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Cine

Las películas cubanas 'Vicenta B.' y 'El caso Padilla', presentadas en el Festival de San Sebastián

Ambos filmes recibieron una acogida positiva tras ser presentados este domingo en el festival español.

Madrid
Los cineastas cubanos Pavel Giroud y Carlos Lechuga.
Los cineastas cubanos Pavel Giroud y Carlos Lechuga. Pavel Giroud/Facebook

La película cubana Vicenta B., dirigida por Carlos Lechuga, y el documental El caso Padilla, de Pavel Giroud, fueron presentados este domingo con la presencia de ambos realizadores en el prestigioso Festival de Cine de San Sebastián, uno de los más importantes del mundo.

La santería como bálsamo para la soledad de las madres cubanas que pierden a sus hijos, bien porque se van de la Isla o bien porque se queman en ella, es el argumento de la película Vicenta B., que este domingo recibió una ovación en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián, informó EFE.

El filme está protagonizado por la actriz Linnett Hernández Valdés, en el papel de una poderosa santera que quiere ayudar a los demás y con ello descuida su vida personal, pero que pierde su don cuando sus preocupaciones le sobrepasan.

"Cuando la realidad te golpea, no valen copas ni barajas, es muy difícil mantener la fe", remarcó Lechuga en el coloquio posterior a la película.

El director, cuya abuela era echadora de cartas, tuvo que buscar una historia muy personal para poder volver a rodar en Cuba tras verse sometido a un periodo de censura y vigilancia por su anterior película, Santa y Andrés, que relataba la amistad entre una campesina revolucionaria y un escritor gay al que tiene que vigilar durante tres días consecutivos.

El resultado fue el guión de Vicenta B., donde no hay ni rastro de discurso ideológico. Sin embargo, su autor cree que es una película "bien política, porque todo en Cuba es político", como señaló en el coloquio posterior a la proyección.

Así, dejó claro que jóvenes de la Isla se ven obligados a elegir entre desarraigarse y dejar atrás a sus familias para trabajar en el extranjero, o quedarse y vivir en una situación deprimente y de penuria, y con ello quemarse, lo que ha convertido al país en una "isla de ancianos", dijo el director.

Cuando Lechuga rodaba la película, en el peor momento de la pandemia, acompañó a su madre a vacunarse contra el Covid-19 y observó como la mayoría de los que esperaban a vacunarse después eran personas mayores sin nadie a su lado.

"El mayor daño que ha ocurrido en Cuba es el daño a la familia, han separado a las familias, a los ancianos de los jóvenes que no tienen posibilidades en la isla. Esta es una película de madres solas con hijos que o se van o se queman", remarcó, tras lo que pidió libertad para los presos políticos en Cuba.

Imágenes inéditas en “El caso Padilla”

El poeta Heberto Padilla fue obligado en 1971 a entonar una "sentida autocrítica" ante el gremio de escritores cubanos y acusó de contrarrevolucionarios a algunos presentes, entre ellos su esposa, en una angustiosa sesión filmada que se muestra por primera vez en el documental El caso Padilla.

"Lo defino como un espectáculo terrible, un escarmiento", dijo a EFE Pavel Giroud, cubano afincado en Madrid y director de la película presentada este domingo en el Festival de San Sebastián, que consigue enganchar al espectador con el montaje de una grabación inédita que llegó a sus manos hace unos años, y cuyo origen no quiere desvelar.

Las imágenes de la autoinculpación por la falta de compromiso del autor de Fuera de juego con la política del Gobierno cubano están intercaladas con testimonios de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Jean-Paul Sartre, Jorge Edwards, Guillermo Cabrera Infante, Carlos Fuentes y Fidel Castro, entre otros.

"Desestructuré la cronología para que la película evolucionara con personajes dramáticos", explicó Giroud, que compite en la sección Horizontes Latinos del Festival.

El cineasta cubano aseguró que ha buscado "exponer un hecho y que el espectador saque sus propias conclusiones", además de indagar en las causas y consecuencias de aquel evento, en el que usaron a Padilla para "dar un escarmiento", según su tesis.

El director mostró algunas de estas imágenes inéditas a Vargas Llosa. "Me dijo que no es lo mismo leerlo que verlo (hasta ahora solo había testimonios escritos) y que ahora entiende a Padilla cuando decía que ese día estaba mandando un mensaje".

"Vargas Llosa lo encontró años después en la Universidad de Princeton y le vio muy apartado. Las derechas que al principio le aplaudieron pronto le darían de lado. Alguien de su posición no encontró un espacio en este universo sociopolítico", explica Giroud.

El autor de El justo tiempo humano, Las rosas audaces y Provocaciones murió en Alabama, EEUU, en 2000, por un ataque al corazón, a los 68 años, apartado y solo, lejos del hombre vital y carismático que había llegado a ser.

"Medio siglo después, esa misma falta de libertad de expresión se ha multiplicado por diez en Cuba. El que no quiera ver lo que está ocurriendo, es que no quiere", dijo Giroud, muy crítico con la posición de "silencio administrativo" de algunos partidos en España y Europa ante el Gobierno de la Isla.

"La izquierda ya no defiende a Cuba, solo mira hacia otro lado, nos desconcierta mucho", confesó.

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3 comentarios

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Padilla no se dió cuenta a tiempo de que estaba jugando con un animal sumamente peligroso--un animal dispuesto a aplastarlo como una cucaracha por muy buen poeta que fuera. Al castrismo nunca le importó el talento que pudiera tener una persona si eso no le servía al sistema, sobre todo si tal persona era cualquier tipo de problema para la dictadura.

Padilla fue un cobarde y un indigno.

Es Princeton.