Un día de silencio nacional, extensivo a todos los cubanos residentes en el extranjero, mostraría al país desorientado el rumbo que su locuacidad le oculta.
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La mudez de los peces alerta al cubano sobre los peligros de la profundidad.
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Las olas que estallan contra el malecón de La Habana repiten lo que el rey Juan Carlos I de España apostrofara a Hugo Chávez Frías en ocasión memorable: ¿por qué no te callas?
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El velorio cubano suele ser bullicioso. Hay que aplacar el silencio que desborda la caja.
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Lo que la nariz a Góngora,
érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
la lengua al cubano.
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Nada sabe del pasado;
del futuro, menos; siente
que no es lo suyo el presente,
el parlanchín extraviado.
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Antes de la llegada del primer habitante, Cuba se oía sin interferencias.
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El fuego abisma: tantas lenguas y no poder hablar.
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El hombre nuevo cubano cuenta con un atributo inédito a sus antepasados: pelos en la lengua.
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Un día, lejos de mí,
me dio por rememorar
lo que fui y lo que no fui;
después me dio por callar.
Ni momia, ni maniquí,
ni mimo: cuerdo de atar.
Orlando González Esteva nació en Palma Soriano en 1952. Fondo de Cultura Económica ha publicado una antología de sus textos: ¿Qué edad cumple la luz esta mañana? (México, 2008). Su libro más reciente es El parlachín extraviado (Artes de México, Ciudad de México, 2024), al cual pertenecen estos fragmentos.
El parlachín extraviado se presenta este sábado 26 de octubre, a las 4:00PM, en el Koubek Center (2705 SW 3rd Street, Miami 33135).