"Cuando no hay grasa, es sancocho o bazofia hervida lo que cocinas", dijo Claudia Montoto, una de las abuelas a las que la pensión no les alcanza para comprar el litro de aceite comestible a 1.500 pesos en Santiago de Cuba.
"A la lucha diaria por la escasez de alimentos, se suma el costo de este producto en Barracones y Los Cangrejitos, donde en apenas un semestre subió cuatro veces", añadió Claudia, una jubilada que ni haciendo poninas con sus hijos logra acceder a dicha mercancía.
Para esta anciana de 76 años, "aquí no hay bolsillo que aguante, ni cristianos que resistan la carestía", con las perores consecuencias para los niños que, como a sus nietos, "hay que obligarlos a tragar lo que aparece y muchas veces rechazan la comida, porque además de mala, la tienes que servir hecha pegotes".
Desde la entrada en vigor de la Tarea Ordenamiento los habitantes de la segunda ciudad en importancia de Cuba sufren el incremento desmedido de los precios, resultado de las reformas económicas mal aplicadas que mantienen al país sumido en una profunda crisis.
El costo de la vida en este territorio es de los más altos de la Isla, en buena medida porque la escasez y las políticas de choque del Gobierno atentan contra el poder adquisitivo de las familias, obligadas a elegir si se asean, se visten o comen.
La situación llevó a que centenares de personas salieran a las calles a protestar por la falta de comida y electricidad a mediados de marzo. Dos meses después las cosas solo han empeorado y la única respuesta de las autoridades ha sido militarizar partes de la ciudad para intentar evitar manifestaciones.
"Para comprar un litro de aceite casi tienen que alinearse los astros", expresó Sarbelia, recepcionista que vive en perenne agonía para cocinar "el puré de calabaza o el caldo repollo que le embuto a mis hijos".
"Los platos y ensaladas típicas van desapareciendo. A nadie se le ocurre gastar el poquito de grasa en esos lujos", comentó Armando, cuya esposa prepara "congrí de chícharos en pelotones y quimbombó a pulso".
Frente a las vidrieras de la calle Aguilera, Roxana lamentaba que tampoco le alcanzaba el salario para comprar el producto, en una ciudad donde, a pesar funcionar la única fábrica de aceite de Cuba, "el Estado y los particulares compiten por ver quién asfixia o mata de hambre más rápido al pueblo".
Caridad dijo que intenta sofreír las piezas de pollo en su propia grasa, "con el riesgo de que se achicharren o se peguen a las cazuelas", método que alterna con "dorar los alimentos con azúcar", que también es deficitaria y cambia el sabor de la comida.
En los módulos de la red estatal, el litro de aceite cuesta 48,75 pesos, mientras que la bolsita, 23,75 pesos. El asunto, según advirtió Adriana, es que para comprarlo "hay que cogerle la nalga a la luna, porque el descontrol propicia el trapicheo".
Una dependienta de La California explicó a DIARIO DE CUBA que el aceite que llega a las tiendas recaudadoras de divisas tiene dueños sin salir al mostrador. "Hay lotes enteros que los compran las MIPYMES o los revendedores, quienes acaparan la mercancía y tienen un negocio muy lucrativo", añadió.
En esa misma cuerda, un funcionario de Comerció reconoció que parte del aceite normado que se distribuye por la librera de racionamiento, y el de las panaderías, va a parar al mercado informal a precios inalcanzables y sin diferenciar la calidad, si están sellados y son de soya, palma o girasol.
"Nada de lo que hacen es para ayudar", dijo otra santiaguera que tiene una niña con síndrome nefrótico. "El Gobierno ni prevé mi caso, ni atiende el problema de salud de mi hija".
Julio Espinosa es de los que piensan que el Estado siempre utiliza la "fórmula de la gradualidad", que consiste "en desaparecer el producto, favorecer la especulación, evaluar hasta dónde el pueblo resiste el abuso y luego sacar la mercancía con precios que son recibidos como un alivio, pero en el fondo son parte de la extorsión y encubren la ineficiencia empresarial".
En las zonas rurales los precios son más abusivos. Rogelio Mastrapa, radicado en Laguna Blanca, afirmó que "por un porrón de cinco litros de aceite piden entre 8.000 y 10.000 pesos, un lujo que se pueden dar algunos, pero criminal para los jornaleros y los trabajadores agrícolas".
La mayoría de las familias, tanto del campo como de las ciudades, rechaza cambiar el aceite vegetal por la grasa de cerdo, pues la libra está en 750 pesos y cuando se fríe la botella sale más cara. En algunas zonas de la provincia hay quienes cocinan con sebo de tenca o manteca de coco.
La situación empeora porque el aceite de la canasta básica casi nunca está disponible en la cantidad y el tiempo establecidos. De hecho, la cuota normada, de 250 mililitros por persona, tiene atrasos en todas las bodegas. Mientras tanto, el producto sí se puede encontrar en negocios particulares o el mercado informal.
Aunque Cuba dispone de una Empresa Refinadora de Aceite Comestible (ERASOL), con sede en Santiago de Cuba, y dos envasadoras para el aceite que importa, ubicadas en Camagüey y La Habana, hace casi una década que no se cubre la demanda.
Tampoco ha dado resultados el programa nacional para el fomento del frijol de soya, la materia prima de la producción local de aceite, fundamentalmente por la falta de financiamiento estatal y los incumplimientos de pago a proveedores y productores.
La Dictadura ya cayó, pero el pueblo nunca le dió la estocada final, yo insisto: tirando piedras desde la oscuridad a los locales dónde se desgobierna al país crearía tal terror entre los esbirros que las guásimas que quedan no alcanzarían para colgarse ellos mismos.
En la oscuridad de la noche se podrían ver misiles, pero una lluvia de piedras tiradas desde el anonimato causan más terror que la 82nd división aerotransportada de USA; 10 millones de piedras contra los gordiflones y Cuba amanecerá LIBRE.
El precio del aceite y los huevos continúan llamando a la ayuda humanitaria 🆘