Editorial: DIARIO DE CUBA cumple 15 años

Hace exactamente 15 años, aparecieron en las pantallas de algunos lectores las primeras noticias y artículos de este diario. Durante esta década y media se han sucedido cambios en Cuba, si bien no los necesarios para la democratización del país. 

Murió Fidel Castro, lo cual para muchos parecía no solamente inimaginable, sino imposible, y se deshizo otra imposibilidad cubana: la de que el pueblo saliera a las calles a protestar por sus condiciones de vida y a exigir libertad. El régimen de La Habana abrió embajada en Washington, Washington abrió embajada en La Habana, y el acercamiento entre ambos países, dispuesto por el presidente Obama, resultó finalmente desestimado y obstaculizado por el régimen cubano. 

Con Miguel Díaz-Canel, elegido por Raúl Castro, subió a la Presidencia del país y a la secretaría del partido único el primer dirigente revolucionario no participante en la lucha armada. A manos de un conglomerado militar —GAESA— pasó la casi totalidad de la economía fructífera del país. Ese conglomerado se ha dedicado a construir hoteles sin importarle el hundimiento del turismo y descartando inversiones mucho más necesarias para la población cubana. 

El país se endeudó todavía más y, en un círculo vicioso, el Gobierno ha persistido en su tradición de desentenderse de las obligaciones financieras contraídas. Las autoridades implementaron las políticas monetarias más desaconsejadas y en Cuba prospera la inflación. Profesionales y técnicos de la Medicina han sido —y son— explotados en contratos jugosos para el régimen y miserables para ellos. 

En respuesta a las protestas populares, el régimen redobló la represión, que  padecían ya opositores, activistas y periodistas independientes. Hizo aún más de la Justicia un mecanismo de represión  y creció la cifra de presos políticos. Recrudeció la censura sobre el pensamiento y las artes, y los jóvenes artistas que protestaron por ello terminaron en prisión o teniendo que marcharse al exilio.

Se inició la mayor oleada migratoria que ha conocido toda la historia del país y la emigración de los más jóvenes, sumada a los bajos índices de natalidad, ha contribuido a un envejecimiento poblacional galopante. Cada día se hace más difícil tener hijos en Cuba. Los ancianos cubanos se encuentran desprotegidos como nunca. Si alguna vez el régimen tuvo el monopolio de la violencia, ahora ciudades y pueblos han dejado de ser lugares seguros. Crece la inseguridad ciudadana. Aumentan las pandillas juveniles. La violencia machista se cobra cada vez mayor número de víctimas. 

Cada nueva medida estatal logra volver más improductivas a la agricultura y la ganadería. Desmantelada en su mayor parte la industria azucarera, que alguna vez fue la primera exportadora del mundo, desde hace varios años Cuba importa azúcar. En el campo prospera únicamente el marabú y los agricultores empeñados en hacer producir la tierra sufren la carga de nuevas restricciones oficiales. Y cargas no menos onerosas pesan sobre los empresarios a quienes han permitido a regañadientes abrir sus MIPYMES.

La salud y la educación, que por décadas fueran las mayores vitrinas del régimen, se han venido abajo, y su decadencia puede comprobarse en la insalubridad de las instalaciones hospitalarias y en los pésimos resultados de los educandos. El deporte, otra gran gloria del socialismo, atraviesa un destino semejante. Ni el béisbol se salva de esto. Y, tal como Cuba dejó de ser una potencia azucarera, ha dejado de ser una potencia del béisbol.

En los últimos 15 años el régimen ha venido desarticulando el asistencialismo con que paliaba las desigualdades sociales, hasta llegar a despreocuparse de la suerte de la gente más desfavorecida. Hoy puede hablarse del fin de la libreta de la bodega o cartilla de racionamiento. Apagones tras apagones, la Isla ha llegado a estar completamente a oscuras, y el sistema eléctrico nacional no aguanta más. El paso de los últimos ciclones ha dejado en evidencia la inefectividad del otrora efectivo sistema de Defensa Civil. 

Los derrumbes de viejas edificaciones sin mantenimiento siguen su rumbo imparable y la construcción de nuevas viviendas es asignatura pendiente en cada balance gubernamental. Se hacen más presentes en las calles cubanas los vagabundos, la gente sin techo, los niños que trabajan o mendigan. Mientras que herederos de la nomenclatura del régimen alardean en las redes sociales de lo que han robado y roban sus padres. 

El régimen cubano cultiva alianzas con naciones como Rusia, China, Irán y Corea del Norte, y continúa su intromisión en la política de Venezuela. No se sustenta ya en ideología alguna, sino en el puro ejercicio del poder, y continúa mutando hacia una dictadura menos excepcional de lo que alguna vez se definiera, descaradamente abierta al beneficio de unos pocos. 

En esta última década y media, DIARIO DE CUBA ha acompañado, estudiado y adelantado el panorama resumido aquí brevemente. En celebración de su cumpleaños, el pasado octubre convocó en Madrid el "Foro DDC: Para la Cuba del mañana". Y con ese foro, con su trabajo día a día, demuestra su compromiso por la Cuba del futuro.

No resta más, en este aniversario, que agradecer a todos los colaboradores y lectores, y renovar el compromiso de este diario con Cuba y con la democracia de Cuba.