En la cinemateca
luz de antiguos proyectores
anclados a la niña del ojo del amante
rubio por costumbre —se llamó Sasha,
se llamó Kolia y cenamos
frágiles manzanas y compota búlgara de peras—.
La nuestra es una historia de hombres
que no se encuentran nunca
fuera de la sustancia del cine en la pared,
de una emulsión soviética que impregna cartulinas
y cuadernos de música cuando interpreto Octubre
y Tchaikovsky son sus labios
recorriendo mi cuello frente al absurdo piano
del tabloncillo en la escuela elemental de ballet.
Días de extraña poesía que llegaba del este,
bielorrusas palabras y palabras errantes
para esconder una verdad que estallaría a los pocos años.
En tus amables gestos, niño mío,
se condensa el simbolismo de aquellas películas
que hoy intentamos ver en esta sala moderna
donde no hay marca sovexportfilm
y Tarkovsky es solo un póster al fondo del pasillo
donde nos abrazamos a oscuras —esto sí es igual—
y dices que me quieres.
José Félix León nació en Pinar del Río en 1973. Sus libros publicados más recientes son Patio interior con bosque (Unión, La Habana, 1999) y Palinodia (Ediciones Cauce, Pinar del Río, 2008). Este poema pertenece a un libro inédito.