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REPRESIÓN

'Iba literalmente a ciegas', un expolicía cubano cuenta cómo fue gaseado al intentar llegar al MINCULT el 27 de noviembre

Ricardo Acostarana fue uno de los jóvenes atacados con pimienta en los alrededores del Ministerio de Cultura.

La Habana
El joven cubano Ricardo Acostarana.
El joven cubano Ricardo Acostarana. Tremenda Nota

Ricardo Acostarana, quien trabajó por varios años como oficial de la Policía cubana, fue una de las personas rociadas con gas pimienta cuando intentaba llegar a la sede del Ministerio de Cultura (MINCULT) de Cuba el pasado 27 de noviembre.

El joven contó en un texto publicado en la revista independiente Tremenda Nota que en ocasiones ha escuchado que "la represión en Cuba no tiene sed de sangre" pues "es utilitaria", lo que contrasta con los casos de "amigos, conocidos y extraños" a los que el régimen les "ha pasado por arriba" sin hacerles derramar "una pizca de sangre".

Sin embargo, reconoció que la otra cara del asunto es la "represión de verdad".

"El estrangulamiento para conseguir la obediencia. El tonfazo, las luxaciones. Montarte en una patrulla, dejándote como un papel estrujado. Y en mi caso, como pasó con muchos jóvenes en la noche del 27 de noviembre de 2020, frente al Ministerio de Cultura, rociando con gas pimienta", escribió.

Acostarana afirmó que al caer la noche el ambiente frente al MINCULT se hizo más complejo, pues "la Policía y los grupos de respuesta rápida tenían cercadas a más de 300 personas".

"Sabíamos que no podía ocurrir ningún incidente que propiciara un enfrentamiento entre la población civil y los cuerpos armados. La presencia de artistas e intelectuales de reconocimiento internacional era una especie de muro de contención moral, en caso de que algo ocurriera", escribió.

Poco después de salir del grupo para comprar cigarros y agua, narró Acostarana, se cortó la electricidad, por lo que la zona del MINCULT y los alrededores quedó a oscuras.

Al intentar regresar "un capitán nos desafió a pocos centímetros de nuestros rostros. No pude mirarle a los ojos por la oscuridad y la impotencia", relató el joven, que trató de volver por diferentes accesos siendo impedido por las autoridades en todas las ocasiones.

"Van a dormir trancaditos hoy, fue lo último que le escuché decir a una oficial cuando salimos caminado rumbo al último acceso posible. En cada esquina ocurría lo mismo con otros jóvenes que querían entrar y les negaban el paso", contó.

"Vamos a pasar porque es nuestro derecho, pero lo vamos a hacer justo como ellos no quieren que suceda, de manera pacífica, con las manos en alto y alumbrando con nuestros celulares", contestó uno de los más de 50 jóvenes que subían junto a Acostarana por la calle 2, según su relato.

Fue entonces cuando un guardia se comunicó con sus superiores y pidió refuerzos mientras alzó un aerosol con gas pimienta, de lo cual se dieron cuenta porque otro de los agentes le indicó que lo lanzara a la cara de los jóvenes.

"Algunos enviamos mensajes de audio para que los de arriba, frente al Ministerio, supieran lo que estaba sucediendo. La Policía intentó hacer un cordón para que no pasáramos, pero fuimos más rápidos que ellos. El refuerzo nunca llegó. Nos dispersamos, corrimos cegatos con el gas en los ojos", contó.

"Iba literalmente a ciegas, hacia delante, sin saber si iba a topar con un árbol o un muro, empujando el peso de otra persona, mi pareja, que a su vez aguantaba el peso de otra que se le arrimó como pudo. Correr así es lo más terrible que me ha pasado", escribió.

"Antes de llegar al MINCULT trabajé varios años como oficial de Policía. Me fue negada tanta información que viví en una burbuja con oxígeno alquilado, hasta que salté de la oficina al laberinto", confesó al final de su relato.

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