Escapado de un juego,
el mentón apoyado en las piernas abrazadas, recogidas,
la columna una zanja donde brotan nuditos marineros
que corren entre músculos de fuerzas laterales, definidos y planos,
los tobillos muy juntos.
Llamaban a ese niño.
Lo llamaban las madres.
Le tomaban las sienes,
como huesos de un ciervo tomaban sus caderas,
levantaban su espalda
(el corazón que fuera de la amplitud del puño)
comprobaban su edad,
lo dejaban vencido.
Tanteaban con su cuerpo el otro cuerpo
que madura en la noche, en solo un día,
que se estira y ensancha,
y enmudece
como si lo cruzaran saetas de pasión,
como sangre que llega vuelta sombras.
Un cuerpo por encima dos pulgadas,
extrañamente sano,
prodigioso y común, en su espigar
la niña.
Alessandra Molina nació en La Habana en 1968. Sus últimos libro de poemas publicados son Otras maneras de lo sin hueso (Leykam Verlag, Graz, 2008) y Algodón del sueño, cuchillo de los zapatos (Rialta Ediciones, Querétaro, México, 2017).