Entre el movimiento de sus labios y sus palabras hay un ligero desfase, una asincronía orgánica que deja ver que su mente quiere ir más rápido que su cuerpo. A Yan Vega le sobran las ideas y la energía, pero se muestra poco o casi nada; y esto ha impedido a muchos cubanos seguirle los pasos. Por el momento es un cineasta cubano agazapado en Nueva York, un artista que está muy próximo a asomarse.
Director, editor, productor, ¿actor?, a Vega lo conocen gente contada en el renovado mundo del audiovisual cubano. Esto se debe a que se graduó de la EICTV de la especialidad de Producción y se largó.
Tuve la suerte de cruzarme con él diez años después de su primera emigración, al regreso de una ruptura de pareja que lo regresó de París a La Habana. En medio de esa transición en la que aún no se vislumbraba un nuevo camino para él, Vega editó La obra del siglo y escribió junto a David Fernández El Francés, el borrador de un guión que algún día ojalá pueda ver hecha realidad.
La mirada de Yan Vega se nutre de hitos del cine de la altura de Varda, Godard, Marker. Hay constancia que estos dos últimos genios de la Nouvelle Vague vieron su cortometraje Memorias de una familia cubana e incluso que Chris Marker le escribió un email de admiración.
Para algunos, este cortometraje está aún por conocer, para mí, que he tenido la suerte de volver a verlo, resulta una película cubana obligatoria para entender la emigración. Producida por Mémoire Magnétique y apoyado por Canal Arte France, este filme te deja con la extraña sensación de haber experienciado un déjà vu.
Memorias de una familia cubana, realizada en el 2007 durante su exilio en París, es un regreso a casa aparentemente desenfadado, un viaje hacia el interior de su familia. Su mirada observa con los ojos de quien ha vivido fuera por un tiempo y regresa para ver todo lo que antes tenía delante y no veía. Vega examina a través de cientos de fotografías personales el curso de su historia familiar y pone bajo observación los comportamientos de toda una nación.
Al comienzo de la revolución cubana, Pedro, un joven activista del Partido Comunista, se enamora de Tatiana. Se casa con ella y tienen dos hijos, Valentina (como la cosmonauta Valentina Tereshkova) y Ernesto (como "Che" Guevara) a quienes crían en una atmósfera llena de amor, alegría e ideología revolucionaria. Más o menos esto es lo que recoge una buena parte del relato de Memorias de una familia cubana hasta que se produce un punto de inflexión a nivel familiar y también mundial. Un antes y un después que influirá en nuestra manera de recibir e intentar abarcar el cortometraje.
Cuando la obra de un cineasta es menor, largarse sin dejar rastro no afecta la escena cinematográfica ni el contexto cultural de ningún sitio. Sin embargo, en este caso, si yo estuviese al frente de alguna institución relacionada con el cine no habría dejado pasar la oportunidad de que Vega, escritor y director de esta película, regresara a la Isla después una década sin dedicarle siquiera unas cuantas preguntas.
Esta película no encontró difusión en nuestro país. La exhibió Canal Arte France, pero en Cuba no hubo interés. Mientras se mantengan cerradas las puertas de la televisión nacional y de las salas de cine para nuestras películas, el Estado estará privadando a los cubanos de este tipo de obras, de estos pequeños chutes de insulina que, ocupando solamente 20 minutos de la programación habitual de la televisión o el cine, ofrecen un alivio de años a la diabetes crónica en la que están sumidos de nuestros medios oficiales.
Memorias de una familia cubana se sostiene —además de en una mirada inteligente y en buena dosis de ironía— en la animación de fotografías y en diálogos que parecen extraído de conversaciones familiares escuchadas al azar. Diálogos, sonidos, música e imágenes que se articulan en este ejemplo de balance entre imagen y sonido. Vega escribe y articula esta pieza del género de la autoficción con los miembros de su familia y demuestra que se puede se puede hacer cine con lo que se tiene al alcance. Un análisis certero de una familia modélica cubana, una idiosincrasia y una revolución que perdió a muchos de sus fieles por su falta de flexibilidad, de inteligencia.
En este enlace se puede ver Memorias de una Familia Cubana https://vimeo.com/yanvega
Solo tenia 26 annos Valentina en esa foto, que joven !!
Siempre me pregunté sobre la especialidad de Producción en la EICTV, a cada rato venía Roger Corman con aquél curso dónde explicaba cómo hacer una película con muy poco dinero, no obstante, creo que lo más importante para ser productor es tener dinero, el resto son "sueños, y los sueños, sueños son.” Calderón de la Canoa.
Entonces si no lo conoce nadie, déjalo dormir.
Como mismo dejaron dormir casi 90 años a Compay Segundo?