No importa la bravuconería con la que Díaz-Canel dio la orden de reprimir las protestas del 11 de julio, ni la confianza que aparenta un Gobierno incontestable, dueño absoluto de la voz pública de Cuba. Están asustados, el clamor de libertad los tiene temblando.
Su temor les cuesta, les sale caro: se convierte en más deuda externa, en más gasto imprevisto, más tensión para una economía zombi que, aunque se mueve, está muerta.
En los recién salidos —con mucho retraso— datos económicos cubanos de 2020, vemos que la circulación minorista (total de productos vendidos a consumidores) cayó un 13%, a niveles de una década atrás. La caída sería mayor si el cálculo se hiciera a precios constantes. Y no puede culparse al coronavirus, el estancamiento inicial y el retroceso comenzaron en 2017.
Prácticamente la mitad del gasto de las familias cubanas es en alimentos, algo típico de economías muy poco desarrolladas. Pues bien, de 2019 a 2020 cayó la oferta de hortalizas un 20%, tubérculos un 23%, frutas un 17%, arroz un 17%, frijoles un 18% y la oferta de carne de cerdo, la proteína más demandada del país, se redujo un 30%.
Lo único que aumentó su oferta fue la carne de ave que, paradójicamente, viene mayoritariamente desde Estados Unidos —¿y el "bloqueo"?—. Se vendieron 414.000 toneladas, con lo que a cada cubano le tocó medio pollo al mes… para que después no se diga que la Revolución no tiene logros.
Por supuesto, todas estas reducciones de la oferta parten de una situación de escasez crónica, nada de lo que se redujo sobraba antes, es la clásica evolución de Guatemala a Guatepeor.
Y aunque estos datos acaban de ser publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), hay indicadores previos, cálculos de medio término y complicadas fórmulas econométricas usadas por los funcionarios del Ministerio de Economía y Planificación, que debían indicar, ya desde el mismo 2020, que la oferta estaba reduciéndose violentamente.
A menor oferta en igualdad de demanda, los precios suben; a mayor disponibilidad de efectivo en igualdad de oferta, los precios suben. Aumentar la disponibilidad de efectivo (salarios y pensiones) en un ambiente de reducción de oferta es un crimen de lesa inflación, ¿acaso el Gobierno no lo sabía?
Lanzar la Tarea Ordenamiento en pleno retroceso económico, cuando la epidemia se estaba descontrolando en Cuba, fue una vileza, pero calcularon mal la elasticidad de aguante del pueblo, que ha llegado a un hartazgo nunca visto desde que Fidel Castro se adueñó del país.
La cuestión ahora es si el Gobierno podrá costear lo necesario para calmar el disgusto popular. ¿Podrá sostener la oferta de electricidad que demanda el pueblo durante el verano? ¿Serán suficientes las donaciones de sus cúmbilas vietnamitas, rusos y mexicanos para matarle el hambre al pueblo? ¿Podrá exprimir lo suficiente las ruinas de Petróleos de Venezuela (PDVSA)? ¿Seguirá llegando "el salve" desde Miami y Madrid?
Si a finales del año pasado las autoridades anunciaron una caída del PIB del 11%, se callaron que esto lo pagó, más que nadie, el pueblo: ningún otro indicador ha decrecido tanto como el consumo de los hogares. Cada cubano —contando niños, ancianos, enfermos, minusválidos— dejó de consumir 256 dólares en 2020, al cambio oficial serían 6.144CUP, cuando el salario medio era de 879CUP. Esto significa que en 2020 hacían falta 12 salarios para consumir lo que se consumía con cinco salarios en 2019, que ya fue un año de retroceso.
La ineficiencia sistémica del castrismo ha provocado que el PIB acumulase una caída superior a los 15 puntos porcentuales de 2015 a 2020, mientras la balanza comercial —diferencia entre lo que vende y compra el país— es deficitaria, por lo que, aunque no tenemos datos para 2019 y 2020, es previsible que la deuda externa —sobre todo con proveedores habituales— haya crecido bastante.
Y no olvidemos que los datos de 2020 empeoraron durante 2021, del cual no tenemos aun números, pero sí la miseria, el hambre y el desconsuelo de las fotos de una Cuba que duele, y de un Gobierno que calma su propia ansiedad con militares en las calles y con gastos que no puede permitirse.
El castrismo ha jugado siempre a mantener al pueblo en un estado de dependencia un poco superior al hambre, pero los reclamos de 11J mostraron que mucha gente sabe que su hambre no se sacia con extemporales "módulos alimentarios" llegados de donación; mucho menos con sorpresivas ventas de pescado del bueno ¡y hasta langosta! en algunas pocas pescaderías de La Habana. Muchos ya saben que el hambre del cubano se sacia con libertad… y el reloj hace tic tac.
No creo que a esos miserables que desgobiernan Cuba les asusta la situacion actual como algunos creen.
Estan seguros que nadie va intervenir en la isla militarmente y saben que el cubano hambriento, dividido y sin armas no es motivo de alarma para ellos.
Por que habrian de asustarse? De estar asustados les hubiera bastado con seguir el modelo Chino, preservando el poder politico y militar y dejando a la economia seguir sus propias leyes. Pero ni eso hacen.
Definitivamente creen que estaran en el poder para siempre y que manejar el pais como hasta ahora les servira eternamente.