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Cine

'Queremos que se pueda ver en Cuba sin explotar la polémica absurda que se desató respecto a Martí'

Los productores Farfán y Prieto colaboraron para que el filme censurado de Yimit Ramírez se estrene en el Festival Internacional de Cine Rizoma.

Madrid
Boris Prieto y Camelia Farfán.
Boris Prieto y Camelia Farfán. DDC

Camelia Farfán es una cineasta cubana residente en México que desde hace más de 15 años se desempeña como productora audiovisual. Tiene en su haber tres largometrajes y cerca de 30 cortometrajes producidos.

En 2016 Farfán emprendió la aventura de realizar un crowdfunding para producir el irreverente proyecto de ficción Quiero hacer una película, ópera prima del realizador Yimit Ramírez. Durante el largo proceso de producción se confabuló con Boris Prieto, cubano residente en París, productor, distribuidor y promotor audiovisual, quien se enamoró del proyecto y le dio el último spring a la postproducción.

Las respectivas productoras de ambos, Alayé y Vega Alta Films colaboraron para que finalmente el filme de Yimit Ramírez tenga su estreno el próximo 18 de noviembre en el Festival Internacional de Cine Rizoma, donde compite dentro de la selección oficial.

¿Por qué se decidieron por el crowdfunding como estrategia de financiación?

El crowdfunding fue la única alternativa que nos permitió filmar con inmediatez y respondiendo únicamente a nuestros deseos creativos, no a las exigencias de un mercado.

Nosotros no cumplíamos con las solicitudes típicas de los fondos de producción, por ejemplo, presentar un guion, un presupuesto, un plan financiero, una ruta crítica, sumado a esto nos iba a ser muy difícil entregar la película terminada en los tiempos de un contrato.

Uno de los valores de Quiero hacer una película era la improvisación y el crowdfunding era lo más consecuente con eso.

La experiencia fue agotadora, principalmente para su director, Yimit Ramírez que no paraba de hacer caricaturas como agradecimiento a los donantes. Pero en general, aunque demandó de mucho esfuerzo para todos, logramos sacarlo adelante superando las trabas que suponía realizar la campaña con el internet cubano.

Los productores, por lo general, después de una experiencia de crowdfunding, prefieren alejarse de este modelo porque los compromisos que generan durante la campaña a veces exceden las posibilidades de la producción ¿Cómo ha sido la relación con el crowdfunding y con la comunidad que han construido para este filme?

Honestamente no he logrado mantener el vínculo deseado con los mecenas. No por falta de deseo, compromiso o agradecimiento. Más bien, por falta de creatividad para establecer una comunicación sin devoluciones (y por devoluciones me refiero a que por mucho tiempo los avances eran minúsculos).

Cuando se hace un cine de este tipo, que es lo siguiente de independiente, tropiezas mucho y aunque me cueste admitirlo, con buena voluntad no basta. Por eso cuando pude abrir mi empresa Alayé en México y consolidar una coproducción con Vega Alta Films, la empresa de Boris Prieto en Francia, Quiero hacer una película, sin perder su espíritu libre, pasó de ser un modelo radical poco objetivo a ser un modelo fiable.

Quiero hacer una película se hizo bajo un modelo cooperativo, romántico te diría, hermoso, pero llegado un punto fue muy difícil consolidar una coproducción y era absolutamente necesaria. Creo que según el proyecto que tengas puedes filmar de mil maneras, más o menos costosas. Pero llegada la postproducción casi todos tenemos que seguir los mismos carriles y esos carriles puedes negociarlos en función del tipo de película, sin embargo, no puedes evitarlos si quieres tener un producto cinematográfico con un recorrido cinematográfico. ¿Me explico?

Esta película es una coproducción entre Alayé y Vega Alta Films. ¿En qué punto de la producción se consolidó la alianza entre ustedes? ¿Cómo ha sido, apostar por una ópera prima tan libre como lo es esta?

Llego al proyecto en un primer momento respondiendo a una voluntad creciente de coproducir y colaborar, con cineastas cubanos, luego de un trabajo de promoción y difusión de cine cubano independiente que comenzó en 2015 con mi productora Vega Alta Films o con la iniciativa Iroko en compañía de otros profesionales radicados en Francia.

Dentro de esta línea de trabajo tuve la oportunidad de descubrir el trabajo de Yimit, en particular Gloria eterna y Fin. Su desparpajo y modernidad tanto formal como temática me sedujeron. Vi la película y muy pronto comenzaron las conversaciones con Camelia Farfán (Alayé) como productora principal para identificar las necesidades tanto financieras como creativas. Por mi parte debo decir que ha sido una experiencia muy positiva este año y medio que llevamos llevando juntos esta película hasta llegar al estreno.

El lado positivo de la censura es que se puede utilizar como publicidad para generar interés en la película. Quiero hacer una película tiene esa marca de nacimiento. ¿Cómo lo ven ustedes? ¿Cómo han lidiado con dicho estigma?

En primer lugar, me resultó sorprendente el origen de la censura. De hecho, me cuesta creer que la forma de referirse a Martí sea la verdadera razón de la censura. Sueño con una Cuba donde cada cual pueda expresar su opinión sin que esto desate una reprensión de algún tipo.

Yo misma cuando vi el primer corte tuve conflictos con la famosa y problemática escena porque amo el pensamiento martiano y hasta sus defectos conocidos. Sin embargo, por qué habría de censurar la escena solo por una preferencia personal.

El asunto "censura" nos generó publicidad gratuita aun sin tener una película terminada y provocó un diálogo interesante entre comunidad e instituciones, pero nos ha dejado un estigma para mí negativo y es que mucha "gente" se refiere a la película como la de Martí. Y esta no es la película de José Martí.

Sé que la censura vende y es conveniente para muchos, pero personalmente me gustaría que se hablara de lo cinematográfico también, de los otros 88 minutos de historia que no son Martí, sino de esos dos jóvenes en la Cuba de hoy, de sus formas de vivir, de cómo se filmó esta locura. En fin...

Quiero hacer una película es la prueba de que se puede realizar cine independiente con poquísimos recursos si se logra una fuerte hermandad entre los integrantes del equipo de realización. ¿Creen que un esfuerzo como el que hicieron puede ser una práctica solvente para considerar repetirla?  

Voy a contestarte de atrás para adelante. Empezamos el rodaje en 2016 y vamos a estrenar en 2020, creo que, tratándose de una ficción es muchísimo tiempo.

El proceso más largo de una película convencional suele ser el desarrollo porque es donde escribes el guion, buscas fondos, etc.

Películas como esta, que nacen y se filman con la increíble colaboración y entrega creativa de muchos, y que no demandan escenarios construidos, maquinarias "pesadas", etc., suelen tener su traba en la etapa de postproducción. Y que quede claro, que no es porque quien edita o hace el diseño sonoro no sean parte de esa hermandad, sino porque para llegar a salas debes cumplir con ciertos requisitos técnicos y no son precisamente baratos.

Para nosotros hacer y defender el cine cubano independiente es un deseo, una necesidad y una postura. Creemos en su derecho a existir. Sin embargo, y esto lo digo desde lo personal, tenemos que construir modelos que lo permitan. Porque repitiéndome, con la buena voluntad no basta.

Creo que en Cuba están surgiendo iniciativas importantes. El reclamo añejo de la comunidad de cineastas y su trabajo propositivo ha dado como resultado actual, la existencia del Fondo de fomento al cine cubano y también la aprobación de cooperativas. Es un avance y quiero reconocerlo. Ahora queda comprobar la independencia de esos modelos y seguir trabajando por otros posibles.

Me gustaría agradecer a todos los que han apoyado este proyecto, empezando por los Coistas (Tony Alonso, Neisy Alpízar y Marta María Ramírez). A la gente que la vio, opinó, escribió, ayudó, apoyo con dinero, a todos ellos mil gracias, pero quisiera mencionar especialmente a los socios (Mónica Pita, Pilar Natalí Cardet, Fiorenzo Ruzzier, Pietro Ginevri) y a Matteo Faccenda (editor) y Sergio Fernández (post-sonido).

Quiero hacer una película es colaborativa y justa. Siempre se habla de la primera etapa y esta última también merece reconocimiento.

¿Qué estrategias tienen en mente para su estreno en la Isla?

El público natural es el público cubano, en especial ese público cubano cinéfilo que está esperando la película. Lo que quisiéramos es intentar tener estrenos en lugares alternativos en diferentes provincias. Aunque sean pequeñas salas, pero nos encantaría ver la película proyectada en Camagüey, en Santiago en Cuba, en Holguín, en donde sea que podamos encontrar una salita dispuesta a exhibirla.

Queremos que se pueda ver en el territorio nacional sin necesidad de explotar la polémica absurda que se desató respecto a José Martí. Nos gustaría que se estrenara en el Almacén de la Imagen, en la Muestra Joven o en el Festival de Cine Pobre de Gibara. Creo que sería importante que se viera la película y que las instituciones culturales que la censuraron tenga la oportunidad de reparar lo mal hecho porque tiene muchos valores por los cuales merece ser vista.

Quiero hacer una película finalmente tendrá su estreno el próximo 18 de noviembre en el Festival Internacional de Cine Rizoma. ¿Qué expectativas tienen?

Rizoma es un festival donde se puede hablar de subcultura, de cine alternativo y nos gusta que una película irreverente como esta haya logrado colarse en la selección oficial. Este festival ha invitado a realizadores como John Waters, David Lynch y mezcla artistas con cineastas. En fin, que es un buen lugar para comenzar nuestro recorrido.

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