La noche madrileña tiene acordes cubanos. En Piu Di Prima, todos los jueves suenan boleros en la peña de Emilio Ibáñez. Los martes se presenta en el Club Tropicana, al lado de la Plaza Mayor, en un concierto íntimo que la mayoría de las veces comparte con otros colegas. Alguna que otra vez, se le pueden escuchar versiones de temas españoles llevado a los ritmos cubanos más bailables.
Emilio Ibáñez, natural de Santiago de Cuba, se autodenomina como cantautor. Su guitarra, y la apuesta por la música cubana más tradicional, han quedado registradas en el disco de Edesio Alejandro Cien sones, y uno propio, Primer Mundo.
¿Por qué llevas la defensa de la música cubana como una bandera?
Primero, siendo lo más simple posible, porque está buenísimo y lo que está buenísimo hay que defenderlo. Cuando te alejas, tomas otra perspectiva de las cosas. Yo siempre fui amante del pop, del flamenco, del rock. Lo sigo siendo. Pero cuando emigras empieza esa añoranza que te hace investigar más, porque para poder defender tus raíces tienes que conocerlas. Entonces empiezas a hurgar un poco en la historia y ves que la historia está buena, rica, tiene sabor. Es como defender lo que es uno mismo.
Ibáñez estudió en el Conservatorio Esteban Salas de Santiago de Cuba. Aunque quería especializarse en canto, terminó haciéndolo en saxofón, que, confiesa, a pesar de tener consigo siempre su guitarra es el instrumento que más le gusta.
Comenzó a trabajar en el Teatro Guiñol de su ciudad natal. Hasta que alguien lo oyó cantar en la casa de la Trova y le propuso trabajar en Quito, Ecuador. Desde entonces, vive fuera de Cuba, aunque va con frecuencia a la Isla. Allí viven su mamá y una parte de su familia. Si tiene la oportunidad, no duda en cantar para los cubanos.
"Si me presentaba antes, cuando vivía ahí, y decía prácticamente lo mismo que digo ahora. Yo he tenido temor como cualquiera, pero no me ha impedido decir lo que pienso. ¿Cómo no me voy a presentar ahora? Yo soy músico. Hay personas que están en contra de la dictadura que van a escucharme cuando yo voy a Cuba. Tenemos que aprender a convivir con nuestras opiniones. La verdad está ahí, pero ¿cómo le haces entender a alguien si tú te apartas? Yo lo que no puedo tocar en un sitio donde sé que me estoy comprometiendo con una dictadura que está desbaratando mi país".
Pero casi todos los eventos y espacios culturales en Cuba son del Ministerio de Cultura, o lo que es lo mismo, de la dictadura.
En un sitio donde van a escucharme personas muchas de las cuales están en contra de esa propia dictadura, es ilógico que yo, que no vivo ahí, no les dé mi arte. Yo no voy a cantar canciones diferentes. Ni voy a decir cosas diferentes. Voy a hacer la misma persona y a decir lo mismo. Cuando yo tenía 14 años, yo decía "Abajo Fidel", como lo estoy diciendo aquí, solo que yo prefiero cantar. Yo sé quién es el enemigo. Yo sé quién está haciendo las cosas mal. Hay cantautores que están a favor de la dictadura y son muy buenos. No voy a comprar sus discos. No voy a ir a sus conciertos. Eso es lo que yo hago para no contribuir a la dictadura, no poner un centavo para que esa dictadura se siga alimentando.
¿Sientes una necesidad de denunciar lo que pasa en Cuba?
Es una necesidad. Creo que, más allá de rencillas, primero hay que ser honestos. Y segundo, Cuba tiene una realidad demasiado enquistada y si no decimos las cosas mucha gente no se entera y sigue dormida. Mucha gente está con el sueño de aquella historia trasnochada, arcaica, que no tiene sentido. Si ves una injusticia, creo que se debe decir. Hay quien tiene el pensamiento de que como es artista, no se compromete. Eso es respetable, pero es un posicionamiento demasiado cómodo para ser un ser humano.
DÓNDE ESTÁ WENDY????
En el Nuevo Herald.