El Proyecto Thusano, un acuerdo de más de una década entre los militares de Sudáfrica y Cuba, ha costado a las arcas de la nación africana 2.600 millones de rands, equivalentes a 143.616.646 dólares de EEUU, revelaron funcionarios del Gobierno en Pretoria, quienes reconocieron que este esquema bilateral "se está revisando".
Esta semana, la oficina del auditor general al Comité Permanente de Cuentas Públicas (SCOPA, por sus siglas en inglés) del Parlamento sudafricano declaró que el Departamento de Defensa todavía está revisando el acuerdo bilateral, así como todos los subcontratos asociados con él.
Firmado en 2012, el controvertido y costoso proyecto debía durar solo cinco años, pero ha sido prorrogado desde entonces. Inicialmente, estaba destinado a centrarse en el mantenimiento y la reparación de la flota de vehículos operativos de la Fuerza de Defensa Nacional de Sudáfrica (SANDF, por sus siglas en inglés), pero se ha transformado para incluir costosos acuerdos complementarios, como la formación de soldados como médicos e ingenieros mecánicos en Cuba, resumió el medio local Mail and Guardian.
Un representante del auditor general declaró que el SCOPA había recomendado al ministro de Defensa que se revisaran todos los acuerdos, y que eso se estaba haciendo, lo que confirmó declaraciones de la ministra Thandi Modise en 2023, cuando aseguró que había "dado instrucciones para revisar el Proyecto Thusano".
El líder del Partido Liberal Inkatha, Rise Mzansi, preguntó si el auditor general había visto el acuerdo bilateral y podido determinar si Sudáfrica era "capaz de cosechar los beneficios de lo que los cubanos harían por Sudáfrica, o si se trataba simplemente de una adquisición directa, fuera del marco de la Ley de Gestión de las Finanzas Públicas".
En respuesta, un vocero del auditor general indicó que este había visto el acuerdo, que establecía que "ambos países cooperarán en asuntos de defensa, pero no especifica de qué manera".
Los acuerdos complementarios son más detallados, dijo. "Lo que notamos allí fue que sigue los procesos de adquisición en cierto modo, porque dice que el Departamento de Defensa adquirirá servicios, y parte de esos servicios incluyen las reparaciones de los vehículos militares, la capacitación [de profesionales médicos, etc.]".
En opinión del auditor general, el Departamento de Defensa debería haber seguido un proceso de contratación o, en ausencia de un "proceso normal de contratación", debería haber obtenido una desviación que justificara por qué los servicios se adquirieron de Cuba.
"Ante la falta de una desviación de la Tesorería, se concluyó que los gastos en los que se incurrió serían gastos irregulares", dijo.
"Es necesario revisar el acuerdo bilateral y los acuerdos complementarios para que beneficien al Departamento de Defensa, no solo a Cuba, y eso está ocurriendo", aseguró el vocero.
Eduard Coetzee, otro funcionario de la oficina del auditor general, añadió que este no había podido confirmar que "se siguieron los procesos apropiados de gestión de contratos de adquisición al comienzo del acuerdo" entre Sudáfrica y Cuba.
Este vocero precisó que, hasta la fecha, 108 miembros de la defensa sudafricana han sido enviados a Cuba para estudiar profesiones médicas.
El auditor general informó anteriormente que el Departamento de Defensa pagó un 136% más por cada estudiante de Medicina que se formó en Cuba, en comparación con una institución terciaria sudafricana.
Asimismo, según el reporte de Mail and Guardian, del primer grupo de 21 estudiantes de Medicina, solo seis completaron luego con éxito un curso de integración de 18 meses en la Universidad de Pretoria. En específico, los estudiantes de Psicología no lograron las calificaciones requeridas para ejercer profesionalmente en Sudáfrica, por lo que fueron relegados a funciones administrativas.
En cuando a los egresados de Ingeniería Biomédica, sus calificaciones obtenidas en Cuba no fueron convalidadas por los organismos de acreditación sudafricanos. En concreto, el Consejo de Ingeniería y la Autoridad de Calificaciones de Sudáfrica no reconocen el plan de estudios cubano, lo que impide que los estudiantes se registren y ejerzan en sus especialidades.
"El impacto de esto es que se incurre en gastos adicionales en comparación con si esos [estudiantes] se hubieran formado en Sudáfrica", enfatizó Coetzee.
El funcionario precisó que la causa principal de lo anterior fue una mala planificación y ejecución por parte del Departamento de Defensa, que no garantizó que el plan de estudios cubano cumpliera con los estándares de acreditación sudafricanos antes de inscribir a los alumnos.
"El programa también carecía de una estrategia clara de desarrollo profesional para los estudiantes que regresaban", agregó Coetzee.
De todo lo anterior deriva que una cifra no precisada de graduados quedaron infrautilizados, dejando vacantes puestos médicos críticos, a pesar de la fuerte inversión en la formación de esos especialistas.
"El Departamento de Defensa debería alinear los programas futuros con los requisitos de acreditación y las prioridades sanitarias sudafricanas", precisaron los voceros.
Además, de la revisión derivó la recomendación de que el Departamento de Salud de Sudáfrica garantice que todos los programas de formación en el extranjero cumplan con las normas nacionales reglamentarias y de acreditación.
Asimismo, el auditor general puntualizó que se debe dar prioridad a las instituciones locales de formación para reducir costes y garantizar que las cualificaciones sean directamente aplicables al contexto sudafricano.