Me aseguran que hay monstruos diminutos,
seres que no se ven pero devoran
lo que nos queda del tiempo y el espacio.
Son noticias que nadie entiende bien.
Dicen que lo mejor es ocultar el rostro,
que no sepan quién eres, qué deseas.
Taparse la nariz, la boca,
no dejar que vean por dónde pasa el aire.
Ya los trajes no importan,
ni el maquillaje ni los nombres,
ni siquiera el color de los adornos y pelucas.
Así nos acercamos al gran baile,
hay prisa en todas partes por mostrar
solo una parte de quién somos.
Ya se escucha el vals de bienvenida,
ya resuenan los acordes en la entrada,
todo ocurre al ritmo del gran miedo,
ya no vale esperar.
Nadie dice su nombre,
pasan a nuestro lado sin decirlo.
O tal vez no lo saben.
Lo importante es ocultarse bien,
antes de saber adónde vamos,
ni dónde puede terminarse el paseo.
Si no trajiste nada para ocultar tus labios,
no hables, no te quejes;
si no puedes taparte con sigilo,
olvida tu futuro y tu pasado,
ya no podrás entrar en tu presente.
Reinaldo García Ramos nació en Cienfuegos, en 1944. Su obra poética escrita entre 1969 y 2012 fue recogida en el volumen Rondas y presagios (Silueta, Miami, 2012). Más recientemente, publicó Espacio circular. Quince nuevos poemas y veintidós respuestas a Gerardo Fernández Fe (Ediciones La Mirada, Las Cruces, Nuevo México, 2017).