Desde A.
El golpe carece de inteligencia hasta
que el sonido disgrega el dolor. Son
puntadas que ves detenerse por el
sentido y te hacen embargar la futuridad.
Los ventanales han captado con atención
el color airoso de los árboles. Ellos, en
cambio, no se miran. Se aquietan. Nacen
nuevas ramas a los vidrios altos. Como sucede
con las pantallas que se te abalanzan y las dejas,
todo se granula, la cercanía de la mirada deshoja
y daña. Lo especial engaña al que lo busca.
Entonces te das cuenta de que solo tú has volteado
hacia esa delineación concreta de aquello que
has imaginado en la forma de una libélula
despavorida. En los destellos que te hacen
bajar la cabeza como si esa ráfaga acabara
de destajarla se hace hecho lo irreversible.
Y el ridículo, aspiración secreta de la voluntad,
enmohece. Fue una tarde lamentablemente
gris. Las raciones de lluvia sucedieron a las
raciones de viento.
Roberto Rodríguez nació en la provincia La Habana (provincia de Cuba hasta hace unos años, que dividieron en dos) en 1987. Es fundador y miembro del equipo editorial del proyecto Rialta. Coordina y edita el "Archivo Rialta".