusia y que está en manos precisamente de esa oligarquía.