Golpéame desde atrás, imagen.
Por un agujero angosto
descendí;
en lo profundo
Haroldo de Campos
con una pala
pintada de negro
cavaba;
alguien que no era visible
para mí,
le decía:
mueve tierra Haroldo
con Dante
con Camoens
con Drummond
mueve tierra,
el hallazgo
más hacia el fondo.
Las palabras
no logran pronunciarse
a esa profundidad,
minerales
adulteran su peso
frustran la gestión de la lengua
que se tiende
al margen
y parece muerta.
Durante el descenso
la realidad me atenazaba menos,
se abrían intervalos
para analizar pasajes
atestados de sustancias
y objetos muy familiares,
en sus olores sobre todo,
conseguían hinchar mis sensaciones
sobre diversas variantes del origen
y la inaplazable condición
del viaje.
Descendí un poco más que ellos,
allí tampoco pude ver
el rostro del que dialogaba con Haroldo
ahora me quedaba de espalda,
mientras casi en susurro
le decía:
en gramos
las palabras se pesan en gramos.
Entonces me sentí en el punto más alto
de la emoción;
unas cuchillas giraban paralelas,
bordes afilados,
especie de piragüismo
de donde debía salir intacto.
Arriba el remolino de las aguas
abajo las cuchillas,
la voz que se dirigía a Haroldo
ya era tan baja
que desapareció
todo contacto con ella,
solo me quedaba imaginar:
lo que has perdido
es el sudor,
sales que no volverán más,
escamas se desprenden
y dejan confusión.
Ricardo Alberto Pérez nació en Arroyo Naranjo en 1963. Sus libros de poemas más recientes son ¿Para qué el cine? (Unión, La Habana, 2011) y Vengan a ver las palomas de Varsovia (Letras Cubanas, La Habana, 2013). Publicó una antología personal, Los tuberculosos y otros poemas (Torre de Letras, La Habana, 2008). Ha traducido a Paulo Leminski y otros poetas brasileños. Este poema pertenece a su libro en preparación Distintas maneras de esperar la muerte.