La Habana, antiguamente una ciudad de cines, muestra hoy un panorama de abandono y de destrucción de estos espacios. Unos pocos funcionan tal y como fueron concebidos, otros han ido a parar a instituciones o manos emprendedoras que intentan salvarlos del deterioro acumulado, pero otros se han convertido en ruinas.
Los cines Yara, Riviera, Chaplin y 23 y 12, los cuatro en el Vedado, centro neurálgico de la capital cubana, por el momento escapan al abandono y mantienen la programación de películas.
Al interior de los barrios, la situación es diferente. Algunos con suerte, como el Avenida y el Alba, ambos en Playa, son sedes de grupos teatrales y danzarios que se encargan de rehabilitarlos. Pero en ese mismo municipio, el Lux se ha convertido en un almacén de materiales de construcción y el Ambassador permanece cerrado y derruido.
Otro cine en abandonado total se encuentra en Marianao. Se trata del Record, cuyo lobby se ha convertido en un vertedero de basura. Al interior de los municipios alejados del centro la situación es más penosa.
Los cubanos siguen lamentando que uno de los más emblemáticos cines de La Habana, el Payret, hoy esté en obras, pero para convertirse en otro complejo para el turismo que gestionará el Gobierno.
Puede haber resistencia, pero la ruina (y no solamente de cines) ya es un hecho.