Ahora. Mismo. Hay. Un hombre leyendo Paradiso,
de Lezama, y Corrección, de Thomas Bernhard, a la vez.
Los lee quieto, sin que el hecho de leer constituya adaptación.
Tiene la garganta enferma, le dan escalofríos de noche.
Se fue de Cuba. Vive en Miami Beach.
Que no es Miami, pero ideológicamente sí.
Sus lecturas simultáneas forman parte de algún virus.
Miel para la garganta, duralginas y miel.
Al contrario de la duralgina le preocupa la novela
de Lezama: solo he conseguido llegar al tercer capítulo.
Le he dicho que abandone Paradiso, que continúe
con Thomas. Me responde que no abandonará.
Cada mensaje de texto mide unas pocas bimembres:
El lector-simulador sirviendo descafeinados.
Al rato me refiero a Cuba como: una isla
rodeada de filología por todas partes.
Según el lector enfermo ese podría ser
el título de mi próximo libro.
Hablamos. Por escrito. Durante
media hora sobre el lenguaje.
Él piensa que, a diferencia de Thomas
Bernhard, Lezama Lima es lenguaje.
Yo pienso que, a diferencia del lenguaje, Thomas
Bernhard es lenguaje. Lezama es filología.
Legna Rodríguez Iglesias nació en Camagüey, en 1984. Entre sus últimos libros publicados, en distintos géneros, están Las analfabetas (Bokeh, Leiden, 2015), No sabe/no contesta (Ediciones La Palma, Madrid, 2015), Dame Spray (Hypermedia Ediciones, Madrid, 2016), Transtucé (Editorial Casa Vacía, College Station, 2017), Miami Century Fox (Premio Paz 2016, Akashic Books, Miami, 2017) y Mi novia preferida fue un bulldog francés (Alfaguara, Madrid, 2017).