inspirado en el trabajo del pintor Federico Bencini
Labios que marcan sobre seda un camino azul
que es una casa y luego un pájaro
antes que la mano caiga sobre la montaña
de un sexo masculino erguido entre palomas
y nefastas anunciaciones que recuerdan
los días de lluvia y ciertos días
en que miro las catedrales y no pienso en el amor brutal,
amor de tipos que se destrozan a pinceladas
de colores imposibles bramados por la luna.
La danza se expande a composiciones inaudibles,
el discernimiento de los retales cambia con los días
y el dolor de cada impresión como un picnic
va directo a prados donde la naturaleza humana
son los brazos de Fede sobre la tela en una azotea medieval,
estoy pintando, dice, cada pieza intercambiable de la belleza,
la de Federico que pinta esa belleza y que alienta
un aire de belleza,
si retiras la belleza una capa de belleza estallará
y si limpias la belleza con un trapo y con lejía
un grupo de jóvenes desnudos entrará al lago
y aquel fragmento volador de organza
ocupará el espacio de tu vida
en la terraza de una casa inventada
una y otra vez dentro del cuadro, del dibujo, de la composición
de su cuerpo diminuto y esos labios
que hacen de cualquier fragmento un principio y un final,
un todo desquiciado que no puedo dejar de mirar
y al que me rindo.
Labios rojos y perfectos
en selfies que alertan de la nimiedad
del arte y la naturaleza humana,
quiero vuestro dibujo en los míos.
José Félix León nació en Pinar del Río en 1973. Sus libros publicados más recientes son Patio interior con bosque (Unión, La Habana, 1999) y Palinodia (Ediciones Cauce, Pinar del Río, 2008). Este poema pertenece a un libro inédito.