Nadie sabe de qué persona va a surgir lo que la memoria adoptará como un héroe. Los contemporáneos de los momentos difíciles vemos emerger seres estupendos lo mismo de una prisión inmunda que de un aula universitaria. Ahí están las memorias carcelarias de Jorge Luis García Pérez "Antúnez" y las universitarias de Ariel Ruiz Urquiola para dar fe de ello. No son algo nuevo, son ya 60 años de heroísmo, cuando no martirologio.
Por estos días crece ante todos Luis Manuel Otero Alcántara, a quienes sus amigos llaman Luisma. Y crece porque el castrismo, al no poder con él, ha inventado una causa penal para apresarlo. Pero eso, dicho así, no tiene la relevancia que lleva. En 2019 Luis Manuel sufrió cerca de 20 arrestos y, en lo que va de 2020, otros tres antes de este que ahora le confina con ambiciones más perversas.
Muchos escuchamos hablar de él por primera vez cuando en 2016, junto a Yanelys Núñez, fundó el Museo de la Disidencia. Nos impresionó su talento en 2017, cuando se inauguró el hotel Manzana Kempinski. Hotel de lujo erigido por los militares cubanos sobre una magnífica edificación republicana, la Manzana de Gómez. El entorno, testimonio suntuoso de una época próspera, devino con el castrismo una zona de hacinamiento y derrumbes. De esa condición sacaron a la Manzana de Gómez los militares cubanos para renombrarla con un apellido extraño y convertirla en el primer hotel de gran lujo de Cuba.
Fue restaurado por trabajadores de la India, lo gestiona una empresa alemana, lo consumen extranjeros ricos, muy ricos; y el dinero va a las panzas de los militares. Mientras, los cubanos habitan los costados derruidos, donde los policías les miran con suspicacia y las niñas mueren bajo los balcones que caen.
A propósito de la inauguración del hotel, Luis Manuel realizó una serie de intervenciones bajo el título "Con todos y para el bien de unos cuantos", modificación paródica del "Con todos y para el bien de todos", de José Martí. Con ellas, el artista señala la inauguración del hotel como una acción agresiva hacia aquel entorno empobrecido.
Pero aquello era tan solo el preámbulo de lo que sería el despegue creativo de Luis Manuel Otero. En 2017 el Gobierno cubano tuvo la mala idea de cancelar la Bienal de Arte de La Habana, con esas explicaciones deficientes con que las dictaduras suspenden actividades molestas. Luis Manuel ideó entonces la Bienal 00, que se realizó entre los días 5 y 15 de mayo de 2018. Fue un evento alternativo que brilló por el apoyo que obtuvo de la comunidad artística, la calidad de su organización y sus resultados.
Unos meses más tarde, el 10 de julio de 2018, el castrismo emitió una serie de normas jurídicas reunidas en la Gaceta Oficial Extraordinaria Número 35. Con ellas concluía un año en que el otorgamiento de numerosas licencias para el trabajo por cuenta propia permaneció cancelado.
Entre el conjunto de nuevas normas se encontraba el Decreto 349, que fue revelado por Luis Manuel Otero como un Decreto contra la libertad artística. Solo su título permite sospechar la índole de su contenido: "Contravenciones de las regulaciones en materia de política cultural y sobre la prestación de servicios artísticos".
El artista que ya había denunciado la inauguración de un hotel de lujo como expresión de desprecio de las autoridades cubanas hacia la nación, que había dejado en evidencia las falacias contenidas en la cancelación de la Bienal de Arte de La Habana, se dispuso a denunciarlo.
El Decreto 349, con su lista de contravenciones, multas, decomisos e inspectores, fue convertido en la expresión legal del interés castrista por asfixiar al ciudadano. Fue en el ámbito de esas acciones que se creó el Movimiento San Isidro, con su nombre inspirado en la mítica calle de La Habana Vieja donde está lo más parecido a una vivienda que tiene Luis Manuel. Porque para mayor denuncia de la tiranía castrista, de su elitismo y su exclusividad, Luis Manuel encarna una vez más al negro pobre luchando contra el blanco poderoso. Es una matriz demasiado recurrente en nuestra historia como para que no reparemos en la persistencia de patrones aviesos que los discursos triunfalistas encubren.
El Movimiento San Isidro es el resultado de la madurez de la sociedad civil cubana y en él se han involucrado artistas de muchas disciplinas como la actriz Iris Ruiz, la curadora Claudia Genlui, el poeta Amaury Pacheco y el productor artístico Michel Matos, entre otros.
La denuncia magnífica de la injusticia que es su encierro, que ha hecho coincidir a cubanos tan distintos como Tomás Sánchez con Guillermo Fariñas o Silvio Rodríguez con Mike Porcel, que ha provocado la sorprendente convergencia del artista castrista Alexis Leyva con la intelectual exiliada Coco Fusco, es lo más parecido que se ha visto en mucho tiempo al grito unánime que necesita Cuba para convencer al castrismo de que el cambio es ya. Ese grito es libertad y Luisma es hoy su significado más exacto.
Lo que Cuba necesita es hijos con cojones pero eso es imposible porque la escasez de huevos de gallina obligo a los cubanos a comerse los suyos propios.
La respuesta ha sido: Una Cuba sin Otero Alcántara. Lo que Cuba necesita es otro Moncada y otra Cabaña con grandes fusilamientos en masa.