Angélica Garrido Rodríguez, activista y ex presa política cubana, es conocida por su valentía y firmeza frente a la represión del régimen cubano. Tras pasar tres años en prisión por su participación en las protestas del 11 de julio de 2021, Garrido llegó recientemente a España, donde ha tenido la oportunidad de alzar su voz ante el mundo y desde donde planea seguir luchando por la libertad de su hermana María Cristina —aún encarcelada— y en defensa de los derechos humanos. En esta entrevista, comparte su testimonio de los años vividos en prisión, las torturas psicológicas a las que fue sometida, la pérdida de su madre y sus esperanzas para el futuro de Cuba.
¿Cómo fue el proceso de salir de prisión después de tres años de injusto encarcelamiento político?
Fue un proceso muy traumático. Dejaba a mi hermana María Cristina, a Lisandra Góngora y a muchas otras hermanas de causa con las que compartí años en la prisión. Fue muy triste, porque aunque estaba feliz de regresar a casa, tenía que dejar atrás a muchas personas que se habían convertido en mi familia. Cuando llegué a casa, ver a los hijos de María Cristina, que son pequeños, me partió el corazón. Ellos también deseaban tener a su madre en casa, y al ver la alegría de mis hijos, se sentía ese vacío. Fue un reencuentro agridulce.
¿Qué fue lo más difícil que viviste durante tu encarcelamiento?
Lo más difícil fue perder a mi madre. Recuerdo que en la última visita le pedí que me prometiera que aguantaría hasta que saliéramos. Ella me dijo que sí, que aguantaría. Comenzó a visitarnos con bastón y terminó en silla de ruedas. El estrés y la tristeza la consumieron lentamente, y tres días después de su última visita, murió. Fue un dolor inmenso, sentir que no pudo esperar a vernos libres. Aún no he podido llorar adecuadamente por ella ni por mi padre, porque no me permito sumergirme en ese dolor. Sé que llegará el momento para hacerlo.
Hablando sobre las condiciones en la prisión, ¿cómo las describirías? ¿Cómo era el trato de los carceleros?
La mayoría de las policías penitenciarias son mujeres, pero no tienen ninguna preparación. No hay respeto hacia nosotras, y tuvimos que imponerles nuestro respeto. La represión por parte de ellas era brutal. Las injusticias eran constantes. Lo que un preso común podía hacer sin problemas, nosotras lo pagábamos con represalias: nos quitaban visitas, el pabellón conyugal, el teléfono. Yo misma fui víctima de mucho estrés, lo que me llevó a sufrir una isquemia y parálisis periférica facial debido a la angustia y la soledad. Estuve tres meses sin poder comunicarme con mi familia, sin visitas, sin contacto con mis hijos y mi esposo.
¿Puedes describir algunas de las formas de tortura que experimentaste en prisión?
Las torturas más graves que sufrimos fueron psicológicas. En la segunda huelga de hambre, cuando nos separaron y me pusieron en una celda de castigo, no me dejaron dormir. Cada dos horas me cambiaban de celda, lo que me afectó enormemente. La celda era extremadamente pequeña, oscura, sin condiciones sanitarias. El agua que nos daban para beber era sucia, y el baño era un asco. Estuve en ese lugar durante 63 días, sin privacidad, sin descanso, con cámaras de vigilancia constantes. Me enfermé debido a las condiciones. Fue un trauma psicológico. Los carceleros intentaron quebrarme, pero yo no cedí.
Ahora que estás en libertad, ¿qué mensaje has transmitido en los lugares donde te han dado voz?
Mi objetivo al salir de prisión fue alzar la voz por mis hermanos que siguen cautivos en Cuba. En el Parlamento Europeo me centré en contar la realidad de los presos políticos en Cuba y lo que enfrenta el pueblo cubano. Prometí que sería la voz de los que están dentro, para que el mundo conozca los horrores de la dictadura y la verdadera situación del pueblo cubano. Exhorto a la comunidad internacional a no enviar más ayuda al Gobierno cubano, ya que todo lo que llega se queda en manos del régimen y no llega al pueblo. Lo que necesitamos es una acción unificada para presionar al régimen, que el pueblo de Cuba despierte y luche por sus derechos.
El 11 de julio de 2021 fue un día clave, un día de grandes expectativas. ¿Qué sentiste tú cuando estuviste en la calle, gritando consignas de libertad?
Ese día fue increíble. Todos pensábamos que sería el fin de la dictadura, que el pueblo finalmente se levantaría y la dictadura caería. Estábamos llenos de esperanza. Pero después entendí que para lograrlo, necesitamos estar organizados. La lucha no puede ser solo un grito, tiene que ser un plan estratégico, con visión clara. El Partido Republicano de Cuba está bien organizado para esta acción. El pueblo necesita una estrategia, una dirección clara para poder derrocar al régimen.
¿Cómo ha sido la recepción de tu mensaje en Europa?
La recepción ha sido positiva. He recibido mucho apoyo y solidaridad. La gente ha entendido la necesidad de presionar a la comunidad internacional para que se active la cláusula democrática y se deje de dar oxígeno al régimen cubano. Mi testimonio es el de todos los presos políticos, y ha ayudado a sensibilizar a aquellos que tienen el poder de cambiar las cosas.
¿Cómo crees que se podría lograr una acción más efectiva desde la oposición y qué piensas cuando se habla de la necesidad de encontrar unidad?
El Partido Republicano de Cuba, al que pertenezco junto a mi hermana, lleva más de 20 años trabajando por la libertad de Cuba, pero sabemos que el camino hacia la unidad no es fácil. Hay diferencias entre los partidos opositores, pero lo más importante es que todos estemos organizados y enfocados en la libertad. Después de obtenerla, podremos debatir sobre las diferentes propuestas, pero primero debemos unirnos en la lucha por la libertad.
¿Cómo fue tu salida de Cuba y la reacción del régimen ante tu viaje?
Sabían que iba a salir, pero no pensaron que mi objetivo era intervenir en el Parlamento Europeo. Si lo hubieran sabido, no me hubieran dejado salir. Fue un proceso extraño, sin mayores obstáculos, pero ya fuera de Cuba comencé a alzar la voz por los presos políticos y en contra del régimen, y enseguida mi esposo fue amenazado por la Seguridad del Estado. Yo estoy decidida a seguir luchando.
Tu hermana María Cristina Garrido escribió un libro de poemas en prisión, Voz cautiva. ¿Cómo fue ese proceso y qué te parece su trabajo?
Sí, mi hermana escribió un libro mientras estaba en prisión. Me leía los borradores, y para mí era muy emotivo. En su libro, incluyó poemas muy hermosos, algunos dedicados a mí y a nuestros padres. Aunque las condiciones eran muy difíciles, ella nunca dejó de luchar y de seguir compartiendo su mensaje de resistencia.
¿Cómo ha cambiado tu vida después de salir de prisión?
Antes de ser encarceladas, tanto mi hermana como yo ya teníamos una conciencia política. Mi hermana hacía campañas y denuncias, mientras que yo estaba más en la clandestinidad, en la sombra. Sin embargo, el encarcelamiento cambió nuestras vidas para siempre. Las prisiones cubanas son lugares de sufrimiento, donde se violan los derechos humanos también de los presos comunes, no solo de los políticos. La dictadura ha usado la prisión como una herramienta de control y represión.
¿Sientes una responsabilidad de dar testimonio por todos los presos políticos?
Sí, esa fue la promesa que hice. Me comprometí a ser la voz de aquellos que aún están dentro de las prisiones cubanas. Las mujeres en prisión me decían que tenía una gran responsabilidad, y no los voy a dejar solos. Me duele mucho ver el sufrimiento que han vivido, no solo los presos políticos, sino también los comunes, que son víctimas de un sistema injusto que no respeta los derechos humanos.
¿Qué mensaje tienes para tus hijos y para la gente que lucha por la libertad en Cuba?
A mis hijos les he enseñado a ser prudentes, pero también les he dicho que no deben callarse cuando se trata de la libertad. Mi lucha es por ellos y por todos los cubanos que siguen sufriendo bajo la dictadura. La libertad de Cuba debe venir de los cubanos, pero el apoyo internacional también es crucial. El pueblo de Cuba tiene que despertar y unirse en esta lucha por nuestros derechos.
Es horrendo lo que ha pasado esta mujer y lo que están pasando mujeres y hombres presos por su oposición al régimen. No sé cómo es que hay alguien que todavía defienda ese infierno.
Que horror el de la tiranía. La sencillez y valentía de esta mujer son excepcionales. Sigan exiliando el talento y convertirán a Cuba en un desierto.