Dar testimonio:
pequeña araña pende de un misterio,
construir la delgadez.
Arañas desplazadas.
El hueso de la manzana,
donde se alojan
las semillas, su gancho mínimo.
Se desenlaza el viaje:
sus propósitos,
la energía que este genera,
rueda que endereza el destino
o finalmente lo deja
a la deriva.
Se trata de la araña de rostro mostaza,
sube por su propio hilo
hasta la cúspide.
Arquitecturas se revelan
en amplitud
activando el gong
de la belleza efímera (anfiteatro);
el gesto agridulce
de la agrimensora
en su habilidad proyecta
a la enana blanca
y a otras estrellas anónimas.
Expresión átona.
Ante la fibra que segrega el encanto
hay cosas que se entienden:
el mar de Lezama
es un múltiplo que exhibe
la sal entre cristales;
el de Piñera resta,
elige de príncipe
a un erizo.
Vintenberg destapa las tensiones
con maestría
(guarida, y depredadores),
las manipula, induce,
las transforma en sacapuntas;
dejando que el grafito te engatuse
o haga el trazo del cuello…
Lo que raja
Lo que penetra
Lo que se hunde
Lo que soporta
y aliviana su angustia
a golpe de memoria
diseñando rutas enmarcadas
certeras en su rumbo,
senderos, tajos, cuencas.
El cráneo del poema late.
(fulgor se dice)
El cuerpo-embarcación
emprende ruta de ida y el retorno
por el agua;
las ataduras degolladas
en la idea.
Todo se crispa,
desde la letra hasta la voz,
al escuchar
se revira el mundo interior
y sus instintos,
la última araña
que pudiera rozar las fibras
de este poema
ya esta muerta, tiesa,
con siete patas
mecidas por el aire.
Ricardo Alberto Pérez nació en Arroyo Naranjo en 1963. Sus libros de poemas más recientes son ¿Para qué el cine? (Unión, La Habana, 2011) y Vengan a ver las palomas de Varsovia (Letras Cubanas, La Habana, 2013). Publicó una antología personal, Los tuberculosos y otros poemas (Torre de Letras, La Habana, 2008). Ha traducido a Paulo Leminski y otros poetas brasileños. Este poema pertenece a su libro en preparación Distintas maneras de esperar la muerte.