En el suelo de una casa madrileña hay casi 15 cubanos sentados. Están descalzos por comodidad, tal parece que descansan en el salón de sus casas. Lloran a ratos, cuentan sus historias, se ríen entre lágrimas. A veces, el silencio es tan largo que nadie se atreve ni a respirar. Es un taller gratuito de terapia de grupo del proyecto "Emigrar hacia dentro".
"Emigrar hacia dentro" es relativamente nuevo. Su plataforma en Instagram cuenta con un red de 804 seguidores. Casi todos cubanos. Casi todos conocidos entre sí. Casi todos buscando aliviar el duelo que supone abandonar el país natal.
La comunidad ha sido creada por la psicóloga cubana Hedels González Bermúdez. La terapeuta, enfocada en los procesos del ser humano que emigra, cuenta en entrevista con DIARIO DE CUBA que "la idea surge de identificar cuántas personas estaban necesitadas de encontrar un espacio de validación, de sostén emocional, de explicación, de comprender qué estaban viviendo en su proceso migratorio un duelo".
¿Por qué es importante trabajar la emigración desde el punto de vista de la psicología?
En el proceso migratorio se le resta mucha importancia a la parte emocional. Nos centramos en un montón de otras cosas de más necesidad y las emociones pasan a un segundo plano. En realidad, las emociones nos condicionan todo lo demás que pasa en la emigración. Entonces, tras darme cuenta que hay muchas personas que necesitan ayuda y herramientas, surge "Emigrar hacia dentro".
Todos tus pacientes son cubanos. ¿Cómo llegan a pedir ayuda?
Cuando tú hablas e identificas o le cuentas a la otra persona eso que estás sintiendo, eso que estás necesitando es la mejor muestra de ver la emoción y naturalmente necesitas ayuda como todos los seres humanos. Las emociones son universales, independientemente del aprendizaje que tú tengas de gestionarlas. No hay un proceso migratorio sin emociones. Y que tengas aprendido que hay que esconderlo, que tienes que minimizarlo, que tienes que distraerlo no significa que no lo tengas. Yo creo que al final la psicología y la ciencia se imponen a tu criterio personal, a que tú digas que puedes controlarlo.
A veces en Cuba, atentos a la supervivencia, no se comprende la importancia de la salud mental. Una vez fuera, el foco sigue estando en la supervivencia. Mucha gente incluso cree que ir al psicólogo es sinónimo de locura. ¿Qué le dices a esas personas?
Cuando empiezas a trabajar las emociones cambia tu visión y tu manera de enfrentarlas. Esa es la mayor demostración de que es un tabú. Es una cosa culturalmente aceptada el para qué se utiliza o no la psicología y cómo tenemos de entrenada la salud mental y nuestro autocuidado. No estamos educados en la ayuda cuando no nace desde el trastorno. Estamos acostumbrados a ir al psicólogo en Cuba en situaciones extremas. Vamos ya cuando estamos superdeprimidos y hay señales muy patológicas. No tenemos ese espacio para cuidarnos. No entendemos que no es necesario estar incómoda para ponerle nombre a las emociones.
¿Cómo saber que necesitamos ayuda profesional para gestionar las emociones?
No tengo por qué pedir ayuda emocional solo cuando estoy al límite. Yo puedo sentir una situación de vulnerabilidad y estar funcional en mi vida. No estamos adaptados al autocuidado, es decir, tenemos el autocuidado y la psicología desde la enfermedad, desde ese punto de ya no puedo, ya no llego. No tenemos la prevención de lo que es cuidarnos emocionalmente. Como migrantes hay muchas situaciones en las que estamos en modo supervivencia, en modo ocuparnos de otras cosas. No nos han enseñado a mirar adentro. No nos han enseñado a nombrar eso que nos hace débiles y entender la vulnerabilidad como una fuerza. Aprendemos a reprimirnos. Aprendemos a esconderlo. Esto en la emigración se ve mucho. Las personas que emigran lo hacen con esa carga social de tener que echar pa' alante y ser fuertes sea como sea. Es tu decisión, tú lo has decidido y te toca enfrentarlo. Y no es incompatible, tenemos que entender que ser emigrante no es igual a no sentir.
¿Influye, en el caso cubano, el hecho de estar huyendo de un contexto de represión en la manera en que se vive el duelo migratorio?
Lo duro, difícil y complicado depende de cada uno, de la emoción, la historia y las herramientas con la que contamos. Evidentemente hay un factor que tiene que ver con lo social y es la manera en que hemos emigrado. Eso condiciona mucho el proceso migratorio a la imposición de no volver. Yo creo que la condición de no querer volver a un sitio de donde decidimos irnos sí nos hace cargar de más. Es decir, en otros procesos, cuando tocamos límites, las personas se plantean con más libertad, sin menos presión social, abandonar la emigración. Creo que esto sí que lo condiciona, porque volver a antes significaría volver también al contexto de muchas otras cosas, más allá de decidir simplemente me quedo aquí o me voy allá. Implica asumir el regreso a cosas que, a lo mejor, ya no quiero que sean parte de mi vida. Eso condiciona mi soportar y le pone mucho peso a la decisión.
Como dice Willy Chirino: la resignación es fiel amigo del hombre cuando tiene que emigrar.