El equipo cubano de béisbol fue derrotado por Republica Dominicana con marcador de 5-4 este jueves y se tuvo que conformar con el sexto lugar en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile. Así igualó la peor actuación de una selección de la Isla en estas citas multideportivas, firmada hace cuatro años en la edición de Lima.
Mientras los peloteros cubanos siguen haciendo historia en las Grandes Ligas, demostrando que los nacidos en esta tierra tienen la calidad suficiente para imponerse en ese deporte, los que se quedan en la Isla continúan haciendo el ridículo.
Parecía que, con la derrota ante Brasil, que privó al equipo de Cuba de ubicarse entre los cuatro primeros del torneo, las decepciones se habían agotado hasta el año que viene. Pero el indiscutible del quisqueyano Elier Hernández que los dejó tendidos en el terreno se encargó de recordar que serán eternas.
Al país sudamericano fueron los cubanos con la cabeza erguida después de ganar un torneo "de mala muerte" llamado Copa del Caribe, realizado en Puerto Rico, donde avasallaron a un puñado de desconocidos de muy baja calidad.
Una docena de peloteros que estuvieron en el pasado Clásico Mundial integraban las filas de un equipo que por un momento pensó borrar la crisis que vive este deporte en Cuba desde hace casi dos décadas, con una victoria a costa de otros anónimos rivales.
"Ya nos toca", había declarado el mentor Armando Johnson, envalentonado por las ausencias en el evento de Estados Unidos, Canadá, Puerto Rico y Nicaragua, y haciendo coro a la cuadrilla de directivos que acompañan a los atletas en cada viaje al exterior.
Olvidaba el noble mentor que más allá de las constantes fugas de estrellas que los afecta, en el avión siempre van de polizontes la desidia de los dirigentes y un puñado de males beisboleros que el mismo sistema de gobierno es incapaz de erradicar.
Obviaba el hecho de que ese cuarto lugar alcanzado en el último Clásico Mundial —sin hablar del benévolo grupo el que sus amigos de la Confederación Mundial de Béisbol y Softball ubican siempre a las selecciones de Cuba—, no habría sido posible sin la presencia de aquellos "traidores", que hoy hacen historia en las Grandes Ligas.
Resultado: tres derrotas en cuatro partidos, ofensiva que no produce en momentos claves, errores incomprensibles y un pitcheo que no soporta presiones y se desvanece cuando esos polizontes que siempre viajan con ellos en los aviones, salen al terreno para atormentarlos.
Lo peor no es la derrota, no es el lugar que alcanzó el equipo ni el bochorno que sufren los fanáticos que ven a un puñado de anónimos rivales mancillar la historia del béisbol cubano.
Lo peor es que todo seguirá igual, que nadie moverá un dedo para remover los viejos pilotes donde agoniza este deporte, porque la desidia de los dirigentes y ese puñado de males beisboleros, el mismo sistema de gobierno es incapaz de erradicarlos.
La culpa la tiene el bloqueo.