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Teatro

Escuela Nacional de Teatro: la basura bajo la alfombra

Stanislavsky a pulso, relaciones tóxicas, alumnos frustrados y profesores estancados: así describen estudiantes, egresados y exdocentes el ambiente en esta escuela cubana.

La Habana
Sede de la Escuela Nacional de Teatro, La Habana.
Sede de la Escuela Nacional de Teatro, La Habana. Diario de Cuba

La Escuela Nacional de Teatro (ENT) de Cuba fue escenario en octubre de un homenaje a Corina Mestre. La actriz cubana recientemente fallecida había sido durante los últimos 14 años la máxima autoridad de este centro, que forma estudiantes de actuación en nivel medio. Ubicada en la esquina habanera de Zanja y Aramburu, la ENT es presentada por su dirección como una gran familia y un centro educativo modelo. La realidad, es que viene sufriendo un notable deterioro desde hace varios años, en especial los últimos cinco, alejándose cada vez más de lo que debería ser una escuela de arte. Los principales afectados son los alumnos.

Este reportaje ha sido elaborado a partir de entrevistas a varios jóvenes, algunos graduados hace pocos años y otros que todavía cursan estudios en el centro. Todos coinciden en que las expectativas que tenías al entrar en la escuela, se convirtieron en decepción al poco tiempo.

También entrevistamos para este trabajo a exmiembros del personal docente. Los nombres reales de algunos entrevistados han sido sustituidos por seudónimos, ya que temen sufrir represalias debido a que residen en Cuba.

"Yo creo que la escuela ya estaba bastante deteriorada, pero desde que entré ha ido todo de mal en peor", comenta Alejandro, un alumno que se graduará este año. Afirma que se ha generalizado el hecho de que los profesores falten a las clases, sobre todo los de actuación, "no todos, porque por suerte quedan algunos realmente comprometidos con lo que tienen que hacer", agrega.

Cabe señalar que la mayoría de los docentes de actuación y asignaturas técnicas son muy jóvenes, y no son maestros propiamente, es decir, no tienen una formación pedagógica; muchos simplemente están cumpliendo el llamado servicio social. Además de las ausencias, se ha vuelto común que den la clase sin haberla preparado. "Entonces, cuando ves que ellos se comportan así, muchos alumnos nos desmotivamos y dejamos de ir a determinados turnos", confiesa Alejandro.

Mucho Stanislavsky

Lo anterior se suma a una deficiencia que muchos entendidos de la actuación llevan años señalando: la ausencia de un programa metodológico estructurado para llegar a cada estudiante. En la escuela se enseñan los métodos de cuatro grandes maestros de la actuación: Utah Hagen, William Layton, Sanford Meisner y Konstantín Stanislavsky. A excepción del último, el resto se aborda de una manera superficial.

Alejandro comenta que, en realidad, "no se profundiza en ningún método y mucho menos se hace un estudio comparativo sobre varios teatristas. Los profesores se limitan a enseñar lo que a ellos les funciona como actores".

"No nos brindan las herramientas ni la oportunidad de encontrar nuestros propios caminos. Los profesores te dicen 'tienes que hacer esto', se paran en el escenario y lo hacen", añade refiriéndose a la forma en que se dan las clases.

"La escuela no evoluciona. El tiempo va pasando, se dan descubrimientos, los grandes actores hablan de cosas nuevas y nada de eso se transmite a los estudiantes. Me refiero a técnicas de actuación que han salido, algunas incluso el siglo pasado, que a lo mejor a ti no te sirven como profesor, pero a mí como alumno sí, porque cada alumno es diferente y por eso se debería dar espacio a la mayor cantidad de técnicas posible. Entonces, no sabes, por ejemplo, cómo retener una emoción ni explotarla. Esas son herramientas que se supone que te dé la escuela y no te las da", considera Amanda, graduada de la ENT hace dos años.

Tiempo atrás, ya había estudiantes que se quejaban de este estancamiento en cuanto a la técnica actoral. Daniel Romero es uno de ellos. Graduado de la escuela en 2011 y conocido por protagonizar las películas El Mayor y José Martí: El ojo del canario, califica su paso por la ENT de su época como positivo y guarda un buen recuerdo, pero lamenta que la enseñanza no evolucionara.

"Yo siento que los maestros que proporcionaban una instrucción realmente valiosa, una vez que pasaban a ser incómodos para la dirección eran expulsados, o renunciaban porque les hacían la vida difícil. La dirección estaba empecinada en conservar el método Stanislavsky, el cual con el transcurso de los años fue renovándose y en Cuba se quedó estancado", explica Romero.

"Los profesores, con excepciones, te imponían su modo de actuar; te enseñaban desde sus experiencias, sus juicios, en vez de adoptar una postura imparcial y decir 'ok, yo puedo pensar esto, pero lo que necesita el alumno es conocer esto otro'. Aquello era un teatro viejo, con un método de enseñanza viejo", opina.

Adriana, quien fuera profesora de actuación de la escuela hasta hace tres años, coincide en que "básicamente es stanivlaskiana".

"De hecho, en sus paredes pueden verse varios carteles que defienden el pensamiento de este actor. Pero sucede que el método Stanislavsky, al igual que cualquier otro, depende de la obra que se monte y de la procedencia de los profesores que van a impartirlo. Muchas veces los profesores vienen de hacer televisión, cine o de un grupo de teatro donde no se aplica Stanislavsky. Por otra parte, los programas de clase implican abordar unas técnicas muy complejas en pocos meses, por eso en última instancia lo que dan a los alumnos es su libro. Yo creo que está bien que el profesor te dé lo que sabe, pero que esa enseñanza sea con una orientación y un método, más allá de su empirismo e intuición".

Relaciones tóxicas

En cuanto a la relación alumno-profesor, muchos opinan que por lo general no suele ser para bien. "Es una relación tóxica. Los comentarios de los tribunales muchas veces no son éticos", afirma Amanda.

Respecto a este punto, Alejandro apunta que "la manera en que ciertos profesores analizan tu ejercicio no es constructiva". Los actores son personas que desarrollan mucho la sensibilidad y perciben todas las emociones que estén en la atmósfera, en especial cuando están en escena, ya que son momentos en los que se hallan vulnerables, argumenta. "Yo sentía que la persona que me estaba evaluando lo hacía para atacarme y juzgarme, en vez de para ayudarme a construir y a crecer".

Mónica, quien pidió la baja como docente de la ENT, cuenta que se fue de la escuela por razones económicas, pero que también pesó la forma en la que se hablaba de los estudiantes en los claustros. "Yo no hago nada aquí", se dijo a sí misma. Según cuenta, no solo era común que ciertos profesores se refirieran a determinados alumnos como brutos, sino que además los juzgaban por su físico. Gorda, fea y negra eran los adjetivos más frecuentes.

Pese a las opiniones negativas sobre el profesorado de los últimos cinco años, los estudiantes y exestudiantes entrevistados hacen la salvedad de que "no son todos". Jorge Enrique Caballero, Yailín Coppola, Reinaldo Castaneda, Aireem Reyes y Xiomara Guilart son los nombres que más se repiten entren las excepciones. Lastimosamente, ha habido un éxodo de personal docente y la mayoría ya no imparte clases en la ENT.

"Hay gente que queda que es buena y trata de mantenerse, pero no es suficiente", comenta Alejandro. Es común encontrarse alumnos ociosos en los pasillos sin recibir clases, añade. "Yo creo que esa escuela debería de ser un espacio donde quizás tú veas gente fuera de las aulas, pero motivada, estudiando, creando".

De espaldas al mundo laboral

Desde hace varios años la ENA de teatro, como también se le conoce, está divorciada del panorama profesional en tanto a los estudiantes se les impide trabajar como actores. No está establecido por ninguna norma oficial, pero la dirección pone trabas toda vez que un estudiante es requerido para algún trabajo. "No hay oportunidad de poner en práctica los conocimientos. Por eso, cuando los recién graduados van a casting, los actores de la calle les pasan por arriba, porque ellos sí llevan tiempo actuando y yendo a castings", dice Carlos, quien se graduó de la escuela este año.

Un afectado por esta regla no escrita fue Armando Valdés, conocido por interpretar al personaje de Chala en la multipremiada película Conducta. A los dos meses de empezar su primer año, recibió una oferta de trabajo y la escuela no le permitió aceptarla. "Hasta tercero estuve recibiendo propuestas importantes, de series, de cine, incluso en el exterior, y la escuela me las obstaculizó todas", dice. Agrega que sabe de muchos estudiantes que dejaron la ENT por ese motivo. "Yo mismo estuve a punto de dejarla en segundo, pero por familiares y personas allegadas no lo hice", confiesa.

Desde sus primeros momentos en la escuela, a Valdés se le dio una atención diferenciada, pero no para bien. A pocos días de empezar el primer año y encontrándose en un festival de cine en Uruguay, unas amistades de la ENT llamaron a su mamá para que le advirtiera a su hijo "que se afile porque están puestos para él, lo están midiendo con otra vara". El actor considera que le exigían y evaluaban de forma diferente a los demás, con más rigor. "Por un momento llegué a pensar que se trataba de una estrategia para que yo fuese mejor, pero me di cuenta por muchas acciones de que no".

"No les funcionó para nada", señala. "Si eres un muchacho de 15 años que se siente acorralado, al que le dicen que todo lo que hace está mal, te atrincheras y te pones a la defensiva", explica.

Valdés nunca supo las razones que motivaron este trato. "No sé si fue por envidia o impotencia, o porque siempre fui abierto con mi pensamiento y cuando estaba en contra de algo lo decía, y tú sabes cómo es Cuba", dice. En cualquier caso, desde su primer curso quedó claro que no era del agrado de la dirección de la escuela, que le impidió trabajar cómo actor en varias ocasiones.

Bajo el mando de Corina Mestre

Tiempo atrás, atendiendo al desarrollo técnico y el bienestar del estudiante, la ENT tenía estrechos lazos con el mundo artístico profesional. Los alumnos actuaban en grupos de teatro, películas, telenovelas y la dirección de la escuela los apoyaba. Todo cambió cuando Corina Mestre se hizo con el control del centro. Desde entonces, solo a modo de excepción, muchas veces debido a presiones de personas influyentes, unos pocos alumnos han sido autorizados a trabajar como actores mientras cursaban sus estudios, afirman las fuentes. No obstante, vale destacar que en los últimos meses esta norma se ha ido relajando, y algunos alumnos han podido actuar en telefilmes estrenados este año. Muchos atribuyen esto a la ausencia de Mestre.

Justamente por los años en que Mestre entro a dirigir la ENT se estrenaba José Martí: El ojo del canario. Por la película, Daniel Romero asistió a varios festivales internacionales de cine y ello le valió un reproche por parte de la dirección. "Yo tenía todas mis asignaturas superbien, estaba muy enfocado y no tenía ningún trabajo atrasado. Sin embargo, la dirección me dijo que si yo seguía viajando a festivales debía poner en pausa mis estudios, pedir una licencia y luego empezar de cero, lo cual era completamente absurdo", cuenta el actor. Agrega que en aquel entonces se mantuvo firme, negándose tanto a ausentarse de los festivales como a interrumpir sus estudios, graduándose en el tiempo establecido.

Desde 2010 hasta su reciente fallecimiento en junio pasado, Corina Mestre detentó el poder real en la ENT. Si bien su puesto oficial era asesora para las Escuelas de Arte del Ministerio de Cultura, ejercía como una jefa de facto del centro. Martha Ulloa, la directora oficial desde 2017, trabajaba en subordinación total a los criterios y órdenes de Mestre, según las fuentes consultadas. A la renombrada actriz se le atribuía una personalidad muy abarcadora, impositiva y grosera en el trato. "A veces la directora decía algo y Corina la mandaba a callar delante de todo el mundo. Yo creo que si Marthica le decía algo, Corina la sacaba de la escuela", recuerda Carlos.

Uno de los hábitos de Mestre que sus antiguos alumnos tienen más presente es el de quedarse dormida en los ensayos y las pruebas. "Una falta de respeto total", se queja Carlos. "Se ponía en primera fila, oía el primer texto y si no le gustaba echaba una pesca. Y se despertaba al final y te decía 'eso está mal'". Alejandro lo secunda: "podías estar haciendo una escena y de pronto mirar al público y verla cabeceando. Eso pasaba todo el tiempo".

A pesar de dicho hábito y ciertos rasgos de su carácter, todos le reconocen a Mestre su valor y saber como actriz. "Como profesora era muy buena porque tenía muchos años de experiencia y había trabajado en teatro muchísimo, pero como persona era un ácido de batería", dice Carlos.

"Si no estás de acuerdo con la Revolución, no puedes ser actor"

Que la ENT se haya deteriorado tanto en los últimos años es en parte su responsabilidad, ya que cuanto sucedía allí estaba bajo su égida. Su manera autoritaria de dirigir y enseñar estaba en oposición a la libertad y el debate que debieran primar en una escuela de arte. Se oponía a que los estudiantes fueran a castings y se desarrollaran en el mundo profesional, y su trato hacia los demás, basado no pocas veces en la imposición y la anulación del otro, generaban un ambiente espinoso en el centro.

Ya Mestre no está, pero la ENT se sigue deteriorando y padeciendo los mismos problemas. Y es que el mayor punto de inflexión ocurrió en 2018, al decir de los entrevistados, con la llegada de un grupo de profesores que no tienen relación alguna con la enseñanza artística. Afines al Gobierno, de mentes cerradas y autoritarias, estas personas han expandido su pensamiento por la escuela, incrementando las restricciones y creando un clima cada vez más tenso.

"La escuela se ha llenado de una comitiva de señoras mayores, incluida una profesora de cultura política que es bastante complicada", apunta Adriana. "A Corina no le caía bien porque ella no soportaba a los guatacones, y cada vez que detectaba a uno lo sazonaba. A esa profesora le han dado mucho poder en la parte docente, lo que ha contribuido a que aquello se parezca cada vez menos a una escuela de arte. La prioridad dejó de ser que los muchachos aprendan, a que lleven bien el uniforme o a que se reciten las efemérides en el matutino".

La profesora a la que se refiere Adriana es María Elena Roche. En una encuesta realizada el pasado año por la psicóloga de la escuela, salió votada por los estudiantes como la peor docente. Roche insistió en que se trataba de un error y en una de sus clases increpó a sus alumnos, preguntándoles uno por uno si ella era mala profesora. A más de un estudiante le ha dicho que si no está de acuerdo con la Revolución, no puede ser actor.

"La de cultura política es una señora mayor que tiene ideas muy comunistas y está aferrada a ellas. Si estás impartiendo una asignatura que se basa en el debate, no puedes pretender que todos piensen igual que tú, y ella te obligaba a pensar como ella, como hacen todos los comunistas. Muchas veces nosotros dábamos una opinión sobre algo con lo que no estábamos de acuerdo en el país y ella hasta te amenazaba con suspenderte. Es una vieja comunista, no lo puedo decir de otra manera", dice Carlos.

Un espacio hostil

Tras las protestas del 11 de julio de 2021, la politización y el control en la ENT se incrementaron. Cuando Yunior García convocó a marchar vestidos de blanco, se prohibió ir con prendas de dicho color a la escuela. "Yo en ese momento puse la rosa blanca como foto de perfil y una profesora me interrogó sobre el porqué de mi foto", cuenta Amanda. Añade que justo en esos meses les pusieron a un profesor de Historia que era "un seguroso, un tipo que estaba puesto allí para evaluar nuestra ideología". Alejandro agrega que en muchas clases los profesores hacían insinuaciones sobre temas políticos, para que los estudiantes hablaran y su criterio llegara a la dirección.

"En la ENT todo se sabe", es una frase frecuente en el centro. Además de posiciones o criterios políticos, la dirección de la escuela se toma el trabajo de obtener información personal de los estudiantes, la cual usa contra estos si lo considera necesario.

"Es como si te tuvieran vigilado todo el tiempo. Todo lo que haces en la escuela, en cualquier aspecto, se sabe", afirma Alejandro. Si en la dirección se enteran o sospechan que un alumno le está haciendo infiel a su pareja, no es raro que le exijan de forma explícita que "ponga fin a ese triángulo amoroso", pone como ejemplo.

La obtención de esta información por lo general se basa en las escuchas de pasillo y el cotilleo con los propios alumnos, pero también puede adquirir formas poco éticas. Un ejemplo de ello son los ejercicios de memoria emotiva que se realizan en primer año, en los cuales los estudiantes deben hacer confesiones personales. "Tú te das cuenta que esa información llega a la dirección, y la usan para sacártela en cara llegado el momento en que hagas algo fuera de lugar y te quieran joder", afirma al respecto Alejandro.

Otro ejemplo son las filtraciones de las conversaciones entre los alumnos y una psicóloga de nombre Belkis, que estuvo en el centro entre 2022 y 2023. En más de una ocasión llegaron al cuerpo directivo las confidencias privadas de los estudiantes.

¿A qué se deben estas maneras policíacas de lidiar con adolescentes? Martha Ulloa, la directora del centro, es quien mejor puede responder a ello, pero se negó a dar declaraciones para este trabajo. Adriana opina que la dirección teme que la escuela se le vaya de las manos, y por ello recurre a estas tácticas. También cree que Ulloa —al igual que Corina Mestre, cuando estaba— tiene una preocupación especial por que la ENT mantenga las apariencias, aun cuando al interior se aleje cada vez más de ser una escuela de arte.

A todos los problemas antes mencionados, se agregan los que se derivan de la propia situación del país. "Estamos en una crisis muy aguda, económica, social y cultural. Y todo se deteriora. En la formación artística influyen muchos factores. Si el estudiante está becado y no hay comida ni agua caliente para bañarse, se le va a afectar la voz y no va a tener energía para rendir en asignaturas como expresión corporal, danza o acrobacia", dice Mónica, y continúa señalando que la vocación con la que los muchachos entran a la escuela no es la misma de hace cinco o seis años. "No hay una preparación, y no me refiero en el sentido artístico, sino con respecto al nivel cultural, el nivel es deprimente", agrega.

Si bien existe una crisis nacional que afecta a todos los centros educativos de Cuba, los entrevistados para este texto creen que eso no justifica las problemáticas expuestas. Que la ENT se haya vuelto un espacio en gran medida hostil a sus propios estudiantes, tiene su origen en las personas que la dirigen, consideran.

Adriana hace énfasis en que la ENT, como cualquier escuela, debiera tener al alumno como prioridad, y no es el caso. Lejos de preocuparse por si los muchachos aprenden y atender a sus necesidades particulares, la dirección se enfoca en mantenerlo todo bajo control y en proyectar la imagen de una escuela que funciona acorde a lo establecido, alineada con el discurso oficial y el sistema político imperante.

La exprofesora concluye con una analogía para intentar resumir la situación: "La escuela no funciona porque la han llenado de personal mediocre e inepto al cual le han dado poder, como ocurre a nivel de país".

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1 comentario

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Era de esperar, ¿Por qué iba a ser una excepción? Aunque muchas de las quejas y caracterizaciones sean propias de cualquier escuela en cualquier país o época; las principales se vinculan al obsoleto castro-comunismo.