El preso político cubano Andy García abandonó la huelga de hambre en prisión y sus familiares denunciaron el "aspecto cadavérico" del joven, quien sufrió condiciones de tortura durante un aislamiento al que estuvo sometido en castigo por su protesta.
"Andy estuvo en huelga de hambre, exigiendo las llamadas telefónicas. Estuvo un mes sancionado, este se cumplió, y seguían sin permitir el acceso al mismo", contó a DIARIO DE CUBA Pedro López tras una una visita familiar que recibió el joven.
"El tiempo que estuvo en huelga lo pasó en solitario, en una celda de dos metros de largo por uno de ancho (solo había espacio para él acostado dos veces). El colchón le era retirado a las 6:00AM y devuelto a las 10:00PM, muchas veces mojado y maloliente, para que tuviese que dormir en el piso", añadió el activista, suegro de Roxana García Lorenzo, la hermana del preso político cubano.
Según el relato de Andy García a su familia, "la celda estaba pintada de blanco, con una luz artificial perenne y con un enchape de diminutas losas dispuestas de tal manera que provocan el mismo efecto que las luces estroboscópicas, provocando un daño en sus retinas".
López dijo que el joven manifestante del 11J fue "golpeado en dos ocasiones y en una de estas arrastrado con el colchón encima y él esposado provocando quemaduras en su piel".
"Está extremadamente delgado y su aspecto es cadavérico", lamentó López.
Tras ser encarcelado por su participación en las protestas, García Lorenzo fue trasladado a la prisión de La Pendiente en Villa Clara, donde sufrió numerosas agresiones y se plantó en huelga de hambre como protesta.
A finales de mayo el prisionero político recibió un cambio de medidas mediante el cual las autoridades cubanas dispusieron que cumpliera los cuatro años a los que fue sentenciado en régimen abierto (campamento de trabajo).
Sin embargo, tras un problema de salud a mediados de agosto, y su negativa a realizar trabajos forzados, las autoridades cubanas lo devolvieron a una cárcel común, en este caso El Pre, donde se encuentra actualmente.
Y el resto del mundo como siempre, igual que si nada. Bueno, son 63 años del mismo hábito.