Era de lo poco que en este país todavía se hacía con seriedad y entusiasmo. La revista especializada en sucesos musicales Magazine AM/PM, una iniciativa independiente que desde el año 2018 constituyó el primer referente periodístico de música en Cuba, cierra sus puertas.
En un sorpresivo editorial con el título "Un break (no deseado)", el equipo anunció que se detiene el proyecto: "Hoy nos toca anunciar una decisión difícil, pero necesaria: Magazine AM/PM hará una pausa indefinida en sus actividades, al menos en la forma en que ha venido funcionando hasta ahora".
Como siempre, debemos agradecer la zozobra de la espontaneidad que confiere a Cuba la poca vida que le queda a la Seguridad del Estado: "Esta pausa responde a la creciente presión y acoso a nuestro director por parte de los órganos de contrainteligencia cubanos que, entre otras consecuencias, nos deja sin la posibilidad de aplicar a fondos para realizar nuestro trabajo y pone en peligro la integridad de nuestro proyecto y del equipo involucrado", explican los jóvenes periodistas.
AM/PM era una iniciativa auto-gestionada. Nunca quiso ponerse bajo las órdenes del Ministro de Cultura o alguna otra institución. Pero eso no la llevó a tomar posiciones abiertamente contrarias al régimen. En todo caso, la revista se caracterizaba por su neutralidad, su distancia de los temas políticos —frecuentes en la arena artística—. Incluso en la selección de sus coberturas se notaba ese equilibrio: en lo que será su último índice se puede leer una crónica sobre el festival Varadero Josone, por ejemplo, evento que los radicales militantes critican por considerarlo una mascarada de felicidad en esta isla desierta.
Pero ni esta contención de AM/PM le ha importado ahora a los guardianes del poder. Como borrachos de destrucción, ven una amenaza en todo lo que no se declare un súbdito (y probablemente ni así). En estos momentos, libran otra cruzada contra las aspiraciones de independencia y libertad de los cineastas.
El resultado frecuente de esta cacería espiritual es la huida de las víctimas: como ya hacen la mayoría de los jóvenes en Cuba, como probablemente haga el equipo de AM/PM y algún cineasta menor de 40 años que por casualidad todavía quede en esta isla condenada.
Con la sangre nacional chorreando aún por las comisuras de los labios, después de acabar con todo lo que nace libre, los políticos se llenan de consignas patéticas que hablan del amor a Cuba y de su corazón. En secreto, sus hijos también huyen. Todo el mundo en la calle tiene la pregunta de hasta dónde se puede destrozar un país. Desde la sal hasta el cine, desde el azúcar hasta el periodismo musical. Esta ceguera de ellos parece insaciable.