Se desvanecen las membranas.
El objeto también desaparece
y puedes describirlo,
connotarlo,
que otros vengan a su encuentro.
Hámster, ratón, jerbo:
la analogía es un dibujo
hecho con tinta vegetal,
a contraluz
ellos emigran a esas sombras
que bajan la tensión
y los convierten en parientes intrusos
virándose a opinar sobre nosotros;
por cualquier vía
pueden decir que somos canallas
disfrazados de lebreles,
que en elegantes pisadas
escondemos una dosis
de mezquindad y usura;
esos roedores consiguen transparencia
rudas metáforas
textos dictados
como normas
para no retroceder
o acogerse al buen vivir.
A través de cualquier sangre
el nervio que los vincula a la razón
hace vibrar cristales de magnesio,
sonidos que se engrapan
y privan a los machos
de entrar radiantes
en el cenit de un estudio,
solo las hembras serán útiles,
una melodía de poder
las atrapa, bendice,
un golpe de agonía
franquea el paso al sacrificio.
¿A dónde van sus vidas?
Serán manipuladas con espanto;
se podrá descifrar a tiempo:
¿En dónde desemboca una semilla?
¿En dónde desemboca una lombriz?
El hábitat común las hace tercas,
cómplices o adversarias,
habría que ver,
que meditar
cuando el tallo sea una realidad irrefutable
y nos convoque
disfrazado de enigma
e insinuando
que el ángulo decide
porque transforma lo chato,
lo pone a girar,
satura, busca lo grave,
muestra que en dicha dimensión
se acopla la ruta del deseo
con todo aquello
que estimula la intuición:
el gris brillante
como un quiste
acodado en la memoria.
Ricardo Alberto Pérez nació en Arroyo Naranjo en 1963. Sus libros de poemas más recientes son ¿Para qué el cine? (Unión, La Habana, 2011) y Vengan a ver las palomas de Varsovia (Letras Cubanas, La Habana, 2013). Publicó una antología personal, Los tuberculosos y otros poemas (Torre de Letras, La Habana, 2008). Ha traducido a Paulo Leminski y otros poetas brasileños. Este poema pertenece a su libro en preparación Distintas maneras de esperar la muerte.