Cruza la bahía de La Habana un túnel que ha sido tanto o más útil a la ciudad que el que comunica ambos extremos del canal de entrada. Sí, el famoso Túnel de la Bahía no es el único bajo el puerto. Existe otro más antiguo ubicado al final del canal de la bahía, entre la Plaza de Armas y Casablanca, que desciende incluso a mayor profundidad (hasta 30 metros) que el túnel vehicular, de un calado de 13 metros. Este tiene otra función: desde 1913 se encarga de conducir las aguas residuales de gran parte de la capital hacia mar abierto.
El sistema de alcantarillado de La Habana, del antiguo municipio que con este nombre incluía el territorio entre el río Almendares y la bahía, es una de las joyas centenarias de ingeniería que aún sirve a la ciudad 24 horas al día, siete días a la semana. Sin embargo, como gran parte de su estructura queda oculta a nuestros ojos y no solemos reparar en él.
El alcantarillado es de las infraestructuras técnicas que más directamente marca las ciudades modernas. Fundamental para la higiene pública y la cualificación estética y olorosa de las urbes, tardó bastante en incorporarse a la vida cotidiana desde que hace 4.000 años fuera utilizado en ciudades como Mohenjo-Daro y Creta, y luego por los romanos. No fue hasta el siglo XIX que comenzó a introducirse en ciudades como París (1833), Hamburgo (1843) y Londres (1859). En América, Boston fue la primera ciudad en incorporar un sistema de alcantarillado moderno, en 1876. La segunda fue La Habana.
Aunque siendo justos habría que mencionar que, entre 1835 y 1842, el capitán general Miguel de Tacón intentó dotar a la capital cubana de alcantarillado, aunque no consiguiera hacerlo con eficiencia. Fue durante la primera intervención norteamericana, entre 1899 y 1902, que se diseñó y contrató el sistema de alcantarillado actual, con algunos cambios. No obstante, se construyó entre 1908 y 1913.
Es un soberbio sistema soterrado que sirve a un área de 24,3 kilómetros cuadrados. Tiene dos ramas importantes, la marginal norte y la sur, que como dos brazos se abren desde el centro histórico hacia El Vedado por el norte, y hasta La Víbora-Lawton por el sur. Su primer acierto fue separar el drenaje de las aguas residuales domésticas e industriales de las pluviales, para evitar, como sucedía en los intentos anteriores, que con las lluvias los desechos inundaran la ciudad. De este modo, se instalaron 294,3 kilómetros de tubos de hormigón vitrificados para las aguas negras y 149,4 kilómetros de desagües o drenes para las de lluvia.
Estas últimas vierten en la bahía y en el mar por la costa norte. Sin embargo, el gran reto fue conducir los residuales lejos de la costa, para que las mareas no los devolvieran a la ciudad. Las aguas negras tampoco podían aliviarse en la bahía. En los siglos anteriores se había comprobado cómo esta práctica había vuelto el agua putrefacta, ya que al tener la boca estrecha la bahía, es incapaz de recircular y limpiar eficientemente lo vertido. La solución fue canalizarlas a través de este cuerpo de agua y de la loma de Casablanca hasta la costa este, donde las corrientes marinas las conducen hacia el Golfo de México.
Valoremos pues esta gran obra de inicios del siglo XX, realizada con materiales muy modernos para su época como el hormigón, y que con gran talento e inventiva posibilitó el saneamiento de la ciudad. Punto y aparte es la actual mala gestión y mantenimiento de esta infraestructura, que provoca la inundación de algunas calles con aguas malolientes, haciendo retroceder más de 100 años nuestra perspectiva de urbanidad.
A través de las marginales el agua se colecta y conduce por gravedad hasta el centro histórico. Para ello se estudió la topografía habanera y los tubos se colocaron a distinta profundidad, entre 1,80 y diez metros. Tramos verdaderamente complejos fueron los de calles como Tejadillo, Oficios y Paula, canalizadas a ocho metros de profundidad y Paula a diez. Para ello tuvieron que apuntalar todos los edificios, a pesar de lo cual todos sufrieron grietas que debieron ser reparadas.
Solo en las zonas bajas de El Vedado se debieron instalar subestaciones de bombeo. Estas son de las pocas estructuras visibles del alcantarillado y están situadas en 5ta y Paseo, y en 9na y K. Valdría la pena reparar en esas discretas torres de decoración clásica, fundamentales para este tramo del alcantarillado.
Las dos marginales alivian en una gran cámara de sedimentación y coladores situada a ocho metros de profundidad al inicio de la calle Enna, al fondo del Templete. Esta cámara de 16,8 x 5,5 metros y 4,3 de alto, está dividida en tres tanques donde quedan los residuos sólidos antes de verter las aguas hacia el túnel submarino que se dirige a Casablanca. Este magnífico túnel o sifón tiene 375 metros de largo y 2,13 de diámetro, y opera por gravedad y presión diferencial. En Casablanca una cámara de succión conduce el flujo de las aguas residuales hacia un túnel de 1.361 metros excavado bajo la loma de la Cabaña hasta la Playa del Chivo, donde se adentra 147 metros en el mar a 10,7 de profundidad. Allí termina su recorrido.
La estación de bombeo de Casablanca es otra de las instalaciones visibles del sistema de alcantarillado. Mucho más compleja que las subestaciones de El Vedado, comparte con ellas su estilo arquitectónico. La cámara de rejas del sifón, al otro lado de la bahía estuvo durante un siglo descubierta, dejando a vista la maquinaria que permitía mantener limpio y operante el último tramo de canalización que incluía el complejo túnel subacuático.
El proceso de extracción y limpieza de sedimentos que pueden alcanzar un volumen de 100 metros cúbicos al mes, se hacía manualmente. En 2010 esta tecnología se sustituyó por tres rejas mecánicas automatizadas, donadas por el Sindicato Interdepartamental para el Alcantarillado de la Aglomeración de París. El moderno mecanismo se enmascaró en 2012 con un gran cubo de acero y vidrio de nueve metros de lado que lo protege pero no lo oculta, posibilitando mediante una escalera contemplar sus elementos componentes.
La estructura está situada en un espacio privilegiado de la Avenida del Puerto, contigua a la plaza fundacional y en un separador vial. Por su diseño moderno y sistema de iluminación nocturno, atrapa la atención visual en esta parte del frente acuático, tanto de día como de noche. Sin embargo, el verdadero tesoro está dentro y continúa más allá, bajo las calles de La Habana, cruzando la bahía y la loma de Casablanca hasta el mar. Un patrimonio industrial en activo que hace de La Habana una ciudad singular.
A pesar de esta obra centenaria, orgullo de la nación, la mierda se distribuye uniformemente por todo el territorio nacional gracias a la intervención del Singao y cuadrilla.
Una obra centenaria que aun sigue ahi a pesar de 65años de disidia por parte de la dictadura.
Un amigo trabajo en la estacion de bombeo y me comento que los motores que impulsan las bombas son los originales.
El unico aporte birano fue mendingarle a Paris por las "rejas mecanicas"
Indudablemente una tremenda obra de ingeniería para su tiempo, pero lo triste es que más de 100 años después esas aguas no sean previamente tratadas, antes de verterlas al mar. Un simple proceso de cribado es todo el tratamiento que reciben, sin pasar por ningún tipo de oxidación, digestores u otros tratamientos, antes de ser vertidos “crudos “al mar.
Muy interesante, un valioso texto sobre la historia de La Habana
Un foco de contaminación ambiental, muy bien fabricado cuando las aguas albañales eran de otra naturaleza, que un día será resuelto cuando ni una gota de aguas albañales y otros desechos dejen de verter mugre y plástico en el Mar que rodea Cuba.