A propósito de los 50 años de la "confesión pública" del poeta cubano Heberto Padilla en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en 1971, Casa de las Américas publicó este martes una "relectura" del "caso Padilla" en la que vuelve a atacar al intelectual y defiende las políticas culturales del régimen.
Se trata de "Fuera (y dentro) del juego. Una relectura del 'caso Padilla' cincuenta años después", el prólogo de un libro a cargo del exministro de Cultura Abel Prieto y el escritor Jaime Gómez Triana.
"Nos pareció que se debía reunir y publicar una selección del material existente sobre el 'caso Padilla' que incluyera sobre todo los textos que, por razones obvias, recibieron muy escasa atención de la gran prensa", señalaron.
En el texto, acusan a "enemigos de la Revolución", que no identifican, de intentar "volver a aprovecharlo (el caso) mediáticamente" 50 años después.
Prieto y Gómez Triana dicen querer responder a "mentiras que se dijeron entonces" y a otras supuestas "omisiones" sobre el caso.
"Es difícil calcular las dosis de histrionismo, astucia, simulación y cinismo que derrochó Padilla para fabricar su personaje, la 'autocrítica' y toda la trampa en que cayó tanta gente, dentro y fuera de Cuba", dicen los funcionarios.
Padilla estuvo recluido durante 36 días y fue sometido a torturas psicológicas. Tras su liberación fue forzado por la Seguridad del Estado a hacer una confesión pública donde se acusó a sí mismo, a su esposa y a varios amigos de ser "contrarrevolucionarios".
Prieto y Gómez Triana afirman sin embargo que la "confesión respondía a un plan preparado por el propio Padilla" y la califican como "gran maniobra promocional" que "contó con el apoyo entusiasta de la gran prensa y de los hinchados egos de muchos de los intelectuales extranjeros implicados".
El Gobierno cubano recurre con frecuencia a hacerse la víctima cuando quedan expuestos sus abusos.
"A esto hay que sumar las ingenuidades y torpezas de funcionarios del MININT, del Consejo Nacional de Cultura y de la UNEAC de entonces, que consideraron honesta la 'autocrítica' y creyeron que su difusión sería conveniente para la Revolución", señalan.
En este sentido, citan palabras de Roberto Fernández Retamar: "la corona del desacierto fue haber auspiciado el discurso que Heberto pronunció en la UNEAC".
En otro momento dicen, otra vez sin entrar en detalles, que "el enemigo histórico de Cuba no ha renunciado a crear una quintacolumna contrarrevolucionaria en el ámbito cultural".
"Ante las dificultades para encontrar verdaderos artistas dispuestos a venderse, han tenido que reclutar a personajes impresentables", afirman.
Admiten "errores de política cultural" en el caso Padilla, que "fueron promovidos por gente mediocre y oportunista que traicionó el espíritu unitario y antidogmático de las Palabras a los intelectuales de Fidel Castro".
A pesar de ser un poeta reconocido nacional e internacionalmente, Heberto Padilla cayó en desgracia por sus opiniones críticas.
El encarcelamiento de Padilla, acusado de escribir "un libro contrarrevolucionario" en 1968 (Fuera del juego, Premio Julián del Casal de la UNEAC) y de "actividades subversivas" en 1971, generó un cisma entre los partidarios del régimen de La Habana.
La polémica suscitada a raíz del fenómeno que alcanzó escala internacional sirvió de pretexto y contexto a la antes prevista sovietización de la política cultural del Gobierno cubano.
Visto en retrospectiva 50 años después no nos queda de otra que quitarnos el sombrero ante Heberto Padilla.
Su puesta en escena fue tan perfecta que logró, además de librarse de la cárcel, ridiculizar al rey y su política cultural ante las cámaras de la televisión nacional.
Utilizó la ironia de manera tan magistral que 5 décadas después se aprecia el orgullo que sentía de ser contrarrevolucionario.
Prieto y Gómez Triana son dos inquisidores culturales actuales que recibirán la demoledora sanción de la historia.
La humanidad no podrá nunca dirigirse a derroteros de justicia y libertad si cada uno de sus ciudadanos no puede hacer uso de su libre expresión.
Cortarle las alas a un escritor que busca, con su obra, despertar el debate político nacional y mejorar el nivel de vida de su pueblo es una típica conducta de tiranos.
Nada de lo que diga Abel o el alto mando cultural cambiará en nada el impacto que este documental de Pavel Giroud tendrá en la joven intelectualidad cubana.
El lunes 29 de abril de 1971 visité a Lezama. Mis apuntes de aquella noche del Curso Délfico son tristes. Lezama estaba aterrorizado... Nuestro miedo a las represiones del régimen no eran nada metafísicas, como se comprobaría a principios de mayo con los cambios en el Consejo Nacional de Cultura. La patética farsa inculpatoria de Heberto en la Sala Martínez Villena, donde sólo invitaron a tres o cuatro jóvenes oficialistas, como Nancy Morejón y Miguel Barnet, no a todos los miembros de la Sección de Literatura de la UNEAC, anunciaba que Castro también pagaba a la Unión Soviética con una lacayuna abyección ideológica, tras el fracaso de la Zafra de los 10 Millones. Prieto y su amanuense tratan de ocultar que Castro dirigió personalmente aquellas represiones, como se lee en su discurso de clausura del Congreso de Educación y Cultura, y en las actas de la Comisión 6-B de dicho congreso, que sesionó en el Habana Libre. Fue Fidel Castro. Retamar y comparsa siempre lo supieron.
Don Sariol___ Disculpe usted, pero Miguel Barnet en el momento de esa reunión "no era oficialista", Nancy sí lo era por su siempre abierta adhesión al gobierno. Miguel estuvo porque tenía que estar como unos cuantos que invitaron para dar el escarmiento y que para "no señalarse", asisitieron como el cuento del chino. Miguel era un protegido de Nicolás Guillen que lo salvó de ser "parametrado" cuando el quinquenio. Nada más.
Lleva usted razón con Barnet. Incluso, estimado, en esa época, en ese sector, era arriesgado colgarle una etiqueta de oficialista a algún escritor. Por ejemplo, la misma Nancy Morejón fue parte del grupo El Puente de José Mario, Fulleda León, etc, grupo que fue eliminado por "problemático", porque no convenía. A esa reunión se asistió por invitación, y no fueron dos o tres, la sala estaba llena, con todos los implicados para que oyeran bien y para que los otros invitados se pusieran el sayo si les servía.
El libro de marras difícilmente pueda lavar la cara a la dictadura, porque aunque haya cambiado de actores, conserva su naturaleza represiva e intolerante, sofocando toda opinión crítica. En fin, que los abusos actuales confirman el clima de terror que vivió el poeta.
Ya en EEUU me contó Heberto la amenaza que recibió antes de marchar de Cuba, donde le fue recordado que la revolución tenía un largo brazo. Desafortunadamente no ha sido el único en recibir tan peligrosa advertencia, ya que constituye un patrón al uso.
El caso Padilla es un capítulo pendiente en la nueva historia de Cuba que, a no dudarlo será escrita correctamente y con apego a la verdad.
¿Qué delito cometió este hombre? ¿Pensar diferente?...¿Y quién pretende que Padilla se inculpe o inculpara en circunstancias normales por expresar lo que le parecía, sintiera, pensara o le saliera de la pinga...? ¿Acaso un delincuente hijo de puta que se adueñó de Cuba en 1959 -admitiría sus crímenes abiertamente- con su familia, después de prometerles el oro y el moro a los cubanos, sin dar ni cojones, además de quedarse con todo en la Isla y de tener además a Cuba en la miseria desde 1960...? Es obvio -como hizo este infeliz- que si te van a matar, perseguir, amargar la vida y joder para siempre en un país convertido en un manicomio por una monja asesina, como definió Reinaldo Arenas a Fidel Castro, que harás cualquier cosa para sobrevivir -teatro- y largarte de aquella locura para siempre, porque resulta imposible cambiarla. Ya me dirán, en 1971, pedirle a este hombre que se sometiese y muriera en vida para siempre. Sobrevivió. Así le va a Cuba y a los cubanos: una gran mentira...
Lo verdaderamente escandaloso de ese escrito de Abel Prieto y del otro tipo es que suponen que Padilla solito, en la Cuba del 71, orquestó aquello. ¿Y dónde estuvo Padilla TREINTA Y PICO DE DÍAS sino preso en Villa Marista? No se refieren a por qué a un escritor se le estuvo vigilando y se le detiene por publicar lo que al régimen no le conviene. Las causas de la detención de Padilla ni la mencionan, porque no pudieran hoy defenderlas, se centran en las reacciones de extranjeros y ni mencionar a los otros escritores que lapidaron ese día. Se lavan las manos con decir que "los errores que en materia de política cultural se cometieron en torno al «caso» fueron promovidos por gente mediocre y oportunista que traicionó el espíritu unitario y antidogmático de las Palabras a los intelectuales de Fidel." ¿Antidogmáticas las Palabras a los Intelectuales? No, lapidarias, porque enterraron la creación fuera de las reglas oficiales. Son tan miserables que ellos mismos se matan como Chacumbele.
De acuerdo. El "affair" Padilla fue escandaloso por injusto y abusivo. Un típico proceso stalinista, cruel.
No podía pasar inadvertido para la intelectualidad cubana (que al decir de Virgilio Piñera, sentía miedo, un miedo atroz) ni por la mayoría de los intelectuales del resto del mundo.
A Padilla no lo fusilaron, pero estoy seguro de que lo amenazaron con esa condena.
Es una infamia de Abel Prieto escribir esas mentiras en estos tiempos. Me imagino que debe vivir muy bien en medio de aquel estercolero, cuando muestra abiertamente su incondicionalidad. Lo siento. Abel Prieto no era así en el pasado.
Bueno estimado Weston, lo ocurrido a Heberto fue atroz porque Castro lo trató como un traidor, de ahí el ensañamiento. Debemos tomar en cuenta que se trataba de un hombre significativo dentro de la revolucion ya desde sus días en NY donde gestionaba financiación para el M-26-7. Si mal no recuerdo, trabajaba en Popular Mechanics de traductor.
A su regreso a la isla acompañó a Castro en el recibimiento a Hemingway, una intensa operación de propaganda, dirigió el monopolio de exportación e importación de libros y materiales culturales enfocado en los países capitalistas y otras varias responsabilidades de muy alto nivel. Pero le gustaba criticar e influenciar políticamente, ya que se sentía parte del proceso.
Para quienes crecimos en la Revolución (disculpen que no escribo "el Régimen"), las figuras que jugaron determinados papeles dentro del sistema y después se convirtieron en disidentes (o potencialmente disidentes), nos llegaban más adentro. Eso ocurrió con Heberto en el plano de la literatura y posteriormente con el General Ochoa, cuyo fusilamiento me catapultó al exilio. En otro artículo un forista escribe un largo listado de opositores a la Revolución que murieron en huelga de hambre, que yo ni conocía. Sin embargo, me acordaba muy bien de la "crueldad" de la Sra. Thatcher. Ese era el biberón ideológico que nos daban en Cuba. Y eso es lo que muchos foristas no entienden, porque son incapaces de imaginar cómo ha sido la evolución de las ideas de quienes nos formamos en el socialismo.
El dictador, que había decidido asesinar su reputación por sus molestas observaciones, utilizó la crítica a Lisandro como un regalo del cielo para descabezar a aquel miserable que había osado levantar las rodillas del sucio asfalto de la revolución. Si el panfleto contra Pasión de Urbino, escrito por Heberto, hubiera sido firmado por un don nadie, La Gaceta hubiera recibido un fuerte regaño, como otras veces y punto final.
Heberto realmente navegó con suerte y conservó su vida porque le caía bien a Castro y era respetado por su intelecto en el entorno, pero de haberse tratado de un político con ambiciones de poder, como el señor Payá o un agitador callejero como la señora Pollán, perfectamente pudo haberlo asesinado, o peor, hacerle cumplir 25 años de carcel por alta traición durante el desempeño de sus altas funciones dentro del Estado, lo cual era de fácil construcción por la DGIM.
Saludos.