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Urbanismo

Los tres jardines botánicos de La Habana

Un paseo por los distintos emplazamientos que ha tenido el Jardín Botánico Nacional desde su fundación a inicios del siglo XIX.

Madrid
El actual Jardín Botánico Nacional, La Habana.
El actual Jardín Botánico Nacional, La Habana. Online Tours

En los planos de la antigua Intendencia de Correos o Palacio del Segundo Cabo (1771-1776), aparece entre el inmueble y el Castillo de La Fuerza, un hermoso jardín francés dividido en ocho cuadros, más uno central que pudo ocupar una fuente. Tenía además una hermosa portada que daba a la Plaza de Armas, con lo cual se infiere que era de acceso público. Se dice que fue el primer jardín botánico de La Habana. De ser así, sería un ejemplo bastante discreto, aunque contemporáneo al de Madrid.

El espacio ajardinado del Palacio del Segundo Cabo actualmente se ha recuperado, y pudiera ser un buen punto de partida para recordar una historia dedicada al estudio, conservación y difusión del patrimonio natural cubano y universal, que en Cuba oficialmente inició en 1817. Ese año se fundó el Jardín Botánico de La Habana, donde hoy está situado el Capitolio Nacional. El proyecto cualificó unos terrenos cenagosos pertenecientes a la Real Hacienda, atravesados por la Zanja Real, sobre la cual se construyó un puente.

Con los impuestos de faro cobrados a los buques extranjeros, se fomentó un hermoso jardín que sirvió para el estudio botánico, como vivero y también para el paseo, con alamedas y plantas ornamentales. Incluyó una huerta y el cultivo de plantas medicinales que se ofrecían gratuitamente a la población. En sus viveros crecieron los árboles plantados en la Avenida Carlos III, antiguo Paseo de Tacón.

En el jardín muchas especies eran representativas de la flora cubana, otras fueron traídas de la Península Ibérica. Inicialmente, estuvo a cargo el cirujano Mariano Espinosa, quien servía de intermediario entre el Real Jardín Botánico de Madrid y el de La Habana para el intercambio de semillas y plantas vivas.

El sitio se ornamentó con esculturas de las cuatro estaciones del año, y tenía pequeñas edificaciones empleadas para el mantenimiento del jardín y como vivienda del director. Allí vivió, entre 1827 y 1835, el naturalista Ramón de la Sagra, quien dirigió la Cátedra de Ciencias Naturales y documentó extensamente la historia física, política y natural del país. El esplendor alcanzado por el Jardín Botánico en esta localización fue mérito suyo, así como la inclinación que tuvo en esa época hacia los estudios agronómicos y la docencia.

En 1831, De la Sagra creó el Instituto Agrónomo, germen de la Universidad Agraria (1976), y fomentó el estudio, cultivo y fábrica de añil, morera, cáñamo, goma elástica y caña de azúcar en los terrenos de la Quinta de los Molinos. Por esa razón, cuando se decidió que el terreno del Jardín Botánico fuera utilizado por la estación ferroviaria de Villanueva, en 1839 comenzó a trasladarse hacia la Quinta de los Molinos. Aunque en la mudanza se perdieron muchas plantas, la nueva ubicación ofrecía un terreno mayor y más propicio para la siembra de distintas especies.

Ya en 1835 se habían desmantelado los molinos de tabaco e instalado allí la casa de recreo de los capitanes generales, que coexistió con el nuevo Jardín Botánico de La Habana. En general, tuvo una evolución bastante irregular, dado que a lo largo del siglo XIX fue dirigido por diversas instituciones y no gozó de un presupuesto estable para su expansión y desarrollo. En las distintas memorias que han quedado puede comprobarse que nunca llegó a ser el gran jardín al que se aspiraba, no obstante continuó siendo muy útil a la enseñanza botánica, a la exploración agronómica, al recreo de la población y como vivero enviaba semillas, plantas e incluso aves a distintas regiones de España.

En 1853, se le construyó el lago donde aún se exhiben plantas acuáticas. A partir de 1886, el Jardín Botánico se enlazó para siempre a la Universidad de La Habana, para conveniencia no solo de las cátedras de Botánica y Agronomía, sino también de Farmacia. De esta manera, el Jardín Botánico se convirtió en uno de los principales laboratorios para el estudio de la flora cubana con fines médicos. Su labor docente se extendió en 1896 al Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, el cual tuvo su propia puerta de entrada al jardín.

También tuvo una importante biblioteca y hemeroteca, que se surtía con el intercambio de su revista oficial (Revista de la Sociedad Cubana de Botánica) por otras de distintos países. Desde 1979, su órgano oficial se publica anualmente como Revista Jardín Botánico Nacional. La biblioteca, ubicada en la nueva sede, alberga los volúmenes históricos y las más recientes tesis de licenciatura, máster y doctorado de la Universidad de La Habana. Asimismo, el Jardín Botánico desarrolló un herbario que durante la República alcanzó más de 14.000 ejemplares y actualmente tiene 100.000. Incluido en el Índice de herbarios del mundo, el de La Habana muestra ampliamente la gran biodiversidad botánica de Cuba y de otros países.

Aunque desde 1958 se planteaba el traslado del Jardín Botánico hacia una superficie más extensa, permaneció en la Quinta de los Molinos hasta 1984, cuando se abrió al público la actual sede al sur de la ciudad. De 1968 a 1989 demoró el proceso constructivo del nuevo jardín, ahora con categoría nacional. Implicó la reforestación de 600 hectáreas que exhiben la riqueza de la flora cubana y de otras regiones tropicales, distribuidas por zonas geográficas. La actual colección recrea distintos ecosistemas que, en el caso de Cuba, permiten observar la vegetación propia de montes, pinares, sabanas, mogotes, manigua costera y cuabal.

El Jardín Botánico actual mantiene las funciones recreativas, científicas, didácticas y de conservación de especies vegetales de valor, ya sea por su carácter endémico, excepcional o porque están en peligro de extinción. No obstante, no figura como vivero para las zonas u obras públicas de la capital. Actualmente se concibe que funcione allí una Escuela de Horticultura y Paisajismo, que sin duda será de gran utilidad en una ciudad en la que cada día se deprecian más las áreas verdes y se descuida el diseño paisajístico.

La Quinta de los Molinos, que durante 145 años albergó el Jardín Botánico de La Habana, sigue siendo un importante pulmón verde en una de las zonas más densamente urbanizadas de la capital. En 1986 pasó a la Dirección Provincial de Cultura, que allí inauguró un museo dedicado al general Máximo Gómez. Durante la década de 1990, fue lo único que estuvo en funcionamiento en el maltrecho jardín, muy a pesar de su necesidad social.

En 2006 la Quinta de los Molinos pasó a la Oficina del Historiador, que realizó un proceso de restauración capital, devolviendo en 2014 su esplendor al parque e incorporándole espacios singulares como un mariposario y un vivero de Polymita picta. Aprovechando las condiciones propias del sitio y su legado histórico, en su programación cultural tienen lugar especial los talleres de educación ambiental y los festivales, como el de orquídeas, que llaman la atención sobre el patrimonio natural nacional y fomentan la conciencia y corresponsabilidad ciudadana.

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1 comentario

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Pregunta: entre las 100mil actuales nuevas especies estan la marijuana de crecencio perez? y la moringa del kagAndante cenizas?.......