El atletismo, después del boxeo, ha sido el deporte que más medallas ha otorgado al deporte cubano en los juegos olímpicos. Un total de 45 preseas ha conseguido el deporte rey de la Mayor de las Antillas en estas citas, distribuidas en 11 de oro, 14 de plata y 20 de bronce.
A partir de la olimpiada de Tokio-64, cuando el velocista Enrique Figuerola obtuvo la medalla de plata en los 100 metros planos, al quedar detrás del estadounidense Robert Hayes, siempre el atletismo cubano conquistó medallas en estos eventos. En ocasiones, como en los casos de Montreal-76, Barcelona-92, Sidney-2000, Atenas-04 y Beijing-08, la delegación cubana se iba con dos títulos olímpicos en este deporte.
Sería la cita en la capital china donde el atletismo cubano alcanzaría medallas de oro por última vez. Porque en Londres-12, Río de Janeiro-16 y Tokio-20, los representantes cubanos se fueron sin títulos. En la lid brasileña, incluso, se produjo la que hasta entonces era la peor demostración del atletismo cubano, cuando la Isla logró solo una medalla de bronce por medio de la discóbola Denia Caballero.
Ahora, en la olimpiada de París, el atletismo cubano ha tocado fondo. Y esto solo puede definirse con una palabra: desastre. Este deporte contó con el mayor número de integrantes de la delegación cubana: un total de 20 atletas, casi la tercera parte de toda la representación nacional en la cita olímpica.
Por primera vez, desde la mencionada reunión de Tokio-64, Cuba se despide sin medallas. La mejor actuación correspondió a la triplista Liadagmis Povea, que terminó en el cuarto puesto. Precisamente, esta era una especialidad en la que Cuba depositaba esperanzas, incluso de una medalla de oro, por medio de Leyanis Pérez, o de la propia Povea. Finalmente, Leyanis se ubicó en la quinta plaza, con lo que se esfumaron las posibilidades de título.
Otros exponentes, como los saltadores Alejandro Parada o Luis Enrique Zayas, y los corredores Reinaldo Espinosa, Roxana Gómez y Rose Mary Almanza, entre otros, terminaron con actuaciones que nada aportaron a la representación de la Isla.
Particular mención para el triple salto masculino, donde el cubano Lázaro Martínez se tuvo que conformar con el octavo lugar, en una final en la que tres saltadores nacidos en Cuba, pero que representaban a otros países —Jordan Díaz (España), Pero Pablo Pichardo (Portugal) y Andy Díaz (Italia)—, coparon el podio de premiaciones. Un resultado que se enmarca en la descomunal ola migratoria que desangra a todos los sectores de la sociedad cubana.
Después de semejante debacle vendrán los análisis, las críticas y las probables sustituciones de los funcionarios que dirigen el atletismo cubano. En muchas ocasiones se les han señalado imperfecciones a los métodos de entrenamiento de nuestros atletas, que consiguen la mejor forma deportiva antes o después de las competencias principales, con lo que no se logran los objetivos propuestos.
Tras el campeonato mundial celebrado en la ciudad estadounidense de Eugene, en el 2023, donde Cuba también se fue sin obtener medallas, la entonces comisionada nacional de atletismo, Yipsi Moreno, fue separada de su cargo. Ahora, la caída en desgracia le correspondería a Rolando Charró, actual mandamás de este deporte en el país.
Los jerarcas del deporte cubano, al exaltar el desempeño del luchador Mijaín López, intentan desviar la atención acerca de los magros resultados obtenidos por el resto de las especialidades que compitieron en París. Pero ni con esa maniobra se podrá ocultar el desastre de deportes como el atletismo.
Sin comida no hay rendimiento.
Para mí, lo verdaderamente representativo de la Cuba de hoy fueron esas tres medallas a tres cubanos en triple salto. La Cuba de hoy existe repartida entre todos los países que han acogido a sus emigrantes, y la isla. Los cubanos por este mundo, en general prosperan, pero los de la isla viven sin esperanzas. Y esa es la realidad cubana. Que Mijaín López sea alabado tanto por el régimen como por el COI en la clausura de los Juegos, es bien merecido. Pero ese es solo un caso entre decenas de buenos atletas cubanos que en su tierra natal no les reconocen sus logros.