Carlos Michael Morales Rodríguez recorrió todas las cárceles de Villa Clara en los dos últimos años. Había sido detenido el 12 de julio de 2021 por participar en las protestas pacíficas del día anterior en la ciudad de Caibarién.
Morales Rodríguez es un opositor y periodista independiente de esa ciudad. A principios de marzo fue excarcelado tras cumplir íntegramente la sanción de dos años y medio que le impuso un tribunal del régimen.
Sobre el calvario que vivió durante su estancia en prisión, Morales Rodríguez habla con DIARIO DE CUBA.
¿Cómo se vivió el 11J en Caibarién?
Alrededor de las 4:00PM de ese día un grupo de personas decidió concentrarse en el barrio Camilo Cienfuegos, más conocido como el Chiguete. Yo supe de esa concentración y me dirigí hasta allí movido por mi forma de pensar contra la dictadura. Tenía intenciones de grabar y reportar la protesta, pero mi celular estaba en muy malas condiciones tecnológicas y no pude hacerlo.
Decidí entonces ser un manifestante más. Cuando la marcha avanzó unas cuadras vino un exmiembro de la Seguridad del Estado, nombrado Ángel Caballero, e intentó agredirnos con un machete, pero los vecinos lo impidieron. Luego apareció una brigada de respuesta rápida con la intención de provocarnos y generar violencia, pero un grupo de nosotros decidió alejarse y tomamos la calle Luz Caballero hasta el céntrico Paseo Martí, y allí culminó la protesta en la que participé.
Después de que yo me retiré, las protestas en la ciudad continuaron, y para disolverlas se aparecieron las Brigadas Especiales del MININT a repartir golpes y tonfazos a varios de los manifestantes.
¿Cómo fue su detención?
El 12 de julio vinieron a mi casa agentes de la Seguridad del Estado, miembros de la Policía y las Brigadas Especiales; rodearon mi casa y se subieron al techo. No tuve más alternativa que salir de mi vivienda, y ahí me detienen. Estuve los primeros cuatro días en la estación policial de Caibarién y luego me pasaron para la prisión La Pendiente por unos pocos días.
La estancia en la cárcel fue dura, porque nunca antes había estado preso. Viví cómo la policía política utiliza a los presos comunes de alta peligrosidad para hostigar y provocar a los políticos. Recibí una golpiza de uno de ellos después de que lo requerí por hablar mal de los opositores, esa golpiza me dejó una cicatriz en el labio superior de por vida.
¿Qué sucedió en el juicio?
El proceso judicial fue en extremo amañado. Se presentaron varios testigos por la Fiscalía que dieron testimonios falsos en mi contra. Incluso la jueza ponía palabras en la boca de los testigos para hacer más contundente esas declaraciones contra mí. La Sala del Tribunal Provincial de Villa Clara fue militarizada y el perímetro completo de la instalación estuvo bajo fuertes medidas de seguridad los dos días que duró el juicio. Me condenaron por el supuesto delito de desorden público.
Luego, ¿cómo se desenvolvió su estancia en prisión?
A la espera de la sentencia me llevaron para la cárcel que se llama Las Alambradas de Manacas. Allí volvieron las provocaciones de agentes de la Seguridad del Estado, quienes en una ocasión intentaron incitarme a una riña entre mi persona con dos de ellos para extender mi tiempo en prisión. Sufrí torturas, ya que tanto a mí como al opositor Liván Hernández Sosa nos esposaron en una ocasión durante ocho horas sin motivo alguno, ese método de tortura me causó una bursitis en mi brazo derecho.
Además, estuve en celdas tapiadas de todas las prisiones de Villa Clara, y en algunas de esas celdas hice huelgas de hambre para intentar detener los abusos físicos y psicológicos contra mí. Recuerdo que en la última huelga de hambre empecé a orinar sangre, luego mis riñones dejaron de funcionar, pedí que me llevaran para el hospital de la prisión de Guamajal, pero no lo hicieron.
Al séptimo día de la huelga —en horas de la madrugada— tuve fuertes taquicardias y como estaba aislado, si me hubiera dado un infarto podría haber muerto. Afortunadamente no sucedió.
Los abusos y torturas me provocaron afectaciones en la salud como gastritis crónica y severos dolores en la vesícula, tengo también cálculos en los riñones y muchos dolores en las articulaciones y la columna vertebral.
En estos últimos seis meses de encarcelamiento, la Seguridad del Estado me amenazó en varias ocasiones con fabricarme una causa para extender mi tiempo en la cárcel. Hasta el último día de mi encierro esta amenaza pendió sobre mí.
Te puedo decir que el 5 de marzo, un día antes de que me liberaran, un teniente coronel de la Seguridad del Estado se reunió conmigo y me dijo que, aunque ellos podían fabricarme una causa, no procederían a hacer eso esta vez y me liberarían. Pienso que no se atrevieron por las denuncias que había hecho y no quisieron pagar ese costo político. Sí fue enfático en decirme que si seguía con mi activismo podía volver a prisión en cualquier momento.
Ese mismo día por la noche volvieron las provocaciones de presos comunes, pero supe sortearlas. El día de mi salida fui el último en ser liberado de todos los presos que debían estar en la calle.
¿Cómo han sido estas semanas fuera de la cárcel?
Mi mayor alegría fue el recibimiento de mis vecinos que, a pesar de las dificultades económicas, buscaron la manera de agasajarme, y nos juntamos para comer algo y beber. Eso me emocionó. El pueblo de Caibarién me ha dado muestras de apoyo y solidaridad. La gente en la calle me dice que me cuide, para no volver a caer preso, pero no pienso dejar mi activismo. A pesar de todo lo que he vivido, mi activismo no se detendrá.
¿Fue excarcelada o fue excarcelado? ¿con la letra A al final?