Cartas del #11JCuba desde prisión: 'con pinzas arrancaban uñas postizas y piercings de la lengua'

En una muestra del abundante testimonio recibido tras el 11J, Cuban Prisoners Defenders publicó tres cartas que manifiestan el calvario que han vivido y viven cotidianamente decenas de miles de familiares que tienen a sus allegados en prisión política en Cuba. Mailene Noguera Santiesteban, Yessica Coímbra Noriega y las gemelas, Lisdany y Lisdiany Rodríguez Isaac, detenidas tras las protestas de julio, cuentan su experiencia de su puño y letra.

Noguera Santiesteban, miembro del Movimiento Opositores por una Nueva República, fue detenida el pasado 17 de julio de 2021 por varios agentes de la Seguridad del Estado en su casa. Está acusada de desórdenes públicos, propagación de epidemias y desacato por manifestarse pacíficamente seis días antes, el 11 de julio de 2021, en Mayabeque.

Ese mismo día, ya detenida en la antigua prisión para casos de VIH-SIDA en Güines (Mayabeque), ella fue testigo de cómo varios oficiales golpeaban con palos y patadas al también detenido Manuel Velázquez Licea, "hasta dejarlo sangrando", y así lo narra en la misiva.

Noguera cuenta que fue "arrastrada por los pelos" por tres oficiales por el suelo hasta que dentro de su celda comenzaron a agredirla verbalmente con calificativos como "cochina, piojosa", "¿dónde está el dinero y la ropa que te mandan los americanos?". La mujer dice que estaba semidesnuda pues la detuvieron en su casa, junto con su esposo, de madrugada cuando dormían, dejando a su hijo menor, de ocho años, solo en el domicilio.

Fue testigo de cómo llegaron otros detenidos del 11J "como perros arrastrados, los hombres y las mujeres brutalmente maltratados, esposados como el peor delincuente, tratados como un desecho humano contra la pared", mientras los oficiales gritaban, entre otras amenazas: "no te atrevas a moverte que te romperé los dientes, perro gusano".

Les "daban muchos palos por no repetir lo que ellos querían. Yo solo podía decir "Patria y vida", añade.

Según Noguera Santiesteban, practicaban torturas físicas y psicológicas a niñas menores de edad, "con pistola en la cabeza y con pinzas arrancaban uñas postizas y piercings de la lengua".

Racismo institucionalizado en las prisiones

La misma prisionera del 11J dice haber sido testigo de cómo encarcelaron a una madre (Maira Coímbra) y a su hija (Yessica Coímbra) en celdas distintas, mientras los oficiales les gritaban si "ellas no se veían muy negras para andar protestando en las calles, que a los negros no los quieren en ningún lugar del mundo, y Cuba no sería la excepción".

El testimonio de la carta de Noguera coincide con lo narrado en otra carta, obtenida por otra vía, de la propia afectada, Yessica Coímbra.

Coímbra es una joven cubana de 26 años que reside en Mayabeque y se encuentra en la Prisión de Mujeres de Occidente, El Guatao. Enfrenta una condena de ocho años por los delitos de desórdenes públicos de carácter continuado, desacato de carácter continuado, hurto y desacato, tras manifestarse pacíficamente el pasado 11 de julio en Nueva Paz, Mayabeque.

Según el testimonio que han hecho llegar a CPD sus familiares, ella y sus amigos se encontraban en el Parque de Reparto Vegas (el 11J) cuando comenzaron las detenciones: "llegaron dos guaguas con trabajadores del Gobierno, mientras debatíamos con ellos, detrás de una bandera muy grande se escondía un grupo de boinas negras y de policías vestidos de civil", narra. 

A partir de ese momento comenzaron a dar golpes con "palos gordos" indiscriminadamente a adultos y niños. "Muchos manifestantes como yo, que solo pedíamos una mejora, resultaron heridos, nos golpearon sin piedad", dice Yessica Noriega.

Minutos después, esos mismos agentes se dirigieron al domicilio de Yessica Coímbra donde se encontraron con el hijo de ésta, Enrique Miguel Tablada Coímbra, de ocho años, al que arrebataron a la fuerza el móvil "por si estaba grabando", y le indicaron al menor que llamara a un adulto. El pequeño esa noche estaba tan alterado que sufrió taquicardias.

Al día siguiente, 12 de julio, ella es trasladada a la antigua prisión para casos de VIH-SIDA en Güines (Mayabeque): "éramos 12 en la guagua y nos cogían dos o tres guardias por preso/a; a los hombres los tiraban contra las rejas y les decían que gritaran 'viva la revolución', como no lo hacían les daban golpes hasta dejarlos sangrar, también a las mujeres, e incluso a niños y niñas de 17 a 19 años de edad", relata en su carta.

"A mi mamá la detuvieron luego de que los policías amenazaron a mi niño, estuve siete u ocho días sin saber si mi mamá estaba viva o muerta. Dos hombres y una mujer me dieron golpes en los brazos y empujaban mi cabeza contra la mesa por no decir lo que ellos querían", añade.

Las shakiras: torturas con esposas

Según el manuscrito de Yessica Coímbra, fue enviada una oficial a que le pulverizara los ojos con un "spray", colocarle las "shakiras" (esposas que inmovilizan manos y pies) y a golpearla, por no hablar. 

Lo que la joven desconocía era que en una celda próxima se encontraba su madre, de 56 años, enferma con varias patologías, escuchando cómo torturaban a su hija. "Esto lo hemos descubierto al cruzar ambas cartas, la de Yessica y la de Mailene Noguera Santiesteban", señala CPD.

Otra de las mujeres que han escrito es Lisdiany Rodríguez Isaac, quien se enfrenta a una condena de diez años de privación de libertad por manifestarse el 11 de julio de 2021 en Villa Clara, Cuba, acusada de desórdenes públicos, propagación de epidemias, desacato, atentado e instigación a delinquir. Tiene 23 años y está encarcelada en la Prisión Guamajal de Mujeres de Santa Clara.

En su escrito desde prisión dice: "Me encuentro en prisión por ser partícipe de la gran e histórica manifestación del 11 de julio de 2021. Mi hermana (gemela) y yo llevamos cuatro meses y un día recluidas".

Cuando fue detenida el 17 de julio, Rodríguez dejó a su pequeña de tres años a cargo de la abuela de la menor, su madre, quien fue detenida el 15 de noviembre, por lo que la niña quedó completamente desprotegida.

"No les basta tenernos a mi hermana y a mí presas, con una petición fiscal de diez años… Lo único que deseo es que dejen de acosar y asediar a mi madre, y si eso no pasa pues me obligan a hacer protestas, como huelgas de hambre y hasta coserme la boca, ya que me siento con un miedo horrible y acorralada", explica.

La madre de las gemelas ha publicado videos desconsolada pidiendo justicia y libertad para sus hijas y relatando la situación con la pequeña niña, desconsolada por ausencia de la madre.