No estoy esperando por nadie, simplemente quiero estar aquí
Nadja en París
Lo desconcertante en las mujeres de Rohmer
es que tienen las horas largas
la frivolidad de la escena es solo aparente y
casi canina en su regodeo
por las borraduras extremosas del cuadro las margaritas
y por cierto la felicidad de lo inverosímil
alcanzan sinuosas el contenido del amante
del que no se salvan la torpeza y mucho menos la risa
porque es un diálogo y de dos lenguas y dos presas se
bastan las calamidades de los perdigueros
como si solo ellos estuvieran solos y
ya nada pudiera hacerse más que palabrear una idea del amor
en la grama
Las rodillas de las mujeres de Rohmer tienen forma de cerezo
las sigo se aproximan y vuelven no anuncian la partida
hay algo colgando del viento
un bostezo en las ramas cotidianas muerde de tan poco apetito
el deseo desgranado de una tarde de sol y es inmensa
la sensación de que pronto, en cualquier instante, entre
la cala y la acidez de la luz cierta melodía no dejará que
pase más tiempo del desposeído al centro del estupor
alguien limpia los manteles con saliva de ganso
la naranja grazna y deja la piel se desliza sobre la mesa
para la mosca
Se acerca en los restos del vino el otoño
así los fragmentos que dejan al cruzar la calle
los sonidos imperceptibles del polvillo que se escurre
bajo los gestos y la imitación del gesto
entraman yo diría con cierta
afectación, el suceder de la espera
como nada parece estar escrito
el abandono a la posibilidad
es un hermoso paseo hacia la duda
todos los nervios aguardan con ardor
disminuidos en la ronda de los ojos
el tiempo del contacto ha sido a costa de rigores
pero la carne brilla en cualquier laurel,
agasaja y redunda ya
en la sorpresa
Roberto Rodríguez nació en la provincia La Habana (provincia de Cuba hasta hace unos años, que dividieron en dos) en 1987. Es fundador y miembro del equipo editorial del proyecto Rialta. Coordina y edita el "Archivo Rialta".